Don Pedro Pablo, tus paisanos nos
congratulamos de que los miembros del ilustre Ateneo de Zaragoza, se acuerden
de colocar una placa dedicada a tu memoria. Nosotros siempre que te tuvimos en
la nuestra y sin dar cuenta a nadie ,restituimos a la calle,que conduce a los
restos de tu antiguo castillo-palacio,tu nombre,tan olvidado pero que resurge
después de esos largos años de olvido.Tan olvidado has estado de los aragoneses
como ha estado relegado de su conciencia el sentido de identidad nacional,
palabra, que a algunos puede sonar como atentatoria contra la unidad de España.
Pero que tú, Presidente del Consejo de Castilla, Capitán General de los Reales
Ejércitos, Embajador de España en París y en Varsovia, no tuviste empacho en
utilizar el término de nación aragonesa.
Cuando nuestros vecinos
occidentales y orientales, basan su nacionalidad en la historia, nosotros infravaloramos
la nuestra, acogiéndonos nostálgicos a
pequeños recuerdos como el de tu noble cuna, colgada de un alto lienzo de tu
castillo-palacio, más alto por haber cedido el suelo al fuego de la Guerra y el
de tus largos faldones de encaje que te pusieron para recibir las aguas
bautismales y que en nuestra parroquia, milagrosamente conservamos.
Ayudaste a Pignatelli que acabó
cual nuevo Bautista aragonés, el Canal Imperial que Zaragoza baña y colaboraste
en la limpieza del pequeño pantano que en nuestra actual Paul,regaba nuestros
huertos.
Nuestra nobleza se fue a Madrid a
hacer la Corte, en tanto la catalana se integraba en las actividades económicas
de su Pais, pero tú moriste en Aragón. Nuestro procer colaboró con la Sociedad
de Amigos del País, con los que nos marcó el camino de la Ciencia y de la
Técnica, para basar nuestro desarrollo, antes que Costa.
El Ateneo de Zaragoza con esta
manifestación de recuerdo al Conde de Aranda, quiere hacer resurgir su figura,
hecho que le agradecemos doblemente los vecinos de Siétamo, como aragoneses y como
paisanos de Don Pedro Pablo Abarca de Bolea.
Van a seguir los miembros del
Ateneo su peregrinación civil aragonesa y van a Casbas, a recordar, a
reverenciar a una gran mujer,que también, como el Conde de Aranda, es paisana
nuestra. Se trata de Ana Francisca Abarca de Bolea, Abadesa mitrada del
Convento de Monjas Bernardas de Casbas. Describió en Fabla Aragonesa, la
Procesión del desaparecido Corpus, en la Tierra de los Corporales de Daroca,
concretamente en Zaragoza, donde su familia también tenía casa. Entre sus Odas
en castellano son notables las dedicadas a Guara, que preside nuestro Somontano
y la Fuente de Casbas,con la que las monjas regaban su huerta.
Dadle, os pedimos, recuerdos de
sus paisanos y comunicadle nuestras “expresiones” y consoladla,diciéndole que
si se ha secado la Fuente que regaba su huerta conventual, todavía sigue
manando la que riega su antigua huerta condal.
El Cronista Juan Francisco
Andrés, en 1781,dedica el sl siguiente elogio a la Abadesa de Casbas:
“Doña Ana Francisca de Bolea- desprecio de la diosa
Citerea,-del Barón de Clamosa- hija feliz, en cítara armoniosa,-quanto
Guatizalema desataba- en Siétamo cristal aprisionaba”.
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