Yo tenía una gran amistad con
Antonio Segalés Alegre y con su esposa Monserrat Durán, padres de Magalí. De
Antonio Segalés guardo algunas cartas, que no puedo encontrar, pero que están
escondidas entre mis papeles, escondidas como si fueran reliquias sagradas de
su vida en aquellas noches de la Fábrica de Harinas, en la que trabajó durante
muchos años. Dicha fábrica se encontraba en la orilla izquierda del río Guatizalema,
en mi pueblo de Siétamo y el señor Antonio, me explicaba como cuando salía por
la noche al monte que la rodeaba, escuchaba cantar el silbido
poco ruidoso de las lechuzas y a veces
veía las raposas, que en la semi obscuridad, estaban cazando algún conejo.
¡Cómo conmovían sus escritos la vida nocturna del señor Antonio, en
aquellos montes del Somontano!.
Pero no sólo le conmovían su
corazón, las noches observando a las raposas y a las lechuzas, sino también los
días, porque en el pueblo de Siétamo, vivía el buen trabajador Avelino Zamora,
y su sensibilidad, después de emigrado al Paraguay, cuando viajaba a España,
iba a su casa a visitarlo. Le ofrecía qué si acudía con él al Parguay, el mismo
y su esposa con sus cuatro hijas, lo pasarían muy bien. En una de esas visitas,
nos saludamos y lo invité a venir a mi casa, donde le abrí una ventana, por la
que se contempla sin ninguna dificultad, la Fábrica de Harinas, creada por mi
abuelo. El buen señor se emocionaba de la belleza del paisaje que contemplaba
con la amada fábrica, como fondo.
“ Los catalanes, siempre han
viajado por el Mundo y estuvieron en las guerras del Mediterráneo y otras
veces, cuando las viñas murieron por la Filoxera, aquellos catalanes
trabajadores, levantaron huelgas y marcharon en gran número a las Américas,
donde hicieron la Gran Colonización de España, por ejemplo Don Antonio, hombre
moderno, ha creado una gran riqueza en el Paraguay”. Conocí a Don Antonio
cuando iba a visitar a la familia del sietamense, Avelino Zamora, porque amaba a todos los que
le acompañaban en su trabajo. Es de admirar como un hombre creador de grandes empresas,
al mismo tiempo tenía un cariño a sus obreros, que trabajaban con él en sus
labores. Ya no trabajaba en la creación de productos útiles para los
ciudadanos, pero conservaban el amor a sus antiguos empleados, que habían
sacado adelante el “pan nuestro de cada día”, “como dirigió en su carácter el
tiempo de ocho años, dirigiendo la Fábrica de Harinas de Siétamo desde 1.941 a 1.949. Durante aquella época
creció en su corazón el amor a este pueblo”.
En cuanto a mi
persona El día 1 de Febrero de mil novecientos y pico, me comunicó desde
la Fábrica: “Cada vez me resulta más atractivo dirigirme a mi amigo de Siétamo,
que me estoy permitiendo calificarlo como “enciclopedia de todo lo que atesoran
las tierras oscenses y muy en especial tanta incidencia han tenido en mi larga
y diversificada vida en dos continentes”.
Antonio Segalés trabajó en la citada Fábrica desde el año de 1.941 hasta el
de 1.949. Esta Fábrica, fue levantada por mi abuelo Manuel Almudévar Vallés y
su cuñado Bescós, padre del escritor Silvio Kosti, en las orillas del río Guatizalema, en “un paisaje que por el Norte
se estaba tornando en Sierra, debajo del pico de Guara, en que la Naturaleza
con sus jabalíes, raposas, liebres y conejos, todas las noches vivía bajo la
luz de la Luna. Alguna noche clara observaba aquellos animales y gozaba de
aquella Naturaleza feliz”.
Pero poco después de su estancia
en la Harinera de Siétamo, escribe de América y veo su información sobre la
producción de alimentos de las tierras del Paraguay. En una carta, con fecha de
en 2.011 nos comunica que sus exportaciones de soja, maíz y carne, han llegado a poder alimentar a seis
millones de bocas. ¡Cómo conecta en el cerebro la diferencia entre el
movimiento del transporte entre el de
Paraguay y el de la provincia de Huesca, porque escribe: “esta carta se ha
estado retrasando, porque entre otras cosas del diario quehacer, me he quedado
horas “enganchado” con los trenes con toda la gran historia del Canfranc. Cayó
en mis manos un precioso libro, riquísimo en fotografías: Canfranc y el Mito,
editado por Pirineum en Diciembre de 2.005”. Es curioso que un catalán de actividad internacional se tomara
en esta fecha un interés tan grande por la historia del Canfranc.
No es extraño que Antonio Segalés
sufriera por la parálisis del ferrocarril del Canfranc. Y al hablar del Paraguay, me dijo “ hablando de
libros ,quiero que sepas que del
Paraguay, desde la llegada de Félix Azara y de todo lo posterior a la
independencia (1.811),poseo una colección como pocas, enriquecida gracias a una
original herencia que me llegó sorpresivamente”.
Antonio Segalés, pasó a vivir y a
crear riqueza de Siétamo al Paraguay, donde se encontró con el recuerdo de la
figura del sabio Félix de Azara. En Octubre del año 2.005 en la Plaza Mayor de
mi pueblo, me encontré con él. Venía de
Madrid, donde había participado “en unas ponencias relacionadas con el gran
somontanés, Félix de Azara, ilustre hijo de Barbuñales, cerca de Siétamo”.
Me preguntó, porque supongo que se
acordaría de haberlo escuchado a alguien, si en mi casa “éramos parientes de
Félix de Azara y yo le respondí que todavía se conserva en mi casa, en un
hermoso armario, un escudo de la familia Azara, junto a otro escudo de la
familia Almudévar”.
Le recordé también que en la
capilla, que preparó el Canónigo Azara, de Siétamo, cediendo parte de su casa,
lateral a la iglesia, antes de la Guerra Civil, donde se mostraba el Escudo de los citados Azara. En la
vida del Conde de Aranda, que era muy amigo de los Azara de Barbuñales y de los
parientes Azara que, hacía años se habían trasladado a vivir en Siétamo.
En el Palacio del Conde de
Aranda, se reunían el citado Conde, los Azara de Barbuñales y los Azaras de
Siétamo. Se encuentran cartas entre Don Pedro Pablo Abarca de Bolea y los
Azaras de Barbuñales y los de Siétamo, cuando dirigía el frente en Portugal. Los
Azara de Barbuñales, todavía guardan un coche de caballos en el patio de su
casa. Con aquel coche iban a Huesca y paraban en el palacio de Siétamo para visitar
al Conde y a sus parientes los dueños de Casa Azara de Siétamo.
Tenemos los oscenses que leer los
libros que exponen las teorías y descripciones de Félix de Azara y subir a la
Catedral, para visitar la tumba en la Capilla de sus amigos, los Lastanosa, con
el fin de acercarnos a su figura, como hizo hace escasos días mi amigo Antonio
Segalés, acompañado por sus compañeros de curso, que salieron fotografiados en
el Diario del Alto Aragón. Y quiero añadir copiada su frase siguiente:” De todo
esto, y del mal panorama que nos ofrece “España plural” o la “España Zapatera”,
con sus 17 insostenibles autonomías,
podríamos hablar un buen rato”.
No había acabado todavía su
ilusión por ver a toda España, pues escribió:”Nos ilumina el proyecto de
organizar un paseíto por la provincia de Huesca,Somontano y la Jacetania.
Veremos si llegado Abril, cuando cantan los “porputes”,cuando da vida ver las
sementeras un año más…Venid a darnos un abrazo que formaría parte del
programa”.
“ Agradeciendo tu carta y su
acompañamiento de acreditados escritos de
la acreditada “marca Almudévar”,plácenos mucho con mi esposa, enviaros
para Feli y para tí, nuestros sinceros afectos”.
Esta brillante vida lograda desde Barcelona, en Siétamo y en el Paraguay,
acabó en la trabajadora capital del oriente español y yo he perdido, hace ya
unos años la convivencia, con Antonio Segalés, pues ya se marchó de este Mundo
al otro superior del Cielo.
En mi mente brillaba la elegancia
y la inteligencia de su hija Magalí, que estuvo en mi casa de Huesca, donde
gozó contemplando desde la galería, la belleza del Parque de Huesca, que la
hizo gozar de su belleza. Estuvo contemplando desde la terraza, aquellos
prados, aquellas lagunas, a las que acudían los ánades y las palomas y ponían
sus nidos en aquellos pomposos árboles. ¿A qué acudió la bella e inteligente
Magalí al piso en Huesca, de la familia Almudévar?. Sencillamente a buscar para
entregárselo a su padre ,el libro “Retablo del Alto Aragón en el último tercio
del siglo XX”, que ya había perdido su padre Antonio Segalés, y no sabía si en
España o en Paraguay.
Marchó la bella e inteligente Magalí a encontrarse
definitivamente con su padre, Antonio Segalés en el Cielo.
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