sábado, 14 de marzo de 2020

A Magalí Segalés, que ha pasado a la vida eterna.-



Yo tenía una gran amistad con Antonio Segalés Alegre y con su esposa Monserrat Durán, padres de Magalí. De Antonio Segalés guardo algunas cartas, que no puedo encontrar, pero que están escondidas entre mis papeles, escondidas como si fueran reliquias sagradas de su vida en aquellas noches de la Fábrica de Harinas, en la que trabajó durante muchos años. Dicha fábrica se encontraba en la orilla izquierda del río Guatizalema, en mi pueblo de Siétamo y el señor Antonio, me explicaba como cuando salía por la noche al monte que la rodeaba, escuchaba cantar  el  silbido  poco ruidoso de las lechuzas y a veces veía las raposas, que en la semi obscuridad, estaban cazando algún conejo. ¡Cómo conmovían sus escritos la vida nocturna del señor Antonio, en aquellos  montes del Somontano!.
Pero no sólo le conmovían su corazón, las noches observando a las raposas y a las lechuzas, sino también los días, porque en el pueblo de Siétamo, vivía el buen trabajador Avelino Zamora, y su sensibilidad, después de emigrado al Paraguay, cuando viajaba a España, iba a su casa a visitarlo. Le ofrecía qué si acudía con él al Parguay, el mismo y su esposa con sus cuatro hijas, lo pasarían muy bien. En una de esas visitas, nos saludamos y lo invité a venir a mi casa, donde le abrí una ventana, por la que se contempla sin ninguna dificultad, la Fábrica de Harinas, creada por mi abuelo. El buen señor se emocionaba de la belleza del paisaje que contemplaba con la amada fábrica, como fondo.
“ Los catalanes, siempre han viajado por el Mundo y estuvieron en las guerras del Mediterráneo y otras veces, cuando las viñas murieron por la Filoxera, aquellos catalanes trabajadores, levantaron huelgas y marcharon en gran número a las Américas, donde hicieron la Gran Colonización de España, por ejemplo Don Antonio, hombre moderno, ha creado una gran riqueza en el Paraguay”. Conocí a Don Antonio cuando iba a visitar a la familia del sietamense,  Avelino Zamora, porque amaba a todos los que le acompañaban en su trabajo. Es de admirar como un hombre creador de grandes empresas, al mismo tiempo tenía un cariño a sus obreros, que trabajaban con él en sus labores. Ya no trabajaba en la creación de productos útiles para los ciudadanos, pero conservaban el amor a sus antiguos empleados, que habían sacado adelante el “pan nuestro de cada día”, “como dirigió en su carácter el tiempo de ocho años, dirigiendo la Fábrica de Harinas de Siétamo  desde 1.941 a 1.949. Durante aquella época creció en su corazón el amor a este  pueblo”.
En cuanto a  mi  persona El día 1 de Febrero de mil novecientos y pico, me comunicó desde la Fábrica: “Cada vez me resulta más atractivo dirigirme a mi amigo de Siétamo, que me estoy permitiendo calificarlo como “enciclopedia de todo lo que atesoran las tierras oscenses y muy en especial tanta incidencia han tenido en mi larga y diversificada vida en dos continentes”.
Antonio Segalés trabajó en la  citada Fábrica desde el año de 1.941 hasta el de 1.949. Esta Fábrica, fue levantada por mi abuelo Manuel Almudévar Vallés y su cuñado Bescós, padre del escritor Silvio Kosti, en las orillas del río  Guatizalema, en “un paisaje que por el Norte se estaba tornando en Sierra, debajo del pico de Guara, en que la Naturaleza con sus jabalíes, raposas, liebres y conejos, todas las noches vivía bajo la luz de la Luna. Alguna noche clara observaba aquellos animales y gozaba de aquella Naturaleza feliz”.
Pero poco después de su estancia en la Harinera de Siétamo, escribe de América y veo su información sobre la producción de alimentos de las tierras del Paraguay. En una carta, con fecha de en 2.011 nos comunica que sus exportaciones de soja, maíz y  carne, han llegado a poder alimentar a seis millones de bocas. ¡Cómo conecta en el cerebro la diferencia entre el movimiento del transporte  entre el de Paraguay y el de la provincia de Huesca, porque escribe: “esta carta se ha estado retrasando, porque entre otras cosas del diario quehacer, me he quedado horas “enganchado” con los trenes con toda la gran historia del Canfranc. Cayó en mis manos un precioso libro, riquísimo en fotografías: Canfranc y el Mito, editado por Pirineum en Diciembre de 2.005”. Es curioso que un  catalán de actividad internacional se tomara en esta fecha un interés tan grande por la historia del Canfranc.
No es extraño que Antonio Segalés sufriera por la parálisis del ferrocarril del Canfranc. Y al  hablar del Paraguay, me dijo “ hablando de libros ,quiero que sepas  que del Paraguay, desde la llegada de Félix Azara y de todo lo posterior a la independencia (1.811),poseo una colección como pocas, enriquecida gracias a una original herencia que me llegó sorpresivamente”.
Antonio Segalés, pasó a vivir y a crear riqueza de Siétamo al Paraguay, donde se encontró con el recuerdo de la figura del sabio Félix de Azara. En Octubre del año 2.005 en la Plaza Mayor de mi pueblo, me encontré  con él. Venía de Madrid, donde había participado “en unas ponencias relacionadas con el gran somontanés, Félix de Azara, ilustre hijo de Barbuñales, cerca de Siétamo”.
Me preguntó, porque supongo que se acordaría de haberlo escuchado a alguien, si en mi casa “éramos parientes de Félix de Azara y yo le respondí que todavía se conserva en mi casa, en un hermoso armario, un escudo de la familia Azara, junto a otro escudo de la familia Almudévar”.
Le recordé también que en la capilla, que preparó el Canónigo Azara, de Siétamo, cediendo parte de su casa, lateral a la iglesia, antes de la Guerra Civil, donde se  mostraba el Escudo de los citados Azara. En la vida del Conde de Aranda, que era muy amigo de los Azara de Barbuñales y de los parientes Azara que, hacía años se habían trasladado a vivir en Siétamo.
En el Palacio del Conde de Aranda, se reunían el citado Conde, los Azara de Barbuñales y los Azaras de Siétamo. Se encuentran cartas entre Don Pedro Pablo Abarca de Bolea y los Azaras de Barbuñales y los de Siétamo, cuando dirigía el frente en Portugal. Los Azara de Barbuñales, todavía guardan un coche de caballos en el patio de su casa. Con aquel coche iban a Huesca y paraban en el palacio de Siétamo para visitar al Conde y a sus parientes los dueños de Casa Azara de Siétamo.
Tenemos los oscenses que leer los libros que exponen las teorías y descripciones de Félix de Azara y subir a la Catedral, para visitar la tumba en la Capilla de sus amigos, los Lastanosa, con el fin de acercarnos a su figura, como hizo hace escasos días mi amigo Antonio Segalés, acompañado por sus compañeros de curso, que salieron fotografiados en el Diario del Alto Aragón. Y quiero añadir copiada su frase siguiente:” De todo esto, y del mal panorama que nos ofrece “España plural” o la “España Zapatera”, con sus 17  insostenibles autonomías, podríamos hablar un buen rato”. 
No había acabado todavía su ilusión por ver a toda España, pues escribió:”Nos ilumina el proyecto de organizar un paseíto por la provincia de Huesca,Somontano y la Jacetania. Veremos si llegado Abril, cuando cantan los “porputes”,cuando da vida ver las sementeras un año más…Venid a darnos un abrazo que formaría parte del programa”.
“ Agradeciendo tu carta y su acompañamiento de acreditados escritos de  la acreditada “marca Almudévar”,plácenos mucho con mi esposa, enviaros para Feli y para tí, nuestros sinceros afectos”.         
Esta brillante vida lograda  desde Barcelona, en Siétamo y en el Paraguay, acabó en la trabajadora capital del oriente español y yo he perdido, hace ya unos años la convivencia, con Antonio Segalés, pues ya se marchó de este Mundo al otro superior del Cielo.
En mi mente brillaba la elegancia y la inteligencia de su hija Magalí, que estuvo en mi casa de Huesca, donde gozó contemplando desde la galería, la belleza del Parque de Huesca, que la hizo gozar de su belleza. Estuvo contemplando desde la terraza, aquellos prados, aquellas lagunas, a las que acudían los ánades y las palomas y ponían sus nidos en aquellos pomposos árboles. ¿A qué acudió la bella e inteligente Magalí al piso en Huesca, de la familia Almudévar?. Sencillamente a buscar para entregárselo a su padre ,el libro “Retablo del Alto Aragón en el último tercio del siglo XX”, que ya había perdido su padre Antonio Segalés, y no sabía si en España o en Paraguay.
Marchó la bella e inteligente Magalí a encontrarse definitivamente con su padre, Antonio Segalés en el Cielo.

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