No he entrado en la Basílica del
oscense San Lorenzo en estos días, en que la muerte se va llevando a tantos
hijos de Huesca al otro Mundo. Gracias al Señor no me hace falta ir a su
fachada para observar y recordar a este santo oscense, porque sencillamente
contemplo su bella y airosa basílica, desde el balcón de casa, situada en el Este
de la ciudad de Huesca, donde la veo como lanza al cielo su hermosa torre. Está
prohibido caminar por las calles de la ciudad de Huesca y yo me paso la vida en
el balcón, mirando el Parque Municipal, donde no se ven personas paseando por
él, sino que sólo se contemplan los jardines y las aves a saber palomas,
tórtolas, picarazas y gorriones. En una laguna de escasa profundidad, van y
vienen volando parejas de ánades, que nadan y gozan del agua. Debajo del balcón,
desde el que me miro, está rodeada de árboles una pista en la que jugaban
aficionados a la petanca y ahora parece que se han muerto, pues no se ve a
nadie. Yo cuando me asomo al balcón, echo de menos la figura de aquel viejo
amigo, que todos los días del año, a las tres de la tarde aparecía por aquella
pista del juego de la petanca, pero ahora, ya no sabe uno si vive, o si está
enfermo. Es inútil mirar este jardín del Parque, ya que no se ven personas, si
no es algún ciudadano que acude andando por el Parque a comprar en el cercano
Mercado, la comida para sí mismo y para su familia.
A esta alegre aparición humana ante el paisaje del Parque, a veces se añade con escasa frecuencia, la buscona mirada de algún perro, que sujetado por su dueño o por su dueña, y entonces te das cuenta de que busca con su nariz, arrastrada por el césped, un lugar para deshacerse de su carga fetal. Ese Parque no está muerto, pero parece que se está muriendo, porque uno se alegra de contemplarlo durante mucho tiempo sin que nadie pase por él, pero ayer contemplé a un hombre muy trabajador, después de soltar el agua de la laguna, ponerse a limpiar su suelo de lodo. Estaba con la manguera entre sus manos e inclinado hacia adelante por la gran presión que hacía el agua al salir, horas y horas, inclinado hacia delante, hasta que hoy por la mañana, empezó a entrar el agua limpia en la balsa y al poco rato, aparecieron unas parejas de patos, que gozaban nadando por la balsa.
A esta alegre aparición humana ante el paisaje del Parque, a veces se añade con escasa frecuencia, la buscona mirada de algún perro, que sujetado por su dueño o por su dueña, y entonces te das cuenta de que busca con su nariz, arrastrada por el césped, un lugar para deshacerse de su carga fetal. Ese Parque no está muerto, pero parece que se está muriendo, porque uno se alegra de contemplarlo durante mucho tiempo sin que nadie pase por él, pero ayer contemplé a un hombre muy trabajador, después de soltar el agua de la laguna, ponerse a limpiar su suelo de lodo. Estaba con la manguera entre sus manos e inclinado hacia adelante por la gran presión que hacía el agua al salir, horas y horas, inclinado hacia delante, hasta que hoy por la mañana, empezó a entrar el agua limpia en la balsa y al poco rato, aparecieron unas parejas de patos, que gozaban nadando por la balsa.
El Parque, se extiende delante de
mí creado por los oscenses para recreo de sus espíritus y de su vida y en estos
momentos, todavía sirve de recreo a bellas criaturas sencillas como los patos, las palomas y las picarazas. El ser humano
está ausente de su contemplación por los humanos, pues no asisten a su recreo
de subir y bajar por sus sogas metálicas y alcanzar sus dos mayores alturas. Otros
jugaban con sus bolas al lado de los columpios. En la parte alta del Parque se
encuentra una isla, rodeada por una laguna, donde la sombra proporcionada por
los árboles, acoge a los numerosos patos, que ponen sus huevos, los incuban y
antes de esta tormenta, recibían alimento de los ciudadanos amantes de la
Natura.
Está este Parque, solitario de
ciudadanos, a los que hacía felices, aquel lugar recreativo y divertido. Está
aquella laguna con su isla y sus árboles en soledad, esperando que algún día
acudan seres humanos, que diviertan a los patos y a sus propios hijos.
Este Mundo está enfemo porque se
ven sus calles y sus parques vacíos y cada día te vas enterando de nuevos
ciudadanos que han enfermado y son miles de compañeros de nuestra vida que
mueren. Pero siempre nos queda la esperanza de este mundo siga luchando con la
esperanza de recobrar esa salud perdida. Y cerca de nuestras espaldas está el
Hospital de la Seguridad Social, donde están trabajando médicos y médicas, que
ponen en riesgo sus vidas para frenar esta epidemia terrible. Y van con ellos
los practicantes, enfermeros y enfermeras y todos está esperando detener esta
peste mundial. Este Hospital es el cuerpo de la salud de los seres humanos y de
allí, algunos van al cementerio y otros vuelven a trabajar en este Mundo. Pero
en el Este al fondo del Parque, desde mi balcón, se contempla la Basílica de
San Lorenzo, con su torre elevada que se levanta hacia el cielo, recordándonos
el destino celestial de nuestras almas. Esa bella Torre se contempla por encima
de todo el Parque de Huesca y recordando que la figura del oscense San Lorenzo, fue perseguida por el Emperador
Valeriano en el año de 258 d. C. y fue
llevado por el Papa San Sixto II, en su viaje a España, desde Huesca, donde
nació en el actual templo de Loreto, encima del Gran Hospital de San Jorge. El
prefecto romano, al serle negada la entrega de los bienes de los pobres
cristianos, exclamó:” Tengo entendido que la muerte es aceptada por los
mártires; la tendrás: te mulliré un lecho de brasas y llamas… y ya me traerás
noticias de Vulcano, el dios de la fragua”.
En el poder eclesiástico y en el poder
sanitario está el luchar por la vida ajena. En San Lorenzo antiguamente en la
Historia y actualmente en los Médicos actuales está el esfuerzo del hombre en
obtener la salud de los hombres, porque “estar dispuesto a arriesgar la vida,
hostilizando la hostilidad de la sociedad injusta “o sin poderes”, no
significa frustar la propia existencia, sino llevarla a su
profundo éxito. El que ofrece su vida
por los demás, ama de verdad, se olvida del propio interés y seguridad, lucha
por la vida, la dignidad y la libertad”.
¡Que sea lo que Dios quera y que triunfen los investigadores
de la Medicina!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario