viernes, 4 de abril de 2014

Los purines del cerdo, enemigos de su producción de carne



Yo, como nacido en una casa agrícola, he conocido el sacrificio  de cerdos en el corral o en una cuadra. Aquel sacrificio era como la fiesta de los toros. Había alegría en la casa donde se “mataba el tocino” y corría el porrón lleno de vino entre los asistentes al sacrificio del mismo, de los que unos acudían a colaborar en la captura del cerdo con un gancho, que se le clavaba en el cuello y se le sujetaba en el otro extremo con las manos. Había que derribarlo en el suelo, para con un cuchillo desangrarlo abriéndole las venas yugulares, para que derramara su sangre, que alguna mujer bien preparada para el caso,  la recogía en una vasija, mientras le daba vueltas con una mano, para evitar que se coagulara.  Unos gozaban de la habilidad de los matarifes y otros sufrían al  ver la inútil defensa de la víctima del sacrificio. En el pueblo de Siétamo el matarife Vicente Benedé, llegó a matar en un año ciento cincuenta cerdos. Entonces el tamaño del cerdo alegraba a los dueños  tanto más, cuanto mayor era su tamaño. Pesaban desde doce arrobas  para arriba de dieciséis kilogramos cada una. Solían matar un cerdo cada vez que entraban en matacía, pero a veces mataban dos.  Para obtener ese peso de ciento cuarenta kilos, tenían que haber cumplido dos Agostos Una vez muerto el cerdo, se echaba agua casi hirviente sobre su cuerpo y los colaboradores del dueño, con sus cuchillos y sus “lozas” o “arrascadores”, le iban despojando de los pelos y de  las partes  queratinizadas  de la epidermis, que defendían su piel contra el medio en que vivía.  Se facilitaban estas tareas, unas veces derramando por toda su piel agua escaldada o, en la Montaña se pasaban por ella aliagas encendidas. Aquellos pelos, conocidos con el nombre de cerdas, los guardaba el matarife y al fin de la campaña de sacrificios de cerdos, se las vendían a industrias, que utilizaban esas cerdas para fabricar brochas, con  el fin de darse jabón los hombres en el afeitado y cepillos para limpiar la ropa o para fabricar cepillos de dientes.
George Orwell escribió “Rebelión en la Granja”, en que ocupaba a los cerdos en dirigir las faenas del matadero, llegando a oponerse   al  consumo de la carne de los cerdos, cuyas carnes se consumen cada día con más frecuencia, y establecer el vegetarianismo.
Eran  muchos los productos que se fabricaban con los cerdos sacrificados, para consumir las grasas de su tejido adiposo,  al que llamaban tocino, pero además, guardaban para el resto del año chorizos, longanizas, butifarras, tortetas y morcillas y el sabroso jamón. En todas estas operaciones intervenían los veterinarios, que por aquellos pueblos y aldeas inspeccionaban la sanidad de aquellos productos cárnicos y en cada sacrificio porcino recogían unas fibras musculares, en los que intentaba ver aquel parásito,  llamado Triquina, que producía muertes y parálisis en algunos consumidores. Había que colgar ese cuerpo en una anilla, que todavía se ve en los maderos altos de la cuadra, para ser despedazado en las diferentes partes, de las que unas, como las tripas con el fin de limpiarlas y otras para consumir la carne, cuya proteína nos hacía crecer y estar fuertes.
Este era el panorama del consumo de carne de cerdo en España, pero a partir del año dos mil, en pocos años ha cambiado, podemos decir que totalmente, el sacrificio familiar  por el industrial, cuyo objetivo es el mercado mundial. Están creciendo, cada día, el número de granjas en las que se crían los lechones y se engordan los mismos, con una alimentación semejante para todos ellos y unas infraestructuras parecidas en todos los países. Se ha producido en el mundo un crecimiento del consumo de carne y de la misma forma que ha crecido la cría de pollos,  ha aumentado la de cerdos, de los que se han seleccionado los de crecimiento más rápido, que dan un alto índice de conversión de alimentos.
España ha llegado a producir carne de cerdo en una cantidad notable, ya que está cercana a los tres y medio millones de toneladas, de tal manera que el sesenta por ciento de la carne consumida  en España es resultante del sacrificio de los cerdos. Sacrifican al año cuarenta millones de cerdos, lo que le hace a España la  segunda nación productora de carne de cerdo en Europa y la cuarta en el mundo. Pero China,  ese País que ha progresado estos últimos años, produce  uno de cada dos cerdos en el mundo.   
 En la historia de los hombres, se han visto progresos sanitarios, como por ejemplo las alcantarillas que pusieron en uso los romanos. Hemos pasado épocas en que el hombre se dedicaba a obtener el placer por un lado, mientras por otro esclavizaba a otros seres humanos. Hemos pasado de las épocas de abundancia de alimentos  a las épocas de hambre. Ahora vuelven a ocurrir épocas de abundancia en el consumo de proteínas, pues nos basta observar la cantidad y calidad de granjas para la cría de los cerdos, pero ya se ha dado cuenta la humanidad de que los purines, pueden  causar el cierre de muchas granjas y ese cierre irá aumentando, quizá hasta crear una necesidad de producir carne, que no podremos llegar a conseguir.
¿Cuál es la causa de la posible paralización del uso de las granjas?, es simplemente el problema medioambiental de los residuos, porque con el sistema actual de eliminación de los purines, no se consume el nitrógeno ni el fósforo, con lo que  se contaminan los suelos, que con su riego se producen, pero no sólo éstos sino que contaminan también, además de los suelos, los acuíferos y la atmósfera.
Cuanto mayor es el número de cerdos que ocupan una granja y menor es la extensión de tierra sobre la que arrojar el purín, más se contaminan los suelos y más se aproxima la hora de cerrar las granjas, o de instalar lagunas de oxidación o maquinaria que neutralice con ácido sulfúrico o que realice un proceso de oxidación con ozono. Los criadores de cerdos se encuentran con unos gastos que no pueden llevar. En la zona del Matarraña y del Maestrazgo,  están a punto de cerrar una quinientas granjas. Sería una solución del problema, que una empresa pública o privada se encargue de utilizar los purines  para su traslado a zonas agrícolas, que se encuentran cercanas en Teruel a las zonas de Valencia y allí fertilizar las fincas de mejor producción. Próxima a Teruel se encuentra la tierra valenciana, donde un grupo de técnicos, al darse cuenta de la dificultad del uso de los purines, que contienen una elevada carga de nitrógeno y de fósforo, pueden llegar a contaminar los suelos, los ríos y la atmósfera. Están estudiando un tratamiento común de purines y subproductos agrícolas, para producir biogás de un modo rentable. Están estudiando cuales son los productos de huerta más apropiados a esta operación, con los pimientos, tomates, melocotones, etc. Por ejemplo los pimientos están aumentando en un cuarenta y uno por ciento, la producción de metano, que se puede comercializar. Este sistema ya lo practican los chinos en un pueblo del centro de su país, donde utilizan el metano, que procede de los purines del cerdo. En la película de “Mad Max, más allá  de la cúpula del trueno” de 1985 da a entender, que un futuro post nuclear es el más seguro método para convertir los purines del cerdo en gas metano.
Hay ocasiones en que los excrementos naturales se pueden incorporar al ciclo vital del suelo, si existe un equilibrio entre el excremento y la extensión del terreno, que pueda soportar el proceso biológico de la adaptación entre los excrementos y la tierra.
A propósito de esta teoría, un ingeniero oscense, que trabajó en Extremadura, me ha dicho que, en esa tierra, la extensión de sus campos era notable, y que arrojando en ellos,  el purín  si notaban una pequeña “quema por el amoniaco”, al año siguiente se dejaba de echar purín. Se nota que en los lugares donde es escasa la tierra cultivable y  enorme el número de granjas de ganado porcino, aumenta el porcentaje de nitrógeno, que anula la validez de las granjas, con la contaminación de las corrientes fluviales.
Hay variados sistemas para lograr limpiar el ambiente de los excesos del purín,  el primero es el que ha observado el oscense, nacido en Sarvisé, de nuestra Montaña, allá en Badajoz.
Viene luego el uso de Lagunas de Oxidación, que tienen por objeto, a partir de los purines, generar y conservar la biomasa, arrojada a la Laguna, sin consecuencias tóxicas. Estas lagunas están  constituidas  por otras tres lagunas, a saber la primer anaeróbica, a continuación facultativa y la última aeróbica. No sólo es preciso mantener la limpieza, sino que es necesario conservar la biomasa correcta. No es precisa en este proceso mucha mano de obra, pero hace falta una formación del encargado de la Laguna para controlar la biomasa contenida en la misma. Estos encargados de la granja han de controlar la biomasa, trabajando con el uso  del pH, del oxígeno disuelto de la temperatura y de otros detalles para deformar la biomasa existente, en otra, que compagine  con la salud de los cerdos en  la granja y  con el sano consumo de su carne.
Pero a la humanidad se le presenta un grave problema para transformar los purines del cerdo, a saber cadáveres, orines y defecaciones, en energía eléctrica, calor y agua. Y ahora  se siente la necesidad de hacer un tratamiento integral para evitar la contaminación del suelo y de las aguas, con el objetivo de obtener un agua pura para regar o para consumir y por otro lado obtener de los purines, un abono orgánico, que haya perdido amoniaco y fósforo.
Después de someter a los purines a la ausencia de oxígeno (anaerobiosis), con la adición de unas bacterias se produce un biogás,  rico en metano, que sirve para obtener un eficaz combustible, que produce energía y calor. Hay que conseguir acabar con el sobrante del nitrógeno y del fósforo, que son los crueles contaminantes de los suelos.
Por tanto hay que llegar a la  desnitrificación  y  desfosfatación  del purín, para obtener agua y abonos, que colaboren con el ecosistema.
Hay una dificultad enorme para obtener estos propósitos y es la economía, pero ante dificultades tan enormes como el fósforo y el amoniaco, es imposible mirar otro objetivo, con el consuelo que hace pensar que en unos cinco años, con el agua,  el abono y la energía del gas metano, se pagará la innovación de las granjas con posibilidad de desarrollo.
Los cerdos, como cuenta Orwell en su obra “Rebelión en la Granja”, se sublevaron contra el poder del hombre. Esta fue una sátira contra el estalinismo, pero que trasladada al tema del purín, hace desanimar al hombre para modernizar las granjas, entre otras cosas por la crisis monetaria, que nos ahoga. Dice Orwell en “Rebelión en la granja: “El hombre es el único ser que convive sin producir. Sin embargo es dueño y señor de todos los animales. Los hace trabajar, les da el mínimo necesario para mantenerlos y lo demás, lo guarda para él. Nuestro trabajo es laborar la tierra, nuestro estiércol la abona y sin embargo, no existe uno de nosotros que posea algo más que su pellejo”. Eso dicen los cerdos y el hombre si quiere compatibilizar con el medio ambiente, ya  posee la tecnología suficiente para transformar la industria de las granjas porcinas, pero el enorme gasto económico  que la dificulta, sobre todo en estos periodos de crisis, le frena su actividad.
A mí me ha inspirado Georges Orwell en este asunto de los purines de los cerdos, porque en la Guerra Civil española, después de ser herido en Monflorite, lo trasladaron a un huerto de propiedad de mi padre, situado en Siétamo. De aquí lo trasladaron a Tarragona y desde esa ciudad huyó de España,  por temor al comunismo. Siempre que voy al huerto, me acuerdo de Orwell.
La sociedad debe preocuparse de estos problemas de la alimentación del hombre, pues en ella se encuentran ciudadanos, en este caso de noventa años, que hace unos treinta, en un viaje a Alemania, se trajo unos veinte libros de producción industrial, en los que encontró varios aparatos, para producir gas metano y rebajar,  al mismo tiempo, la toxicidad del amoniaco y del nitrógeno. Me enseñó esos dibujos productores de metano hace ya varios años y estos día del año 2014, al leer los periódicos, que comunicaban el problema de la subsistencia de las granjas de cerdos, me los ha vuelto a mostrar.

Si la Sociedad se hubiera ocupado del problema de los purines, de la misma forma que el Guarda Forestal Jubilado Alfonso Buil,  nacido en San Román de Morrano, en el Señorío de Aniés, estaríamos tranquilos,  consumiendo jamón

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