Mirando la fachada del Gran Casino, desde el surtidor, que preside la Plaza de Navarra, goza uno en contemplar, un edificio modernista, que semeja un castillo- fortaleza, de aquellos que impresionan en el Valle del Loira, al otro lado de los Pirineos. Es blanco el color de sus fachada y sobre esa pantalla, se destaca un cuerpo en su centro, sobre el que se alza una corona, con un reloj que preside el tiempo del Casino, de la Plaza y de los buenos y malos momentos, por los que ha pasado la ciudad, desde los primeros años de su construcción. Cuando he podido escuchar el sonido nostálgico del reloj, me ha llenado de recuerdos de Huesca. Hasta dicho reloj está decorado por plantas clásicas y por otras partes, como en los lados de las ventanas, por columnas, todavía más llamativas que las corintias griegas, y los balcones por complicadas líneas curvas, que hacen soñar en la felicidad, que buscaron, entre otros muchos Manuel Camo, de cuya cabeza surgió la idea de que el arquitecto catalán Ildefonso Bonells, compusiera el proyecto en año de 1901. El cuerpo central del Casino, está coronado con un frontón y desde lo más alto, lanza el reloj sus agradables sones. En sus tramos laterales tiene adosados dos cuerpos, que parecen retirarse hacia detrás y se acaban las dos esquinas por cuatro torreones octogonales. Está estudiada la perspectiva de la fachada con una decoración modernista, que se abre con una enorme terraza con la que no sólo adorna su aspecto, sino que abre un lugar, para que el público, al mismo tiempo que toma el sol, converse sentado junto a sus veladores, del pasado y del futuro.
En esa terraza, los ciudadanos que está sentados alrededor de los
veladores, contemplan la elegancia de la decoración modernista de sus balcones
y ventanas y sobre el frontón, suena el reloj. La gran superficie de la
terraza, completa la misión lúdica o de alegría del público, como llena de gozo
el ojear los adornos vegetales, que están tallados en la puerta de entrada al
interior del Casino, por Francisco Arnal, que constituyen un modelo de
ornamentación modernista, más conmovedores de Huesca. Atravesado el portal o
enorme portón, en el vestíbulo, envuelto en cristales de colores y de bellas
flores en sus muros, se encuentra uno con
la escalinata, con sus bellos pasamanos, y presidiendo desde un rellano de
escalera, que se divide en dos, se alza la imagen de Manuel Camo, el que
trabajó por Huesca, no dejándole a su esposa de casa Baquer, ni un solo céntimo. Una vez en
los salones del primer piso, se queda uno admirado por la decoración con
pinturas murales, la decoración de los
salones y es preciso fijarse en el mobiliario, por ejemplo en las mesas en las
que se leen los libros de la Biblioteca.
Es llamativo el contraste entre
el color blanco de las fachadas y en los salones interiores son las pinturas de
tonos suaves, entre los cuales se encuentra el rosa, el naranja, el azul o el
color de marfil, que exhiben los elefantes. Todos son colores suaves, sobre
todo los que adornan la escalera, donde se encentra la figura de Manuel Camo.
En el año de 1900, se puso de
acuerdo con los socios del Círculo Oscense, su presidente Joaquín Lalaguna Sanz
para construir en edificio modernista que represente de algún modo, la
ideología liberal. Inspirados por Don Manuel Camo Nogués, que fue fundador del
Diario de Huesca, encargan al arquitecto Ildefonso Bonells, la realización del
proyecto. Al contemplar la decoración pictórica de Pascual Aventín y las tallas
en madera de Francisco Arnal, siente uno los deseos de contemplar el interior
del Casino.
El año 2007, el Gobierno de
Aragón declaró al edificio del Círculo
Oscense, que también conocemos por Casino, con categoría de Monumento.
Es el Casino o edificio del Círculo
Oscense una importante muestra del
modernismo en la capital oscense, que gracias
a su elevación, se generó la Plaza, hoy de Navarra. Lo creó el Partido
Liberal, fundado en 1877. Desde su elevación entre 1901 y 1904, a lo largo del
siglo XX, recuerda luces y sombras en los ciudadanos oscenses. A lo largo del
siglo XX, hubo un ímpetu acelerador del progreso de Huesca y por renovar
costumbres, ya pasadas de moda. El analfabetismo era en Huesca del 80 por
ciento y los que no sabían leer, buscaban aprender, tratando de interpretar los
escritos del Diario liberal de Huesca.
¡Cómo cambiaron las costumbres
desde el año 1349, en que se publicó un fragmento de la Ordenanza Municipal de
Huesca!. En ella se lee “que ninguna mercadería se compre nin venda entre
ningunas personas, faulando en algarabismia nin en basquens”.A principios del
siglo XX, se fundó el periódico conservador “La Tierra” y en él Ramón J. Sender
fue redactor del mismo, durante unos
años. Su hermano Manuel Sender, alcalde de Huesca, fue fusilado al comenzar la
Guerra Civil.
En años pasados el analfabetismo
era del 80 por ciento de la población, hubo una cruel Guerra Civil y ahora te
encuentras con miembros del pueblo, amenazados por la necesidad, porque pasando
por el torreón octogonal, que se
encuentra a la izquierda del Casino, sentado en un banco, me encuentro algunos
días a mi amigo José Alonso. Tenía ganas de verlo, porque me dijo el vendedor
de los Iguales, que tiene su garita frente al banco, en el que se sienta José, que había pasado el invierno en el Hospital.
Pero ¡qué alegría sentí al encontrarlo, con cuatro carpetas, llenas de dibujos
y entre ellos destacaba un águila, posada en un lugar elevado y mirando hacia
la tierra baja. Es raro que José viese en los Pirineos un bucardo, de cuya
visión se quedó admirado y no pudo menos que retratarlo con un bolígrafo. Pero
sobre la belleza de los cuerpos de animal está la belleza de la mujer, que
fascina en la Calle de Lanuza, que retrató con rapidez, pero no sólo presentaba
la hermosura de esta mujer, sino que luego retrató a Dolores, de cabellos
negros, que nos recuerdan los dolores pasados por las mujeres en el amor.
Al ver tanta belleza, producida
por José, en cuyos bolsillos entran cada mes, unos trescientos euros, lo invité
a tomar un desayuno, en el inmediato Bar, que se encuentra en el torreón
octogonal del Casino y al que se sube por una semi escondida escalera. Quise
completar la belleza de los dibujos del pobre José, con la que satura los
espíritus del que entra en el Casino, invitándolo a satisfacer su estómago con
un vaso de leche, acompañado por un pastel. Al subir la pequeña escalera, contemplamos
la belleza de aquel espacio, donde se
posan los veladores y se divisan las largas y luminosas ventanas, que permiten que
el sol ilumine a los ciudadanos, cuyos rostros acaracia. Una vez dentro del
Bar, algunos nos miraban y nosotros admirábamos los aparatos de luz, colgados
del techo por unas cadenas doradas, que sostenían unos aparatos de cristal
semiesféricos, de color blanco viejo y que eran semiesfericos.
En medio del mostrador hay un
cuadro de relieve, que representa a una mujer, rodeada de flores artificiales y
de sus cabellos pendían unas flores artificiales, que adornaban la testa de la
dama.
José no tiene dinero y a Manuel
Camo, en 1711, cuando murió, no le quedó
tampoco ningún dinero a su esposa de casa Baquer.
Camo nos da la lección sobre el
dinero, “Porque, para Jesús, el dinero no es malo; lo malo es su acumulación
abusiva; lo perverso es la avaricia y el ansia de tener, que lleva
a acaparar. Y este es el mal que aqueja nuestra sociedad neoliberal”.
El otro ejemplo nos viene del pobre
José, que parece que nos dice:”Fijaos como crecen los lirios. Ni hilan ni
tejen, y os digo que Salomón en todo su fasto estaba como cualquiera de ellos. Pues si a la yerba que hoy está por
el campo y mañana se echa en el horno, Dios la vista así, ¿qué no haría por
nosotros , hombres de poca fe?.
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