A García Lorca, que nació el año
desastroso para España de 1898 y murió, fusilado, el año de 1936.
Mes de Junio, el de la siega de
1936, en Siétamo. Yo tenía cinco años.
Salía el sol por el Oriente,
Brillaba el horizonte y el cielo estaba azul,
los hombres vestidos con la pana
y armados con sus hoces
segaban, segaban y segaban...
Mirábame hacia
el monte y se veía,
Una enorme ventana
Con la Sierra en el Norte, como fondo,
Olivos al Oeste y al Oriente el Pueyo de Barbastro,
y delante los campos amarillos,
amarillos...
A caballo en la burra torda me
llevaron a los segadores,
Que segaban, segaban y segaban las mieses
amarillas,
E, ingenuamente como niño, seguía
yo
El movimiento de los pequeños
animales;
Cacé un insecto verde y lo
guardé, envuelto en mi pañuelo;
Lo miraba abriendo mi moquero, y
lo cerraba,
Hasta que vi en él un color
verde, como de sangre verde
Del verde y misterioso insecto,
que sangraba verde
En el pañuelo, el cual abandoné
manchado de color,
De color verde, de sangre verde y
me fui a casa,
Sin pañuelo, porque mi corazón
latía, latía, repitiendo:
"! Verde, que no te quiero verde!, !verde, que no te
quiero verde!"
Un segador encontró el pañuelo
verde
Y
"¡verde que te quiero verde!",
Lo trajo hacia mi casa, donde
parece
Que también sonaba, "!verde
que te quiero verde!".
Mes de Julio de 1936.-
Ahora ya quiero al verde, porque
"Mi manzano
Da a lo verde sus brazos" (Huerto de Marzo
de García Lorca"
Pero en el mes siguiente, el mes
de Julio, nos esperaba
El cambio del color verde al rojo
y al azul.
El rojo era de sangre humana, y
muchos se ponían a gritar:
"! Rojo, que te quiero
rojo!".
Otros gritaban lo contrario :
!Azul que te quiero, azul!".
Como en una olla hirviente por el
calor del mes de Julio,
Se impusieron los dos colores, el
rojo y el azul.
El rojo acechaba al color azul y
el de color azul,
Acechaba al color rojo.
Y los pañuelos y camisas, antes
blancas,
Iban tomando el color rojo de la
sangre humana,
Porque los hombres y mujeres,
Se mataban y se odiaban.
La luna miraba extrañada la siega
Que hicieran los segadores del
pueblo,
Y quería el color de las mieses
amarillas
Y el color anaranjado de las
naranjas y las flores
Y el verde de los prados, de las
vegas de los ríos,
Y del insecto verde al que ahora,
ya no encuentro,
Pero amo, porque he vuelto a amar
su color verde.
Y "En las gentes iban",
escribe Federico
"Las gentes iban a lo verde,
El otoño venía
Amarillo de estrellas,
Pájaros macilentos
Y ondas concéntricas.
Sobre el pecho almidonado,
La cabeza!. Párate,
Corazón de cera!.
Las gentes iban
Y el
Otoño venía.
Yo no soy andaluz, soy aragonés
pero admirador del genio de los andaluces, que están siempre en contacto con la
Naturaleza como pasa en Jaen, donde "sobre el olivar se vio a la lechuza
volar y volar, entre los olivos los cortijos blancos", y a Córdoba la
canta Federico García Lorca en su Canción del jinete, diciendo :"Jaca
negra, luna grande,-y aceitunas en mi alforja.-...Por el llano, por el
viento,-jaca negra, luna roja.-La muerte me está mirando -desde las torres de
Córdoba. "Sevilla, la Reina mora sobre las orillas del Guadalquivir a cuya
torre de la Giralda canta Gerardo Diego : "Giralda en prisma puro de
Sevilla,-nivelada del plomo y de la estrella,-molde en engaste azul, torre sin
mella,-palma de arquitectura sin semilla". En el último terceto alude a
los árabes, que formaron y forman parte
de Andalucía, al decir: "Resbala el tacto su caricia vana.-Yo mudéjar te
quiero y no cristiana. Volumen nada más: base y altura". Y ¿qué pasa con
Huelva?, pues sencillamente Pedro Salinas nos hace soñar con el Parque de
Doñana, allá en Huelva, cuando dice de
los pájaros: "Y son ellos,-fatal plural inmenso, como el mar,-bandada
innúmera, oleaje de alas,-donde la vista busca y quiere el alma-distinguir la
verdad del solo pájaro,-de su esencia sin fin, del uso hermoso?.-
Y a Cádiz, ¿"quién
podría cantarle mejor que Rafael
Alberti, en su tierra nacido? y poeta de sus mares, como cuando dice
así:"!Si yo hubiera podido, ¡oh Cádiz! a tu vera,-hoy, junto a tí, metido
en tus raíces,-hablarte como entonces,-como cuando descalzo por tus verdes
orillas-iba a tu mar robándole caracoles y algas!. Y es Federico García Lorca,
quien canta, en la Baladilla de los tres ríos a Granada, diciendo: "El río
Guadalquivir -va entre naranjos y olivos.-Los dos ríos de Granada-bajan de la
nieve al trigo...Guadalquivir, alta torre-y viento en los naranjales,- Darro y
Genil, torrecillas-muertas entre los estanques. "Y Federico García Lorca,
que fue profeta de su muerte, lo es en esta poesía de Málaga, de su condición
turística: "Suntuosa Leonarda. -Carne pontifical y traje blanco,-en las
barandas de Villa Leonarda.-Expuesta a los tranvías y a los barcos.-Negros
torsos bañistas oscurecen-la ribera del mar. Oscilando-concha y loto a la
vez-viene tu culo- de Ceres en retórica de mármol."
Almería, la provincia más seca de
toda Andalucía, donde como dice Federico en su poesía "La luna
asoma": "Nadie come naranjas-bajo la luna llena.-Es preciso
comer-fruta verde y helada". Siendo la más
árida, es hoy un enorme huerto bajo plásticos y regado por el agua de profundos pozos. Almería ha sabido pasar de la soledad al gazpacho.
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