Santa Eulalia de Gallego. |
Cuando subo a Pamplona por la
carretera de Jaca, al entrar en la noble Villa de Ayerbe y recorrer el cauce
del río Gállego, siento dentro de mí el orgullo de ser aragonés, pues unas
veces estás en la provincia de HUESCA y otras en la de Zaragoza, viendo
aquellas tierras del río Gállego, acompañadas por las Sierras de Estronad y por la de Santo
Domingo que, se introduce en las Cinco
Villas. En la provincia de Huesca está cortada la continuación de la Sierra de
Guara con la de Santo Domingo. A un lado, el de Huesca, se elevan los Malllos
de Riglos y al otro, se alzan, los
Mallos, iguales a los anteriores, en Agüero. En la Sierra de Santo Domingo se
contemplan, las zonas más vírgenes de Aragón; se encuentran inmensos bosques,
sobre los que se ven volar los buitres, y las brujas no se dejan ver, pero la gente dice que están llenas de ellas,
pero para que no entren en sus casas, en las ventanas cuelgan la planta que las
ahuyentan, es decir enebro o “chinebro”.
La mayor altura es la de Santo Domingo, de 1.500 metros de altura. En su cumbre se
venera a Santo Domingo y en la ladera, se encuentra en ruinas el castillo de
Liso. En el pueblo situado, en otros tiempos en la
Sierra de Estronad, sólo se ven las yerbas que pueblan sus ruinas, como pasa en
Salinas de Jaca, la vieja, que ya no
queda nada de ella. Cuando subiendo a Jaca, diriges el coche a Villalangua, pasas por las orillas de un río
rodeado de bosques cerrados y al llegar al pueblo, observas una “osqueta”, por la que bajaban los pastores hasta Agüero.
“Osqueta” es un diminutivo de “Osca”, como llamaban a Huesca, en la que se
entraba bajando de la Montaña, por el Salto de Roldán. Esa Osca fue abierta por
el río Flumen. Osqueta es una apertura natural en el monte, que la convierte en
camino. La soledad de aquellos bosques hace decir a las gentes que en ellos
proliferan las brujas. Por eso, en las ventanas y balcones, los habitantes de
Santa Eulalia, colocan ramos de “chinebros” o enebros y de sabinas.
Pasada la Villa de Ayerbe, después de un hotel
de aspecto noble, edificado ya hace unos años con piedras, al Oeste se entra
por una carretera que a unos seis kilómetros entra en
el pueblo de Santolaria de Galligo. En muy poco espacio de metros, hemos
salido de la provincia de HUESCA, para
entrar en la de Zaragoza. Estamos a seis
kilómetros de la Villa de Ayerbe, nombre vascongado y a la misma de Biscarrués
y a ciento ocho de la capital de Aragón, Zaragoza. En lo alto de un cerro se divisa la
ermita de San Pedro y la parroquia iniciada en el siglo XII, que fue de estilo
románico puro y dedicada, a
Santa Eulalia. Se encuentra Santolaria al Este de Ayerbe, al Norte y al Este
limita con Murillo de Gallego, también zaragozano, como se encuentra Luna en
las Cinco Villas al Oeste y con el oscense Agüero. Al Sur limita con Murillo y
con Ardisa con su Presa.
Santa Eulalia se encuentra en un
cerro de 508 metros de altura, con la ermita de San Pedro en la altura y la
parroquia de Santa Eulalia en el mismo
pueblo. Tiene unos 130 habitantes. Se encuentra a seis kilómetros de Ayerbe y a
108 de la capital de su provincia, Zaragoza. Se encuentran casas de noble
arquitectura, como Casa Arbués. En
resumen, es un pueblo con la magia del pueblo y de su ambiente, además del
misterio de sus brujas. En Huesca capital, conocí a un muchacho, que estaba hablando con
la hermosa rubia, que vende los iguales, en los Porches de Galicia y al
marcharse, le pregunté a la mujer rubia, que de donde era tal muchacho. Me dijo
que de Santa Eulalia de Gállego, a donde iba con frecuencia a ver a su padre,
pues su madre ya había abandonado la vida hacía años. Subía al pueblo donde
nació para recordar a su madre, consolar a su padre y recordar la vida mágica y
misteriosa de ese pueblo aragonés. Se acordaba de sus juegos de niño, que le
dieron ilusión para toda su vida y que le hace sentir curiosidad por todo y por todos los hombres de este mundo.
Santa Eulalia de Gallego, está situada frente
a la ribera de ese río, que, como indica
su nombre desciende de Francia o de Las Galias y que por sus orillas bajaron a
unirse a nuestros montañeses y navarros, desde el Bearn. Tomaron primero la
Villa de Almudévar y más tarde conquistaron la capital de Aragón, es decir
Zaragoza. Es agradable contemplar, desde
las calles elevadas de Santolaria de Galligo, las agradables vistas de este
río, a veces surcado por barcas deportivas, impulsadas por la corriente y por
los remos. Desde esas calles, mirando al Norte, abren una perspectiva, marcada
por la torre de la parroquia de de Santa Eulalia y la elevada ermita de San
Pedro, que presenta los Mallos de Agüero, que se miran en los de Riglos.
Por Santa Eulalia bajaban frailes
medievales procedentes de las Cinco Villas, que debieron de levantar ermitas
por aquellas zonas, donde proliferaban las brujas. Entre aquellas ermitas, se
encuentra cerca de Ayerbe, de Agüero y de pueblos como el Frago, Fuencalderas y
Luesia y a ella subían y siguen subiendo los fieles aragoneses de Huesca y de
Zaragoza a la ermita de Santa Quiteria, en romería para la Pascua de
Resurrección. Se celebra una Misa solemne y se repartía pan blanco bendecido.
Llevan los asistentes “comida de alforja”, pero ya no comen sólo el pan bendito, sino que
se recrean con melocotón con vino. El día de Viernes Santo, peregrinan por sus calles rezando el
Vía Crucis, con un espíritu interior que les lleva a procesionar por la noche, apagando todas las bombillas,
que suelen cada noche iluminar dicha calles. Sólo dejan iluminadas, además de sus espíritus, bombillas y velas que
encienden en las ventanas y en los balcones de sus casas. El dieciséis de
Agosto se celebra la Fiesta de San Roque, que era francés, pero intervino en
España en la mejora del Camino de Santiago. Es curioso como San Francisco de
Asís fue amigo de los animales, pero San Roque amaba a un perro que le salvó la
vida, y del que se guarda un recuerdo cariñoso en Cataluña y entre los devotos
de San Roque, incluso en Santa Eulalia de Gallego. En Casa López se conserva un
oratorio, donde se venera a Santa Lucía e imponen a los fieles los “ojos de
plata”.
Desde sus calles se pueden contemplar
las barcas que, haciendo deporte, bajan por el río y al alcanzar a Murillo de
Gállego, se pueden ver y se puede hablar
con los remeros., como también se puede hacer lo mismo en Santa Eulalia de
Gállego.
¡Qué zona aragonesa tan bella y
tan noble como aquella en que se encuentra Santa Eulalia de Gállego!, pero ¡qué
tristeza se apodera de nuestros espíritus al contemplar la escasa población de
seres humanos, con la supuesta abundancia de brujas por aquellos bosques!.
El río Gallego baja desde Francia
hasta Zaragoza y por aquellos caminos bajaban los bearneses, que unidos a los
aragoneses, crearon esta tierra aragonesa. Estuvimos unidos a Francia por el
ferrocarril de Canfranc, pero ahora están unidas las regiones nacionalistas de
Vascongadas y Cataluña por los más modernos ferrocarriles. Y esta tierra del
río Galligo o Francés, tiene que vivir aislada de Europa.
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