martes, 11 de enero de 2011

Los gnomos de Abrisén


Cuando subo desde Fañanás a Siétamo y paso por Abrisén, que para algunos significa “bosque de encinas”, me encuentro solitario ante un magnífico paisaje, que lo fue mucho más en antiguos tiempos. Aquella zona está atravesada por el río Guatizalema, que con la presa o azud de Abrisén, riega la llanura aluvial, que sube de Fañanás hacia Siétamo, convirtiéndose en saso, que posee una tierra roya, llena de guijarros y casi en lo más alto de la cuesta, se ven los restos de la antigua iglesia de la población de Abrisén. Dicha torre era de planta cuadrada, de buen sillar, bien labrada, lo que indica que sus gentes vivían cierto estado de riqueza o con bastante holgura.

Abrisén es una palabra prerromana, que parece ser una combinación del vasco- ibérico con algún término celta; la letra A del celta, quiere decir altura y la sílaba ar o ara, en vasco significa río. En nuestra provincia tenemos el río Ara y el río Aragón, entre otros. El nombre de Abrisén coincide con la altura en que se encuentra y con la palabra río, en este caso el río Guatizalema, del que se suministraba de agua. Lo de brisén tal vez tenga algo que ver con la palabra celta briga, que significa cerro, monte o acrópolis.

Queda debajo del saso la terraza aluvial, donde se podían ver enterramientos de tébula o losa de los antiguos pobladores romano tardíos y los primeros cristianos visigóticos.

Al contemplar aquel paisaje tan hermoso y tan abandonado que se ha quedado prácticamente vacío, uno piensa en aquellos que en sucesivos tiempos lo poblaron.

Pienso a quien podía preguntarle por aquella tierra y por quienes la poblaron y por los conejos, los jabalís, las liebres, las perdices y las codornices, además de por los ánades que todavía yo he visto que criaban en las orillas del río Guatizalema. ¡Qué fácil me resultaría la solución si creyera en los gnomos, como un gran amigo mío que me dice que los ha visto y ha hablado con ellos en las cercanías de la Ermita de San Cosme y San Damián!.Yo le pregunto que es lo que comen y me dice que se alimentan con yerbas silvestres; afirma que tienen una vida, que se prolonga durante unos setecientos años. Otro amigo me mostró una fotografía de un paraje de la misma Sierra y en ella se adivinan numerosos rostros de esos seres tan simpáticos y uno no sabe si son espíritus o cuerpos materiales, pero no pueden ser cuerpos, pues no se ven por ninguna parte, ningún resto de sus ropas ni de sus cuerpos.

El gnomo es como un espíritu bromista, del que dicen que daba sustos y chanzas a los hombres o les sustraía pequeñas pertenencias a los transeúntes que pasaban por los bosques donde ellos habitaban. Al transitar por el término de un antiguo pueblo desaparecido, pensé que su actual belleza fue superior en tiempos pasados, pues los encinares ancestrales, actualmente espesos y lúgubres, lo serían más; lo serían tanto que transitar por ellos, durante las horas posteriores al crepúsculo, donde el miedo y la superstición de los primitivos habitantes hispanos, los hacían creer en espíritus, hadas, gnomos, meigas y súcubos o demonios. A tales seres creían verlos u oírlos en los diferentes movimientos que se producían como efectos de los diferentes accidentes atmosféricos y naturales, que se siguen dando, aún hoy en día y producen en toda la zona poblada por un denso y primigenio bosque.

Desde la altura de Abrisén, mirando al río, se ven en sus orillas unas escaleras picadas en la piedra de sus orillas y cerca de ellas hay como una balsa picada también en la piedra, en la que echaban el agua del río para beber los hombres y los animales. Parece ser que la subían usando el procedimiento que se usa todavía, para sacar agua de las balsas de los hortales; Sobre dos o tres pies de ramas de árbol se coloca una pértiga larga en su parte central y en un extremo se instala un contrapeso y en el otro un cubo, que se hunde en el agua y ayudados por ese contrapeso, los hombres sacaban el agua del río y la echaban en la balsa. Los gnomos prefieren estos sistemas energéticos que no envenenan el aire con óxido de carbono. Yo no sé si son ellos los que hacen propaganda de la energía eólica, en estos tiempos modernos.

Para los celtas y los celtíberos que vivían por los bosques españoles, las encinas eran sibilas sagradas, a las cuales acudían los druidas a sus reuniones y a recoger la planta sagrada del muérdago. Siempre que se iba a arrancar una encina, se realizaba una ceremonia sagrada, en la que pedían perdón al árbol y a la Naturaleza, antes del desarraigo de dicho árbol. Es que la encina proporcionaba a los habitantes de estos bosques la alimentación, pues de las bellotas se extraía la harina, con la que fabricaban el pan y con sus ramas se calentaban y en aquellos bosques se mantenían sus ganados. Entonces las abejas no tenían problemas que les dificultasen la vida y producían cantidad de miel, que aprovechaban aquellos primitivos iberos y celtas para su alimentación, pues con la miel hacían cantidad de platos y bebidas, algunas medicinales. Quedan en aquel saso unas cuatro colmenas, que se encuentran medio ocultas entre las carrascas y lejos de tierras de cultivo, donde se lanzan herbicidas y otros productos que las aniquilarían.¡Cómo conserva el dueño de las colmenas las aficiones de aquellos antiguos pobladores!. Igual que en Abrisén vivía un enorme bosque, en Blecua existía otro mayor y en dicho pueblo están esperando la investigación de un gran cementerio ilergete.

No les pregunté a aquellos seres tan inteligentes y tan amigos de la Naturaleza, pero pensando en ellos, se me abrieron varias respuestas a mis inquietos pensamientos. Yo lamentaba la escasez de arbolado, de hombres y de animales que quedaban en aquellas terrazas aluviales y en los sasos más elevados y resulta que aquellos gnomos, dicen que estaban en aquellas zonas para evitar la desaparición del hombre y de los animales y para ello intentaban introducir en las mentes de los humanos explicaciones de la conservación de la Naturaleza y aquellos primeros habitantes hacían caso a esas ideas que les comunicaban los gnomos, pero al llegar la invasión árabe de España y su Reconquista, con la política de tierra quemada, toda la riqueza arbórea se destruyó totalmente, tardando luego muchos años en repararlos y todavía no se ha conseguido la recuperación de esos numerosos bosques, como el que había en Abrisén.

En Huesca desde el año mil al mil cien, desde una línea que iba desde Agüero, Murillo, Sarsa-Marcuello, Loarre, con sus castillos, Aniés, Santolaria, Abizanda con sus torres de vigilancia, Ainsa, etc., hacia el norte estaban los cristianos y hacia el sur los moros.

Y la política de tierra quemada dio vida a la guerra, para llevar al mundo a su destrucción, abriendo caminos que llevan a la humanidad a su muerte. Llegaba la época de la siega y los cristianos obsevaban los campos ya “segaderos” y se lanzaban sobre ellos para segar la mies que necesitaban para comer el pan de cada día y tras de aquella siega, encendían los campos y los bosques. A veces ocurría el hecho contrario, cuando los moros estaban fuertes y acudían al norte a devolver la política de la tierra quemada, siendo Almanzor un maestro en el ejercicio de tan guerrera política.

Después de la Guerra Civil, han ido desapareciendo los habitantes y la fauna de esos territorios. Sigue pasando el río Guatizalema por el mismo cauce y mirando al sur y a la misma orilla del río, se ve el tozal sobre el que reina la ermita de Bureta, con su Virgen, a la que ya no puede saludar la Virgen que estaba en Abrisén, porque ha desaparecido.¡Memos mal que aunque ya casi no queda gente por aquellos términos, hay hombres y mujeres, que viven en Huesca y se acuerdan de ir a visitar a la Virgen de Bureta!.

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