miércoles, 27 de junio de 2012

Gracián y San Lorenzo



Baltasar Gracián en su obra El Criticón, dio vida a Critilo  y a Andrenio. Comienza su obra con el naufragio de Critilo y su salvador el ignorante Andrenio, al que después formó   Critilo para salvarlo de los múltiples posibles naufragios morales, a los que da ocasión la vida humana. Esta actitud dicen que les llevó a la inmortalidad junto con su creador Baltasar Gracián, pues en El  Criticón explica  “la relación que va a darse…entre Andrenio, sólo crecido en la naturaleza, niño sin saber hablar aún, y Critilo, experimentado en la prudencia y mostrador de ella”.

Gracián sin comparar a Andrenio con Rómulo y Remo, también criados por las fieras, concretamente por lobos, se ve impulsado por las clásicas epístolas de Séneca a Lucilio y parece compartir con Erasmo el Elogio de la Locura, para demostrar “ el carácter ficticio y engañoso que presidía la universal locura humana”. Escribe “hay a veces entre un hombre y otro casi tanta distancia como entre el hombre y la bestia, si no en la sustancia, en la circunstancia, si no en vitalidad, en el ejercicio de ella”.Coincidía este pensamiento con los principios de la Contrarreforma, que del pecado original hacía una clara condición de los humanos. Ya se habían pasado con los siglos aquellos viejos “dichosos tiempos”, que Cervantes había ya dado por acabados, al terminarse aquella época en que los hombres “ no conocían las palabras tuyo y mío”.

Gracián ante tan graves  problemas que se presentaban al hombre, sintió la necesidad de escribir, ya que su vocación se lo pedía y resultó ser un gran escritor, basándose en los escritores antiguos, como Séneca, Tácito, Platón, Aristóteles, Marcial y en los refranes recogidos por el pueblo a lo largo de los siglos y trató de educar  los “ojos del alma”, para que existieran muchos seres humanos que supieran sobreponerse al mal comportamiento, porque “hay a veces entre un hombre y otro casi tanta distancia como el hombre y la bestia; si  no en vitalidad, en el ejercicio de ella”. Se preocupa Gracián  de que los hombres puedan leer sus libros, pues necesitan conocimientos para defenderse de los otros y por eso no elige para combatir la injusticia humana procedimientos como el “apartamiento”, la elevación del espíritu ni el recogimiento ni exalta el espíritu del Evangelio.

Pero Baltasar Gracián al darse cuenta de la maldad del enemigo de Lorenzo, que era “justo equitativo y saludable” se da cuenta de que tiene necesidad de convertirse en un héroe evangélico,  pues dice: ” no puede la grandeza fundarse en el pecado, que es nada, sino en Dios que lo es todo”.Y al final de su Oráculo Manual y Arte de Prudencia dice que al hombre “tres eses hacen  dichoso: santo, sano y sabio”. 

Pero el mismo Gracián reconoce que hay personas perversas, que hacen que la diferencia con otras discretas con su voluntad y entendimiento, que ven crecida su discreción con su juicio y su ingenio, al decir: ”hay a veces entre un hombre y otro casi tanta distancia como entre el hombre y la bestia; si no en la sustancia, en la circunstancia, si no en vitalidad, en el ejercicio de ella”.

Y en los diálogos que tenía con su perseguidor, Lorenzo utilizaba su sabiduría y su discreción, que no eran atendidas por él y su sabiduría y su discreción se veían atacadas por los tormentos, que tuvo que aguantar imitando a Cristo, como “la cárcel, azotes con escorpiones, varas y cordeles emplomados, planchas de hierro hechas ascua. Por último fue asado vivo en unas parrillas, donde consumó el martirio”.

San Lorenzo fue hijo de los santos Orencio y Paciencia y le dieron una educación muy cristiana y correspondió a ellos con “una inclinación como nativa a todo lo que era virtud”. Su corazón era tan “noble, intrépido y generoso”, que Baltasar Gracián encontró “en nuestro cristiano un héroe”.

Y así lo alaba y proclama como héroe con su estilo exageradamente barroco en su obra El Héroe: ”Mas apreciando los héroes verdaderos, equivocan en Augustino (San Agustín) lo augusto con lo agudo y en el lauro (Lorenzo) que dio Huesca para coronar a Roma compitieron la constancia y la agudeza”. La palabra Lauro está relacionada con el laurel, que ya entonces y ahora sigue empleándose para fabricar coronas triunfales para los santos y para los héroes en general. Dice que Huesca dio un Lauro o un Lorenzo para coronar a  Roma, donde en la iglesia de San Lorenzo compiten “la constancia y la agudeza”, por ejemplo en el mármol que los fieles romanos exhibieron, manchado con la sangre del mártir San Lorenzo, hace ya cerca de dos mil años y que aún ahora está expuesta a los fieles.

Hay que admirar también la “constancia y la agudeza” de los oscenses, que en un cuadro de la sacristía de San Lorenzo, pensaron pintar a San Sixto con San Orencio y Santa Paciencia,  donde hoy se encuentra situada la Ermita de Loreto, donde cultivaban sus tierras. Estaban allí entregando a San Sixto  a su querido hijo, al que vino a buscar ese San Sixto II, que fue Papa. También demuestra agudeza la ciudad de Huesca al representar el fuego que abrasó a San Lorenzo, dándole a la fachada de su iglesia la forma de una parrilla.

El mismo Gracián se da cuenta de que entre los héroes hay algunos en los que “reina el corazón, en otros la cabeza; y es punto de necedad querer uno estudiar con el valor y pelear otro con la agudeza”

Como héroe, reconocido por Gracián, poseía “un corazón noble, intrépido y generoso”, pero San Lorenzo además pensó en la doctrina “que cura sorderas espirituales y protege a los cristianos contra las pérfidas doctrinas de los malvados”.

Hemos visto como San Lorenzo era santo, pero también era sano, pues había nacido en tierras vasco-ibéricas, que más tarde crearían el Reino de Aragón al “ que los extranjeros llaman la buena España”.”¿Qué te parece de esta nueva región?-dijo Critilo-.¿No percibes qué aires estos tan puros?.Así es, respondió Andrenio.¡Qué buen puesto éste para tomar alimento y asiento!”. San Lorenzo estaba acostumbrado a repartir alimentos entre los pobres de Roma  y tenía no sólo cuidado para que sus prójimos pudieran comer, sino que observando uno de los cuadros de la sacristía, se ve como se preocupaba por su higiene y por la limpieza de sus ropas, al contemplar a San Lorenzo arrodillado en el suelo, en el que lava a un ser humano, no sólo como su prójimo sino como hijo de Dios, como él mismo.

Y como hermanos consideró a los habitantes de su ciudad natal,  la Osca que estaban romanizando y también a ellos quiso combatirles el hambre del espíritu, pues a ellos les envío el Santo Grial, para que comieran y bebieran el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Y los oscenses conservan la tradición de estas historias y leyendas, como lo dejan ver, cuando la Cofradía del Santo Cáliz sale cada año en la procesión del Viernes Santo.

Y se ve también esa constancia leyendo la Crónica del Alba de Sender, en la que coincide con Baltasar Gracián al decir que “los tres hombres y mujeres más necesarios al fundamento de la grandeza son los santos, los poetas y los héroes”.Añade:”De tres clases de hombres (y mujeres), está hecha de fortuna y de gloria esta tierra. Los unos  con  ... su corazón amoroso de Dios y de los hombres…su disposición a ayudar a los demás y vivir sin tener más presencia que la sombra de las virtudes. Estos hombres son los santos”.

Y son constantes los oscenses en el culto a San Lorenzo, porque siempre se ven personas que suben a Loreto a rezarle al santo y cuando pasan por la Torre de Farina, ante una cruz que hay al lado del camino, se vuelven de espaldas y lanzan piedras sobre la base de la Cruz, como aquel que quiere hacer olvidar lo que se hizo sufrir al santo. Y en  tiempos de Felipe II, imitándole en la elevación del Monasterio del Escorial, levantaron, con su ayuda, el Monasterio de Loreto.. Y es que hay una identificación de los oscenses con su Patrono, porque ven en  ´´ él un vencedor” y no sólo con laurel, sino con albahaca; el pueblo quiere mantener verde, como las flores el recuerdo de San Lorenzo y para ello renueva su verdor, llenando de albahaca todas sus imágenes y arrojándosela cuando pasa su imagen en la procesión laurentina. Y es que esa albahaca con su color y con su aroma recuerda a los oscenses que es como un remedio “eficaz de muchos males”, contra los que el santo lucha, entre otros “cura las sorderas espirituales y protege a los cristianos contra las pérfidas doctrinas de los malvados”.

Y no sólo manejan los oscenses la albahaca ante las imágenes y en la procesión, sino que la llevan los mozos en el bolsillo de su blanca camisa y las mujeres en el pelo, cuando van a los toros y a las fiestas. Pero lo que más impresiona es ver como en tanto que prolifera el color verde y el aroma de la albahaca, en la iglesia de San Lorenzo y en todas las calles de Huesca, cuando  vas el día diez de Agosto al Cementerio, se ven ramos de esa albahaca por multitud de tumbas de oscenses, ya pasados por este mundo, pero que sus hermanos y amigos y descendientes los quieren tener unidos a su Santo Patrono San Lorenzo. Ellos, allá arriba ya gozan  de su presencia, pero la albahaca en el Cementerio, une a los oscenses vivos con San Lorenzo.

Los héroes y los santos son inspiradores del arte y al llegar San Lorenzo se escuchan orquestas, bandas de música y el pueblo canta jotas y la danza se pasea por las calles de Huesca y los danzantes golpean con sonidos metálicos sus espadas y con sonido de golpes de madera sus palos y saltan y se contraen y se estiran al son de la música, que entusiasma a la gente y entra en un éxtasis de gozo cuando llegan los danzantes y se ríen y lloran  y gritan con entusiasmo y al pasar, esperan que vuelva otro año, para unirse al Santo, para volver a pedirle sus gracias, que las obtienen porque tienen fe en el héroe y santo oscense y con él se identifican.

Según escribe Joaquín Lomba, en Aragón ha habido varios hombres de distintas religiones que se han esmerado en ser maestros del espíritu. Tenemos en primer lugar a Avempace, musulmán de Zaragoza, donde nació el año mil ochenta y cinco. Fue el filósofo que dio cuenta a Oriente y a Occidente de las doctrinas de Aristóteles. En su obra El Régimen del Solitario dice: ”Con la corporeidad el hombre es un ser existente, por la espiritualidad, es más noble; y por la intelectualidad es un ser divino y perfecto. Así pues, el que tiene sabiduría, es necesariamente un ser perfecto y divino”.Este Avempace influyó en la obra del Criticón de Baltasar Gracián.

Abu-Fahm ibn al-Tabban era otro zaragozano que escribió: ”La razón y la fe son dos luminares-que el alma humana restauran y sus ojos aclaran.-Enseñaron los entendidos varones de consejo,-que la razón es el luminar del alma,-y le proporciona en todo momento escondida luz;-gira a su alrededor a fin de enseñarle-a andar del Señor por los rectos viales”.

Vemos como los musulmanes coinciden con Baltasar Gracián en el estudio de los libros que se cuidan de la razón y de la fe.

El Alcalde de Huesca envió al Príncipe de Asturias el Criticón, para que pensara racionalizando sus pensamientos.

Vemos como ahora que vienen de nuevo a España muchos musulmanes y se está estudiando la forma de que estudien su religión; en cambio se están estableciendo dificultades para la enseñanza de la fe en la que creyó San Lorenzo.
















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