El día once de Marzo del año 2004, en la zona norte de los
ferrocarriles madrileños, los terroristas mataron a cerca de doscientos seres
humanos e hirieron a una multitud. Ahora todos los tenemos presentes, pero más
tarde, ¿nos acordaremos de ellos?
Parece que los hombres no
guardamos siempre la paz entre nosotros y siempre hay nuevas víctimas, que se
olvidan. Por eso yo quiero recordar hechos
guerrilleros que se produjeron en nuestra tierra. Habían ya pasado los
tristes días de la Guerra Civil, cuando yo cumplía nueve años, pero llegó el
año 1944 y estando estudiando cuarto de bachillerato teniendo ya catorce años,
me enteré de que cerca de Angüés, a saber en Barbuñales, el pueblo donde nació
el gran Azara, habían matado los maquis al
cartero y a su hijo. Se me puso un miedo atroz, pero no sólo a mí, sino
también a muchos coprovincianos. A muchos pastores les interrogaban sobre la
presencia de maquis y les registraban sus casas, llegando incluso a denunciar a
alguno de ellos, como a uno de Echo. Pero no sólo ocurrieron estos
acontecimientos en tal lugar sino que lo mismo pasó en Agüero y en el viejo
Salinas de Jaca, según me contó uno de sus hijos, que hoy vive en la capital.
En Nocito vivía Angel Allué con unos dos años de edad y escuchaba más tarde a
sus padres y vecinos, comentarios sobre los maquis, que habían venido por el
pueblo después de la Guerra Civil, aproximadamente por el año 1944 o 1945.
Había que darles a los guerrilleros alimentos y si no los entregaban “te ponían
la metralleta en el pecho”.Uno les daba tocino, el otro peras y alguno aceite.
El asturiano Angel Alvarez, que tomó parte en la invasión del Valle de Arán, el
19 de octubre del año 1944 escribió: ” no podíamos involucrar a los campesinos
aragoneses para que no se tomaran luego represalias la Guardia Civil o los
militares”, pero sin embargo sonsacaron casas enteras y debajo de San Urbez
hicieron el rancho a base de huevos, patatas, arroz, etc. Muchos pueblerinos
vivieron sumidos en el terror y en el silencio. Allá, en Nocito, no mataron a nadie, pero cuentan que cuando
bajaban de Sarsa de Surta a Bellostas tres guardias civiles, seis maquis los
mataron, pero el más joven aguantó mientras tuvo munición y luego lo mataron
con su misma pistola, que más tarde encontraron en Peña Montañesa, cerca de
Laspuña, que se encuentra en la orilla derecha del río Cinca, debajo de Bielsa
y encima de Aísa.
No me extraña que apareciese la
pistola del guardia civil en la Peña Montañesa, pues en ella se instaló el grupo
de maquis dirigido por Joaquín Arasanz, que dirigía la Agrupación Guerrillera
del Alto Aragón, y estableció su base en dicha Peña.
El fenómeno de los guerrilleros
tuvo su origen en la terminación de la Segunda Guerra Mundial; en ella
participaron una gran cantidad de españoles, que eran refugiados de nuestra
Guerra Civil del año 1936. Al verse libres de la Guerra Mundial pensaron en
continuar su lucha contra las tropas de Franco. Efectivamente se creó la
operación militar llamada “Reconquista de España”.
Pero el año 1944 en España se
fortificó la frontera y De Gaulle en
Francia prohibió a los guerrilleros españoles permanecer dentro de los veinte
kilómetros próximos a la frontera española. A consecuencia de estas circunstancias,
la dirección de aquel ejército, dispuso la formación de numerosos grupos
guerrilleros; es decir que en lugar de crear un ejército que debía liberar una
zona dentro de la península, en la cual se establecería un gobierno
provisional, fueron pequeños grupos de guerrilleros maquis los que habían de organizar una guerra de
guerrillas.
Yo he sido veterinario de Blecua
y Torres de Montes, que se encuentran solamente a unos veintitantos kilómetros
de Huesca y unos diez o doce de Siétamo, por donde baja una cabañera desde la
Sierra de Guara y pasa luego por Torres y por Blecua y sin embargo no sabía
nada de aquella batalla que si no hubiera existido la suerte hubiera producido
una gran cantidad de muertos.¿Qué batalla fue aquella?, simplemente me la contó
Maximino Mora, natural de Pueyo de Fañanás,(muerto en este año de 2012), el día
catorce del mes de enero del año 2002.Tenía Maximino, entonces, setenta y cinco
años de edad, lo que nos indica que cuando ocurrieron los hechos que me contó,
que sería por el año 1945, tendría unos dieciséis o diecisiete años. Se pudo
llamar la lucha entre maquis y tropas del Ejército y fuerzas de la Guardia
Civil, la Batalla de San Gregorio.
La ermita de dicho santo se
encuentra al lado de la citada cabañera, en el monte de Blecua y cerca de Pueyo
de Fañanás y de Torres de Montes. Por alrededor de la Ermita de San Gregorio se
encontraba Maximino con su padre y unas ovejas y corderos que habían traído a
tal lugar para apacentarlas. Cuando allí estuvieron se dieron cuenta de la
presencia en la ermita de unos cuarenta y ocho maquis, armados con subfusiles y
bombas de mano.
El jefe de los maquis, que era
hijo del carpintero de Grañén, hablaba con Maximino, que era poco más que un
niño y le obligaba a acompañarlos a las
canteras de Robres, enseñándoles el camino. El no quería, pero le dijeron que
tenía que acompañarles “por narices”.
En estas discusiones se
encontraban cuando se oyó un disparo que causó la muerte de un muchacho, que
iba vestido de paisano pero que estaba de
soldado en Jaca y era hijo del caminero de la carretera de Blecua, donde
vivía. Parece ser que murió por error de alguien que lo confundió con uno de
sus enemigos. En aquellos momentos parecía que se iba a quebrar la tranquilidad
de la Ermita, porque se empezaron a juntar en la zona unos sesenta guardias
civiles de Pertusa, de Angüés y de Huesca. Parecían tener como lugar de unión
un tozal que está cerca de san Gregorio. Los de Huesca iban en dos camiones
cerrados y no llevaban tricornio sino gorro militar y llegaron por la carretera
de Pueyo desde Huesca, mientras los de Pertusa entraron por el monte de
Antillón y los de Angüés por Blecua. Los militares que serían unos ciento
veinte, estaban a unos cuarenta metros de San Gregorio, a donde podían llegar
con sólo cruzar la cabañera.
Los maquis al oír el disparo se
alarmaron y el segundo jefe de los maquis quiso disparar contra la Guardia
Civil, pero el Jefe, más prudente, le
dijo que no disparase, porque lo que tenían que hacer era irse inmediatamente.
Al principio intentaron salir por
donde se encontraban los seis civiles de Pertusa, que era la fuerza menos
numerosa y entonces fue cuando se entabló el combate. Cogieron prisioneros los
maquis a dos soldados, pero luego los devolvieron sin haberles hecho ningún
daño e incluso un maqui se despistó de sus compañeros introduciéndose más tarde
en un nicho del cementerio de Salillas. Aparte del muchacho de Blecua, no hubo más muertos humanos, aunque murió un
mulo de los militares en la Sarda de Blecua, por donde pasaba acompañado por un
soldado y por otros mulos. Decía Maximino que las bombas de mano volaban por el
aire y las lanzaban los Civiles contra los maquis y estos contra los Civiles y
con una de ellas le cortaron el cuello casi entero a la mula.
Los maquis no querían enfrentarse
con los soldados, sino con la Guardia Civil. Los de Pertusa se retiraron por
dentro del carrascal, como si fueran a Blecua y parece ser que por allí huyeron
los maquis.
El jefe de los maquis al marchar
no quiso poner en peligro la vida de Maximino y le dijo: ”escóndete en esa mata”,
mientras él y los suyos se fueron hacia el monte de Almalé entre Sesa y
Pertusa.
Cuando se levantó de la mata,
salió con un pañuelo blanco, pero se tuvo que echar de nuevo en un marguinazo
de tierra porque todos disparaban. Más tarde fue un cabo de los Guardias
Civiles de Huesca y Maximino salió para
decirle que ya se habían retirado, explicándole que estaba en San Gregorio con
su padre, al cuidado de unas ovejas.
Mientras los maquis marchaban por
Almalé a Robres, le mandó el cabo bajar a Blecua para matar dos corderos para
cenar.
Acabó su aventura Maximino con
dos corderos de menos, pero le quedó el
bastón del Jefe de los Maquis, que por lo que estaba escrito en él, tenía su origen en Lourdes.
Allí lo que ocurrió fue que entre
la Virgen de Lourdes y San Gregorio protegieron a unos y a otros, pero yo me
pregunto:” y del mozo Enrique Seral, hijo del caminero de Blecua, ¿se acuerda alguno de él?”.
No me extraña en absoluto lo escrito por el presente autor, porque los maquis fueron los hijos de la peor ralea.
ResponderEliminarNuestros "padres de la patria", los ignorantes congresistas que en 2002 rehabilitaron a esos "guerrilleros", sin saber quienes ellos fueron realmente, solo merecen nuestro desprecio.
Pienso que debería documentarse mejor. Y ser más objetivo.
ResponderEliminar