Hoy, a veintitrés de Enero de 2.O17, he encontrado
sentados al borde de la Balsa del Parque, cerca de mi casa a tres individuos,
que no conocía, pero resultó que uno de ellos Víctor Manuel Ybarra Burgos, me reconoció, mientras hablábamos de
la vida, de sus partes bellas y de sus oscuras penas. Me habló también Fernando
Amezúa, que era un hombre revestido con su cazadora de intenso color
amarillo-verdoso, que suelen llevar los miembros de ciertos Ayuntamientos. Era
un hombre con un aspecto noble y
educadísimo, que inmediatamente se manifestó conmigo y me contó las aventuras,
unas más venturosas y otras más dolorosas de
su vida. Dolorosos son todos los actos de Guerra, como los que se
produjeron en Rusia, con el fuego de la Guerra y el frío del clima, que allí
helaba los cuerpos las personas. Me
contó los dolores que pasaron en Rusia, cuando,
al acabar la Guerra Civil en España, fueron su padres a Rusia, donde el
año de 1961, nació Fernando Amezúa. A su padre lo colocaron en el trabajo
propio de los militares. Su madre, vivía en Ekaterimburgo, ciudad inmensa de
Siberia, en un territorio helador, más allá de los Montes Urales. ¡Qué
recuerdos tiene Fernando de la enorme superficie de Siberia, con su clima
helador, entre cincuenta y sesenta grados bajo cero ¡.
Ahora es feliz, porque vive en
España, a una temperatura superior a cero grados, durante los primeros días del
mes de Enero. ¡Qué gloria para Fernando, encontrarse vivo y feliz, cuando una multitud de españoles, ya
perdieron su vida en la helada República Soviética, conocida por la
U.R.S.S. y ahora es Rusia.
Su madre, Felisa, le decía siendo todavía un niño:”En esta vida
estamos de paso” y añadía “ haz el bien y no mires a quien”.
Cuando Fernando tenía,
aproximadamente catorce años, vino a España con sus padres. ¿Qué es lo que los
trajo a España?, había pasado la Guerra Mundial y fueron a vivir a Pamplona, donde
se acabó de criar. Estudió en Pamplona hasta los dieciocho años y entonces con
diecinueve, ingresó en el Ejército, acordándose de que entonces, murió Franco.
Cuando estaba en el Ejército, un
Teniente Coronel, intentó dar un Golpe de Estado Militar en Madrid y le falló
el General Armada y el también General Milán del Boch. Fernando estaba en Burgos,
pero no tuvo que salir a la calle, a pesar de estar preparados todos los
camiones militares y los tanques.
Fernando, al preguntarle por su padre, me contestó que
todavía vive en Pamplona y exclamó: ¡está como un toro¡ con sus noventa y
cuatro años!. Parece mentira que goce de tanta salud, porque fuma cada día, dos
paquetes de cigarrillos, dos “farias” y dos chupitos de yerba de cincuenta gramos. Cuando
Fernando le dijo que no fumara tanto, le contestó: si no estás conforme, coge la puerta y te marchas.
Fernando, con toda su historia de
nacido en Rusia, traído a Pamplona, estudiante en España e ingresado en el
Ejército y pasar después muchos años en la Legión Española, en Europa y en
Asia, conserva una ecuanimidad perfecta, que te da el privilegio de estar
hablando con una persona equilibrada y totalmente correcta.
Porque no pensaba exclusivamene
en la Muerte, sino con su chaqueta verde y amarilla, esperaba salvar vidas a
otros ciudadanos. No pensaba con dolor en la muerte, pues era un “novio de la
muerte”, cuando todos los hombres seremos
y somos continuamente llamados a esa Muerte. “Nadie en el Mundo sabía
quién era aquel Legionario- tan valiente y temerario, que a la Legión se alistó…SOY
EL NOVIO DE LA MUERTE, que fue a unirse con la misma, herido con sangre de fiera”.
Y Fernando fue novio de la
Muerte, cuando en Afganistan lo tirotearon y casi quedó casado o unido con ella. Pero
el Señor le concedió una época más en su vida, que parece tener el cuerpo lleno
de salud.
Y ahora se dedica a cuidar a los
heridos y enfermos, para prolongar su vida, como el Señor ha prolongado la
suya. Fernando es un legionario, que aspira a la Muerte, y no la lamenta, porque
todos moriremos algún día y él , ya la recuperó cuando en el frente asiático le
dispararon con un fusil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario