lunes, 2 de enero de 2017

Historia de España.-( Encontrada en la Torre de Casaus)



Esta Historia de España, desde 1930 al 1938, la tenían mis tíos Luisa y José María, en la Torre de Casaus. Yo no sé quien se la dio, pero cuando murieron, la recogí yo. La he tenido largos años y hoy, para las Fiestas de San Lorenzo de Huesca, del año 2003, la paso por el ordenador. Tiene una letra muy clara, casi sin puntuación y escasa faltas de ortografía. Parece  ser que su autor vivía en Angüés y no sabemos quien era, porque no está su ”Historia de España.1930-1938” firmada.

El 13 de Diciembre de 1930 España vivía pacíficamente con una monarquía constitucional, pero en la ciudad de Jaca se sublevaron dos oficiales de Infantería: Fermín Galán y Angel García Hernández, proclamando la República en Jaca, Ayerbe y Biscarrués; al  llegar a Cillas se enfrentaron con las fuerzas de Huesca mandadas por el General  Las Heras, siendo derrotados los sublevados y hechos prisioneros los mencionados oficiales; el día 30 eran fusilados en el cementerio de las Mártires.
Durante el combate fue herido el citado General, muriendo a consecuencia de esto.
A partir de aquí va tomando fuerza el republicanismo y a finales de marzo o primeros de Abril, no recuerdo, todas las fechas se convocaron elecciones municipales, que según se ha disentido, en tiempos muy recientes las ganaron los partidarios del Rey, pero en Madrid capital ganaron los republicanos.
Alfonso XIII entonces consultó con sus ministros y en particular con el General Sanjurjo, entonces D.G. de la Guardia Civil y viéndose abandonado por los que  creía fieles decidió marcharse y encomendando a Dios la suerte de España.
Tan pronto embarcó la familia Real en Cartagena pacíficamente, en todo el País el ambiente era de locura; a pesar de mis pocos años que contaba por entonces, recuerdo que la mayoría de la gente creía que la República era el remedio de todos los males.
En Madrid la confusión fue horrorosa: conventos e iglesias pagaron con sus cenizas el talento y  la falta de patriotismo de unos cuantos políticos.
Al enterarse Ortega del caos, dijo esto: El catorce de Abril de 1931, los españoles no salían de su asombro, los republicanos no podían ni soñar que tan fácil sería el cambio, los monárquicos por la forma cobarde y desinteresada que el Rey había abandonado la corona.
En la capital de la Nación las cosas no estaban muy claras, los incendios y los atropellos se sucedían y no había ni quien formara Gobierno; gracias al General Queipo de Llano que mandaba la Capitanía General de Madrid, restableció el poder.
Por fin se formó el primer gobierno, Presidente de la República un académico de la Real Academia de la Lengua Don Niceto Alcalá Zamora y Torres y entre los ministros vale destacar al de Comunicaciones y al de Agricultura, el primero un matarife del Matadero de Sevilla y el segundo un Maestro Nacional. Huelga decir ¡qué se podía esperar de estos hombres!, así caminábamos de tumbo en tumbo; en el Congreso habían tenido acceso hombres sin más estudio ni más mérito que el sindicalismo, pero muy instruídos por el sucesor de Marx y Lenin.
Las organizaciones obreras tomaban un incremento peligroso con la ambición de hacer caer la República.
Personas maduras que tenían alguna noción de lo que había ocurrido en Rusia anunciaban lo que se nos venía encima;el mal uso de la libertad  podía tener fatales consecuencias, el odio al capital cada día era mayor, en el Congreso los debates no eran tales, sino una sarta de insultos,  y si alguien se atrevía a preguntar a algún Ministro las consecuencias podían ser fatales; ejemplo “Calvo Sotelo”.
A trancas y barrancas llegamos a 1934, se celebraron elecciones y ganó la derecha, un político muy joven Gil Robres era la esperanza de muchos españoles, truncada por la indiferencia y por la fuerte oposición de la izquierda. En Extremadura los obreros del campo se adueñaban de las tierras que les apetecía siempre de los grandes terratenientes, en Barcelona se sublevaron fuerzas de la Generalidad contra el Gobierno Central pidiendo la Independencia, en las mismas fechas en Asturias treinta mil mineros armados se levantaron en aras de la Revolución Socialista.
Capitaneados por el Diputado Comunista Belarmino Tomás ocuparon pueblos de la cuenca minera y fueron a la conquista de la capital asturiana.
No tuvieron suerte los mineros, en vez de sumarse los afiliados a la C.N.T. en todos los principios, lo que tuvieron que defenderse de las fuerzas del ejército y en pocos días fueron vencidos, con un saldo de tres mil muertos y muchas casas destruídas por el fuego y los ataques artilleros, siendo encarcelados treinta mil mineros .
Esto ocurría en Octubre del 34 y a duras penas se llegó al mes de Febrero del 36 en que se convocaron nuevas elecciones, la izquierda aprovecharía como principal argumento los sucesos de Asturias, cargando sobre la derecha las culpas propias exactamente como hoy, que el  Partido Gubernamental cuando algo se les sospecha que no está bien, carga la culpa a la derecha.
Fueron transcurriendo los meses entre revueltas y asaltos y llevamos a la campaña electoral,  todas las fuerzas políticas se volcaron con su propaganda, pero la izquierda fue más lejos para que no venciera como en las anteriores, creyendo asegurar el triunfo, formaron el Frente Popular, que sería Republicanos, anarquistas, comunistas, socialistas y alguno más si se
encontraba de paseo.
La C.N.T. y la F.A.I. al unirse exigieron algunas contrapartidas en caso de que ganaran y los republicanos cedieron sin reparar en las consecuencias.
En la campaña electoral los frente populistas se volcaron siendo la principal arma en contra de la Derecha, los presos de la Revolución de Octubre, promesas de reforma agraria   y construcción de presas y canales que nunca llegarían; en cinco años es lo único que se había ganado era en conflictos, la democracia no existía, los únicos que podían hablar con libertad eran los de la izquierda; los falangistas se liaban a tiros a diario con los de el C.N. T. y la F.A.I., lo que hacía suponer unas elecciones bastante conflictivas.
Así que Largo Caballero había dicho enValencia: ganaremos a la derecha por las buenas o por las malas, y  se emplearon todos los trucos habidos y por haber y en muchos casos violencia, con ese tormento en Vigo, se quedaron cincuenta mil electores de la derecha  sin votar; en Cuenca en algunos meses electorales se contabilizaron más votos  que electores y las actas de Diputado fueron válidas, lo que se dice un pucherazo garrafal, y ganaron, ¡claro que ganaron!.
Si el advenimiento de la República no había resuelto ningún problema sino al contrario crear muchos más, el revoltigrama izquierdista traería  fatales consecuencias, incluso entre ellos mismos.
Se cambió el Presidente de la República y entró en su lugar Manuel Azaña. Catedrático en la Universidad de Alcalá, pero nulo en política, sus sueños irrealizables fueron la causa del desastre que más tarde sufriríamos todos.
Un hecho muy significativo y que hoy casi todos admiten es el suceso de Casas Viejas, donde unos anarquistas proclamaron el dinanismo libertario en contra del gobierno y la Constitución; la reacción del presidente fue tajante, mandó una compañía de Asalto al mando del teniente Rojas con esta consigna: no quiero heridos ni prisioneros, apunten a la barriga; los resultados fueron contundentes, si mal no recuerdo once muertos en una casamata incendiada; esto llegó al Congreso y como la mayoría era la izquierda abuchearon al Presidente  y al Ministro de la Gobernación entonces Santiago Casares Quiroga y estos negaron la orden dada al Teniente de Asalto Señor Rojas; consecuencias el estado oficial en situación de disponible forzoso.
La tensión cada día era mayor, la C.N. T., la F.A.I. anunciaban sus ataques  por lo de Casas Viejas; en el Congreso  un hecho significativo: el diputado Calvo Sotelo en una  interpelación al Ministro de la Gobernación, le apretó mucho el clavijar y éste viéndose acorralado le contestó, ”¡me las pagarás!”.
La Derecha seguía los acontecimientos con calma a pesar que el Jefe de la CEDA les había alertado diciendo: ceded un poco, que si no lo perderéis todo; la mecha se estaba preparando, sólo hacía falta prender la chispa, mientras muchos descansaban plácidamente, otros no descansaban; el mundo proletario estudiaba la estrategia para apoderarse de la nación y hacerla esclava de Rusia.
Los militares por su parte no dormían, el movimiento militar estaba en continua alerta y hacer frente a cualquier eventualidad.
Entonces el General Franco, ocupaba la Jefatura del Alto Estado Mayor y el presidente de la República, enemiga número uno de los militares y conocedor de las dotes de Franco, decidió trasladarlo a Canarias, en una ocasión que estuvieron con el presidente; no sé de que hablarían pero Franco le dijo: Don Manuel, donde esté yo, no habrá comunismo.
El traslado a Canarias fue inmediato y cuando por vía férrea llegó a Cádiz, el gobernador Militar de la Plaza salió a la estación a recibirlo y al darle la novedad con las palabras clásicas “Sin novedad en la Plaza, mi General”, Franco le dijo, retírese, un militar no puede consentir que en su jurisdicción ocurran desórdenes y menos sacrílegos; por aquellos días habían sido quemados conventos e Iglesias.
Desde Cádiz prosiguió el viaje pero en barco; entre el pasaje viajaron el nuevo Gobernador Civil de las Islas; este por su puesto  del Frente Popular.
El recibimiento de ambos personajes fue muy distinto; mientras al nuevo Gobernador se le hacía una manifestación de adhesión y júbilo, el Comandanrte General pasó desapercibido por completo.
Ya instalado en la comandancia se tomaron las debidas medidas de seguridad para llegar al despacho de Franco; tenían que pasar por tres cordones de centinelas y en el último el ayudante, su primo Salgado Araujo recibía a los visitantes con la pistola por delante, todo esto en el más completo secreto.
Las medidas tomadas pronto dieron su fruto; unos pistoleros intentaron penetrar en la Comandancia pero les fue imposible y el atentado quedó frustado, el primero en presentarse fue el gobernador civil, prueba fehaciente que la trama era del Frente Popular.
En España el ambiente se caldeaba por momentos; el día trece de Julio un piquete de Guardias de Asalto al mando de un Brigada llamó a la puerta del domicilio de Calvo Otelo, el brigada le dijo al Señor Calvo Otelo que tenía la orden de llevarlo a la Comisaría. Eran las doce de la noche y el Sr. Otelo le dijo, permítame que hable con el Comisario, a lo que respondió el Suboficial: déjese de tonterías y haciendo una señal a los guardias lo esposaron y lo introdujeron en un furgón en el que esperaba un anarquista; se dirigieron al Cementerio del Este y al llegar ahí el asesino gubernamental acabó con la vida de uno de los mejores Diputados, el tal asesino se apellidaba Soria. Las palabras de Casares en el Congreso se habían cumplido, ”me las pagarás”.
Con este asesinato sin precedentes en la Historia, la olla llegaba al máximo grado de ebullición y el diecisiete en Africa y el dieciocho en la península la sublevación y que luego sería la Guerra Civil.
No voy a narrar lo que sucedió en los frentes sino lo que pasó en la España Republicana, mas en un año en la España Roja.
Los primeros días, el partido se adueñó de todos; escapamos al monte y hacíamos la vida en alguna cueva, que las hay en el término municipal antiquísimas, creyendo que ahí estábamos seguros, pero no sabíamos nada de lo que ocurría en el pueblo; nos trasladábamos  a otro escondrijo más cercano y al cabo de cuatro o cinco días decidimos volver y que fuera lo que Dios quisiera.
Todo estaba tranquilo, ni un solo tiro ni un atisbo de Guerra pero luego, no sabíamos quien sería el primero si los republicanos o los de Franco, pero fueron los rojos por desgracia.
Era costumbre en nuestras eras criar pollos para venderlos; por San Lorenzo, ellos fueron las primeras víctimas; comimos pollo a todas horas; a las personas mayores no les hacía provecho en mi casa,  pero era eso curioso; mi abuela era aficionada a castrar pollos y como todos los días teníamos matacía, primero los castraba; como es una operación difícil, decía: si se salvan los guardamos y si no a la perola; un día castró cuatro y los cuatro resistieron, tanto es así, que guardamos dos y se hicieron dos hermosos capones, que morirían para Navidades, aunque fuera en la clandestinidad.
Un mal día, sin duda creyendo que en las cosas de desechos, podría haber algún arsenal, se inició un registro y por si llegaban a las eras, que al final llegaron, echamos los capones en un cubo de poner vino y cuando llegaron los registradores, uno cantó para guardar el secreto, pero no pasó nada y al final llegaron a la perola.
Pero volvamos a la huida al monte, fue masiva y en todos los pueblos, no hacíamos otra cosa que meternos en una cueva o en un matorral muy cerrado, llenos de miedo sin saber  qué formábamos grupos entre vecinos y parientes y si alguno salía un poco por estirar las piernas, enseguida  se le advertía ¡ojo no te dejes ver mucho!.
En el pueblo no quedaba nada más que mujeres viejas o críos, muchos no salimos del término municipal, pero hubo quien pasó la  Sierra de Guara. Los días pasaban y como los militares en Barbastro no se consolaron, la rebelión en horas se inundó todo de milicianos, y comenzó la operación retorno. Los que estábamos cerca fuimos bien de momento, pero los que se fueron muy lejos tuvieron serias dificultades, concretamente cuatro que venían de Nocito, al llegar a la sarda de Aguas, se encontraron con fuerzas que iban a atacar a Huesca y como no llevaban ninguna documentación, sino por uno de Aguas que los conoció, seguro que los pelan.
Se estaba terminando el mes de Julio y teníamos la cosecha en el monte, hecha la siega pero sin trillar nada y no dábamos nadie ni golpe, llegaba de vez en cuando algún macutazo espeluznante, que en tal o cual pueblo han fusilado al Cura y los más ricos o de derechas, muchos se decían: a mí no sé porque me van a matar, no he pertenecido a ningún sindicato ni tango una definición política, pero no se buscaban causas sino simplemente que uno lo señalara con el dedo, como veremos más adelante.
Se dice que detrás de la tempestad viene la calma, pero no fue así, detrás de la calma transitoria vino la tempestad.
Un buen día que por este tiempo hay muy pocos malos, llegaron cuatro individuos armados con escopetas de caza, los cuales tres habían servido  como mozos de junta en casas del pueblo y comenzó la marimorena; fueron a la Iglesia, pegaron cuatro culatazos contra los santos y formaron el primer Comité; éste no tuvo fuerza hasta que llegó el primer camión con milicianos y las armas les dieron el poder y comenzó el gran desvarajuste. Las primeras palabras de los visitantes fueron quien sabía en este pueblo, que en Dios de momento no pensaba nadie, pero quedaba proclamado el comunismo; desde aquella fecha desaparece la propiedad, todo era de todos con gran satisfacción de los más indigentes; se mandaron sacar a la Plaza todas las Escrituras y cuadros de santos que se tenían en las casas; los archivos municipales se desvalijaron y el trabajo de muchos años fue a la gran hoguera para luego estar convertido todo en ceniza, entre el jolgorio de los incediarios, acompañada de insultos como éste y así se acabaron las trampas.
La misma suerte corrió la Iglesia, esculturas que talladas en madera, magníficas obras de arte, imágenes de hasta el siglo XIV y tales enseres, excepto unos lienzos que se suponía tenían mucho valor.
El Señor Cura es sin duda el que más sobresaltos tuvo, no había una visita de los revolucionarios que no intentaran llevárselo y darle cuatro tiros, pero el pueblo siempre salió por él; se decía que cuando llegaban a la Abadía como ya sabía de qué iba, les decía: me salvé de una guerra y al final voy a morir en guerra, un día que me encontraba en la plaza del pueblo subía el Sr. Cura calle de la Iglesia arriba con el brazo por el hombro de un miliciano, porque sólo no podía andar y uno a una distancia de cincuenta metros cargó el fusil, corrió el cerrojo y apuntó, pero un compañero le hizo desistir y le volvieron a casa; se había vuelto a salvar.
Visto que por el día no había medio de acabar con él, una noche cuando el pueblo estaba descansando se lo llevaron y por el camino les dijo que tenía un cuñado comunista, lo averiguaron y al confirmarse se salvó definitivamente pero tuvo que ir a vivir con él, ya que en cualquier día algún grupo de simpatizantes, acabarían con su vida.
No se había trillado un fajo y hubo que organizar la última fase de la recolección; nos destinaban tantos a cada era, siempre vigilados por un encargado con pistola y el grano se almacenaba en la Iglesia, la alegría de algunos era inmensa. Tenían de todo, el Comité lo administraba y luego nos daban a cada uno la misma ración.
Los principales excepto el mayor que tuvo tiempo de huir a Huesca las pasaron canutas, algunos enfermaron, otros lo simulaban para capear el temporal; uno de ellos decía no he tenido nunca miedo pero estoy acobardado y había para todo: nadie podía imaginar que hombres y mujeres que habían estado siempre juntos  hicieran semejantes canalladas, además lanzando frases como estas: como ganemos la Guerra hemos de estar diez años matando fascistas; otros hay que echar un clareo, sobran unos cuantos, un tercero decía que hay en una lista veinticuatro, tantos no digo pero una docena no estaría de más, comprende el lector que ánimo podrían tener aquellos hombres, para trabajar con aquella losa encima; se sabían los estragos que habían hecho en otros pueblos, y cuando llegaba algún camión de fuerzas en muchas familias imperaba la agonía, en aquella ocasión acompañados por un miembro del Comité disfrutaban yendo a las casa de labrador y despojarlos de los jamones y vino viejo; un día se dio un caso digno de contar y que hace bueno aquello de que amigos hasta en el Infierno; llamaron en una casa y bajó el amo y entre los milicianos había uno que había servido con el mismo amo y al verlo se sorprendió, le dijo ¡cómo!, ¿aquí estás tú?, si hombre me casé  y aquí me tienes; ¡pues nada, venga a marcharnos a otra puerta a contar que aquí no se toca nada!; incluso se sorprendió el del pueblo.
Estas visitas al final dieron su fruto, un poder espantoso de setenta y dos años pagó los vidrios rotos, no se sabía quien le  acusó y de que no podía haber ningún cargo contra él, pero le detuvieron después de tenerlo tres o cuatro días lo fusilaron, sin más ¡qué importaba una vida para aquellos desalmados!.
Aquel fusilamiento hizo mella en los que en la misma situación es decir sin causa podían ser víctimas de una venganza insulsa, pero así era, aunque Dios quiso que no se repitiera.
Teniendo que aguantar siempre sindicatos de mal gusto, se organizaron los grupos para las faenas del campo, unos para gran satisfacción de tener muy poco a creerse dueños de todo, los otros en contra de su voluntad, pero había que poner buena cara.
Todas las cosechas fueron buenas, gracias a eso pudimos comer, si hubieran sido sólo regulares, seguramente hubiésemos pasado hambre; no supimos que se hacía con los productos, porque se dio el caso cuando llegó la siega que nos dieron a elegir, entre comer carne o beber vino y nos decidimos por la carne; si gobernaban los más inútiles del pueblo ¡qué cabía esperar! pero luego supimos que a ellos no les faltaba de nada.
Así pasaban los  meses y en Madrid y Barcelona; se libró una batalla sangrienta entre fuerzas republicanas y las de la C.N.T. y la F.A.I., venciendo los republicanos, entonces cambió bastante la situación; en esta zona no sabíamos que el único territorio que vivía en régimen comunista era Cataluña, Valencia, pero que tenían ocupado parte de Aragón; el aire cambiaba.
En Siétamo había fuerzas del Ejército y un buen día un capitán apellidado Gorris se presentó en Ibieca y fue al Comité con muy buenas palabras, les hizo sacar las armas que tenían y les dijo: quedaos las dos o tres pistolas mejores y esto que no vale nada me lo llevo, también le enseñaron unos cuantos casos de la Iglesia, reliquias, copones, la custodia, una corona de plata y una cruz; se despidieron tan amigos y los del pueblo no sospecharon nada, pero al día siguiente, volvieron y se llevaron lo que había quedado; ya estaban desarmados y los que habían sido tan valientes según decían, ya no dormían en casa por si acaso. A Angüés llegaron fuerzas de Asalto para respaldar totalmente al que quisiera ser libre. Una camarilla que formaban el Comité Comunal, huyó y se refugió en Los Molinos de Sipán, los autores de la masacre en marzo del 38.
Entre la presión del Gobierno y unos señores republicanos del pueblo no tuvieron otra opción que dejar libre al que quisiera; cuando convocaron la asamblea y dejaron al que quisiera ser individual; ¡que levante la mano! ; casi no queda una abajo, esto les cayó como un tiro, pero ya eran impotentes; además como entre todos se unían muy poco y gracias que el mayor contribuyente se fue a Huesca y la familia dos mujeres y cinco hijos, el mayor de catorce años no tuvieron más remedio que quedarse en lo que se llamaba colectividad.
A partir de aquí ya fue todo más fácil, cada cual hacía lo que quería y nadie se metía con nosotros; es mas se dio la circunstancia que en la tienda que se había montado para la colectividad se la quedó y se iba todos a comprar como si nada hubiera pasado, y una cosa curiosa, cuando estábamos todo el pueblo junto, se nos asignó un jornal. Este jornal lo pagaban con un dinero o mejor dicho unos vales que no tenían validez, nada más  que en Ibieca y al comprar se pagaba con aquellos vales pero al salirnos de ella ya teníamos dinero de curso legal y éramos mejor servidos en la tienda, que los colectivistas, porque con nuestro dinero podíamos ir a todas partes.
Podíamos hablar entre los nuestros de la marcha de las operaciones sin temor a ser oídos y que tomaran represalias, llevábamos cerca de dos años y el ejército rojo sin comerse una rosca y ya comenzaban a desanimarse; por fin el dieciocho de marzo del 38, cuando llegamos del campo nos dieron la mala nueva: mañana todos los hombres de catorce a cincuenta años tenéis que estar en Siétamo para ir al frente a fortificar.
Al día siguiente, día de San José, fuimos llevados en camiones a Siétamo para ser destinados; ese día permanecimos ahí y por la noche nos fuimos a dormir a Castejón y el día veinte muy de mañana, vuelta a Siétamo y luego comenzó la marcha, uno marchaba a Apiés, otros a Arascués y nosotros tuvimos suerte con los de Torres de Montes y Alcalá, fuimos a Monflorite. Allí nos instalamos en casa de  Hacha y no fuimos a trabajar hasta el día veintiuno; este día comenzamos el trabajo que consistía en hacer una zanja en zig-zag desde la cantera  carretera del campo de Aviación hasta el pueblo, obra que no se pudo terminar porque al día siguiente las tropas de Franco rompieron el frente y comenzó la desbandada, aquella noche llegaron los cañonazos a Monflorite y tuvimos que marchar a Novales, aquí los aviones de García Morato no cesaban de dar pasadas ametrallando por lo que fuimos a dormir a Pueyo de Fañanás; aquí nos arreglamos para dormir como pudimos en cuadras, en pajares, aprovechando alguna conocencia.
Aquella noche dormimos como Dios nos dio a entender y al día siguiente veintitrés, la desbandada era total, las granadas rompedoras estallaban muy cerca de Pueyo y después de comer, un oficial que se retiraba con la fuerza nos preguntó: ¿qué hacen ustedes aquí?,estamos para fortificar ,¡pues váyanse a sus casas!,entonces yo fui a donde estaba mi padre ,cogimos el pico y la pala y ¡a casa!.
La retirada era general, la carretera de Barbastro era un hervidero, a campo través en todos los sentidos, nadie se preocupaba de los demás, la cuestión era ponerse pronto a cubierto.
Una vez en casa y cerrada la noche yo cené y me acosté pero mi padre y mi madre pensando lo peor no se fueran a una casa de familia que tenía salida por detrás, pero no pasó nada, no porque no lo intentaran, porque estuvieron los asesinos de Los Molinos de Sipán, pero desconfiaron del tiempo  y huyeron todos.
Al día siguiente con la entrada de las tropas de Franco, terminó nuestra esclavitud de veintidós meses con los amantes de la libertad.

Este es, a grandes rasgos lo esencial, creo que bastante para hacerse una idea y sacar la consecuencia de las mentiras que se cuentan hoy día.       

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