martes, 5 de junio de 2018

Ismael Nogués Susín, Serrano de la Sierra de Guara




Lo he conocido el Día del Corpus Cristi, cuatro de  Junio del año 2.018, en el Restaurante de la Calle Alta de Siétamo, que prolonga su continuidad por el cielo, hasta Castilsabás, que para mí es la Capital de aquella Sierra de Guara. Desde una ventana que se asoma al citado Castilsabás, me asomo algunas   veces, para poner en contacto la Casa de Almudévar de Siétamo, por donde baja el río  Guatizalema,  con esa Sierra Pura, en que  descansa  Castilsabás, así como los amantes de toda la Sierra Guara, y veo la cumbre de ese bendito pueblo. En Casa de Vallés de Castilsabás, vivió una hermana de mi abuelo dueño de Casa Almudévar  y en Casa Almudévar de Siétamo se casó una hija de los Vallés de Castilsabás.
Este pueblo de Castilsabás no ha muerto, como lo están haciendo muchos pueblos de la Sierra. Parece que el Señor conserva noventa y seis años de vida a la Señora Consuelo, que es la Ermitaña de la Ermita del Viñedo, a la que ama con un cariño eterno, que ella le corresponde, pues cuando llegas a la bella Ermita, ella después de conversar sobre los problemas de esta vida, te acompaña a la Iglesia, donde  se  pone  unida a los peregrinos a rezarle a la Virgen. 
Un carpintero, no sé si del próximo y serrano pueblo de Santolaria o de Castilsabás, escribió el año 2.002 en un hermoso cuadro, lo siguiente: “En esta sagrada ermita- siendo tiempos d´algarada - con la Virgen s´alcontraron – de todos…aquí olvidada- : p´a que siguiera el olvido- mucho por Ella arriesgaron- qu´en ese pozo d´a entrada- hasta d´os suyos guardaron”. Es casi la única iglesia en la que se encuentra un cuadro en Fabla Aragonesa.
Esta Virgen está atendida por muchos peregrinos y debajo de aquellos arcos de piedra, anidan las golondrinas que con sus cantos alaban a la Virgen y por aquellos porches, se entra en una sala, donde se exponen, imágenes de la Virgen del Viñedo, para que los peregrinos, le recen con frecuencia. En aquel lugar trabaja unida a la Señora Consuelo, una señorita, de la que está enamorado el naturalista Ismael Nogués  Susín. Este Ismael está enamorado no sólo de la Virgen del Viñedo, a la que su madre, ya de niño, le enseñó a rezar sus oraciones, que dicen :
“Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Ismael Nogués Susín, es el duelo de un Edificio Turístico, al otro lado de la carretera que va al Pantano de Vadiello y escasos metros más adelante, arranca otra que sube a Santolaria, por la que sube a Nocito y a toda la Sierra de Guara.
Tiene treinta y cinco años de edad y conserva una imagen fresca, joven, alegre, pero además es duro como los huesos de los jabalíes, porque no se rinde ante nada ni ante nadie, incluso cuando va por esos caminos serranos, montado a veces, en un asno, al que quiere ayudar como a un buen amigo. Este burro o asno se hizo amigo profundo de Ismael y con él,  que  se aman como si fueran dos personas, enamoradas una de otra. ¿Quién se fija en la personalidad de los canes?, en   el perro negro con sus pelos de tal color, largos, brillantes, que inspira alegría en lugar de dolor. Ismael, que vive en Castilsabás,  al lado de la carretera, que lleva al Pantano, rodeado de Rocas, muchas con nombres vascos y dirige la Fonda, en que se alojan los turistas que acuden a refugiarse en sus excursiones serranas.
Ismael en aquel   Pie  de Sierra, estaba enamorado de la Montaña y de la Tierra Baja, por la que podría subir a Nocito, a  Rodellar y por toda la Sierra de Guara.
Aquellas  visitas  estaban  movidas  por el amor a Dios, pues en Nocito  iba a visitar a San Urbez, que le llenaba el espíritu de fe y de amor. Porque este Santo, que durmió varios años en Ola, al que bajaba desde el Serrano y Santo convento de Guara, llamado San Martín de la Val de Onsera. Cuando llegaba andando o a caballo en un asno al Pueblo de Quinto, cuyos restos se encuentran cerca  de  la  carretera N- 240, muy próximos a la Gasolinera del Llano de Loporzano, subía al SASO, donde apacentaban sus ovejas y cabras.
 Creó en el SASO una fuente, lanzando su vara de pastor contra el suelo y allí brotó un surtidor de agua, donde su rebaño se quitaba la sed. Todavía mana esa fuente, que  en años pasados, bajaron sus aguas al Campo de Aviación de Monflorite.
Está Siétamo al lado de las ruinas de Quinto, donde San Urbez, cruzando el antiguo camino, subía al SASO, donde pastoreaba a su ganado.
¡Qué pocos oscenses conocen que Otal de Ola, posee en su casa, una losa de piedra arenisca, donde se acostaba el Santo, cuando todavía los moros vivían en OLA!.
No es extraño que desde Ola se contemple el Monasterio de Montearagón, levantado muchos años después y que también se contempla desde el Norte, cuando bajan los andarines, desde la Val de Onsera, que van a Ola.
Estas tradiciones están casi acabadas, pero los vecinos de Ola, en su Parroquia, conservan una pequeña imagen de San Urbez. Estabas en Siétamo y podíamos haber bajado a OLA, a contemplar la imagen del Santo y la piedra de arenisca, en la que se acostaba SAN URBEZ.
¡Eres, querido Ismael  Nogués  Susín, un admirador de San Urbez, pero eres más, puesto que pasas tu vida, por aquellos territorios que él recorrió y admiras aquella Sierra de Guara, en la que gozas más que en los Altos Pirineos de su belleza!.

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