Lo he conocido el Día del Corpus
Cristi, cuatro de Junio del año 2.018,
en el Restaurante de la Calle Alta de Siétamo, que prolonga su continuidad por
el cielo, hasta Castilsabás, que para mí es la Capital de aquella Sierra de
Guara. Desde una ventana que se asoma al citado Castilsabás, me asomo
algunas veces, para poner en contacto
la Casa de Almudévar de Siétamo, por donde baja el río Guatizalema,
con esa Sierra Pura, en que
descansa Castilsabás, así como
los amantes de toda la Sierra Guara, y veo la cumbre de ese bendito pueblo. En
Casa de Vallés de Castilsabás, vivió una hermana de mi abuelo dueño de Casa
Almudévar y en Casa Almudévar de Siétamo
se casó una hija de los Vallés de Castilsabás.
Este pueblo de Castilsabás no ha
muerto, como lo están haciendo muchos pueblos de la Sierra. Parece que el Señor
conserva noventa y seis años de vida a la Señora Consuelo, que es la Ermitaña
de la Ermita del Viñedo, a la que ama con un cariño eterno, que ella le
corresponde, pues cuando llegas a la bella Ermita, ella después de conversar
sobre los problemas de esta vida, te acompaña a la Iglesia, donde se pone unida a los peregrinos a rezarle a la
Virgen.
Un carpintero, no sé si del
próximo y serrano pueblo de Santolaria o de Castilsabás, escribió el año 2.002
en un hermoso cuadro, lo siguiente: “En esta sagrada ermita- siendo tiempos
d´algarada - con la Virgen s´alcontraron – de todos…aquí olvidada- : p´a que
siguiera el olvido- mucho por Ella arriesgaron- qu´en ese pozo d´a entrada-
hasta d´os suyos guardaron”. Es casi la única iglesia en la que se encuentra un
cuadro en Fabla Aragonesa.
Esta Virgen está atendida por
muchos peregrinos y debajo de aquellos arcos de piedra, anidan las golondrinas
que con sus cantos alaban a la Virgen y por aquellos porches, se entra en una
sala, donde se exponen, imágenes de la Virgen del Viñedo, para que los
peregrinos, le recen con frecuencia. En aquel lugar trabaja unida a la Señora
Consuelo, una señorita, de la que está enamorado el naturalista Ismael Nogués Susín. Este Ismael está enamorado no sólo de
la Virgen del Viñedo, a la que su madre, ya de niño, le enseñó a rezar sus
oraciones, que dicen :
“Jesús, José y María, os doy el
corazón y el alma mía”.
Ismael Nogués Susín, es el duelo
de un Edificio Turístico, al otro lado de la carretera que va al Pantano de
Vadiello y escasos metros más adelante, arranca otra que sube a Santolaria, por
la que sube a Nocito y a toda la Sierra de Guara.
Tiene treinta y cinco años de
edad y conserva una imagen fresca, joven, alegre, pero además es duro como los
huesos de los jabalíes, porque no se rinde ante nada ni ante nadie, incluso
cuando va por esos caminos serranos, montado a veces, en un asno, al que quiere
ayudar como a un buen amigo. Este burro o asno se hizo amigo profundo de Ismael
y con él, que se aman como si fueran dos personas, enamoradas
una de otra. ¿Quién se fija en la personalidad de los canes?, en el perro negro con sus pelos de tal color,
largos, brillantes, que inspira alegría en lugar de dolor. Ismael, que vive en
Castilsabás, al lado de la carretera,
que lleva al Pantano, rodeado de Rocas, muchas con nombres vascos y dirige la
Fonda, en que se alojan los turistas que acuden a refugiarse en sus excursiones
serranas.
Ismael en aquel Pie de
Sierra, estaba enamorado de la Montaña y de la Tierra Baja, por la que podría
subir a Nocito, a Rodellar y por toda la
Sierra de Guara.
Aquellas visitas estaban movidas
por el amor a Dios, pues en Nocito iba a visitar a San Urbez, que le llenaba el
espíritu de fe y de amor. Porque este Santo, que durmió varios años en Ola, al
que bajaba desde el Serrano y Santo convento de Guara, llamado San Martín de la
Val de Onsera. Cuando llegaba andando o a caballo en un asno al Pueblo de
Quinto, cuyos restos se encuentran cerca de la carretera N- 240, muy próximos a la Gasolinera
del Llano de Loporzano, subía al SASO, donde apacentaban sus ovejas y cabras.
Creó en el SASO una fuente, lanzando su vara
de pastor contra el suelo y allí brotó un surtidor de agua, donde su rebaño se
quitaba la sed. Todavía mana esa fuente, que en años pasados, bajaron sus aguas al Campo de
Aviación de Monflorite.
Está Siétamo al lado de las ruinas
de Quinto, donde San Urbez, cruzando el antiguo camino, subía al SASO, donde
pastoreaba a su ganado.
¡Qué pocos oscenses conocen que
Otal de Ola, posee en su casa, una losa de piedra arenisca, donde se acostaba
el Santo, cuando todavía los moros vivían en OLA!.
No es extraño que desde Ola se
contemple el Monasterio de Montearagón, levantado muchos años después y que
también se contempla desde el Norte, cuando bajan los andarines, desde la Val
de Onsera, que van a Ola.
Estas tradiciones están casi
acabadas, pero los vecinos de Ola, en su Parroquia, conservan una pequeña
imagen de San Urbez. Estabas en Siétamo y podíamos haber bajado a OLA, a
contemplar la imagen del Santo y la piedra de arenisca, en la que se acostaba
SAN URBEZ.
¡Eres, querido Ismael Nogués Susín, un admirador de San Urbez, pero eres
más, puesto que pasas tu vida, por aquellos territorios que él recorrió y
admiras aquella Sierra de Guara, en la que gozas más que en los Altos Pirineos
de su belleza!.
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