jueves, 7 de junio de 2018

Refugio de Turistas en Castilsabás




Nos encontramos en los pies de la Sierra de Guara, sentados cómodamente, en la fachada del Refugio de Turistas, un noble navarro, llamado Don Alberto Arciniega, el amable guardián del Refugio y un servidor de ustedes, mirando hacia la altura de Santolaria. Aquellas losas de Kpiedra nos ofrecían su fresca temperatura, para sentarnos sobre ellas y gozar de aquel paisaje serrano, contemplando por lo alto el noble pueblo de Santolaria, en que los cristianos medievales, observaban el Somontano y la Tierra Baja, con el sueño deseado de apoderarse de ella, para hacer de aquellas tierras altas y las que por abajo se veían y se soñaba con ellas, un Reino de Aragón, que contribuyera a unificar la Península Ibérica. Y mientras las posaderas gozaban de la frescura de las rocas y  los  ojos se enamoraban de aquel elevado horizonte de Santolaria.  
Aquel antiguo pajar, al pie de Castilsabás, que  le  compró  su  padre  a Ismael Nogués Susín, y que lo convirtió en un  enamorado de la Sierra de Guara, que él tanto ama y le complace con mayor intensidad que la superior Cordillera Pirenáica. Desde la Plaza, que se encuentra delante de su Refugio, contemplaba frente a él y a una elevada altura, la entrada o grandiosa Puerta de la Sierra, que pasa por Santolaria,  que condujo durante siglos a los peregrinos, ganaderos, guerreros, invasores, y se enamoró de esa tierra que le aproximaba a Nocito , con su Santo Pastor de ganado humano y ovino, caprino, que se llamaba San Urbez.  Este Santo, que vivió cien años y que convivió con los invasores moros y que desde el próximo pueblo a Castilsabás,  San Julián de Banzo, introducido en la misma Sierra, vivió muchos años en el  pequeño Monasterio de San Martín de la Val de Onsera  Y él recorrió subiendo y bajando por aquellos pueblos y montes, aquella tierra de la que se enamoró y que su amor a ella, superó al que también tenía a los Montes Pirineos. Bajó San Urbez  hasta  Ola,  al  pie del Saso, donde en Casa de José María Otal, guardan una losa de piedra arenisca, en la que dormía el Santo, pastor de las ovejas y de las almas. Cerca de Ola, lanzando su vara al aire, hizo brotar una fuente, para que bebiesen sus ovejas.
Subiendo a la  Sierra por Loporzano, poco más o menos, cerca de Sasa del Abadiado, por la izquierda se sube a San Julián de Banzo y de allí se sube a San Martín de la Val de Onsera, pero  por la derecha se llega a la Ermita de la Virgen del Viñedo, a Catilsabás, a el Refugio de mi amigo Ismael Nogués Susín, a Santolaria y al pantano de  Vadiello.
Allí siguiendo aquellas carreteras y caminos, se da uno cuenta del paralelismo entre la vida de aquel Pastor de almas y de ganado, del siglo VII y la de Ismael Nogués  Susín, ambos amigos de la Montaña, del Creador y de los animales.
He subido desde Huesca, gracias a la amabilidad del navarro Alberto Arciniega, que me subió con su coche, a ver a Ismael y no se encontraba éste en Castilsabás.  Pero nos sentamos en las rocas que tiene el Refugio, delante de su puerta, transformando el pajar en Refugio para los visitantes, unos que suben y otros que bajan de los Altos Pirineos. Yo, sentado en una de esas losas, observaba la bella y elevada imagen de Santolaria con un  faro  medieval,  que daba la luz con leña encendida por la noche, a los serranos de la deseada Tierra Baja.
Estábamos relajando nuestro temple y sentados en una de esas peñas que están en la entrada del Refugio de Turistas, observando lo alto de la Sierra, desde donde se asoma Santolaria,  para  dialogar con los que estábamos sentados delante del Refugio de Castilsabás y con el  Somontano y con la Tierra Baja.  En la  entrada  del Refugio de Turistas, que hasta hace cierto tiempo era solamente un pajar, me senté delante de un mostrador, donde se inscribe a los visitantes de esta Tierra, en que se encuentra  el encantador convento, en el que reúnen los peregrinos de los pueblos de la Sierra y del Somontano, que quieren recorrer esta hermosa Tierra somontanesa.  Aquel pajar lo convirtió Ismael Nogués Susín en un Refugio Turístico, para acoger a hombres y mujeres inquietos por conocer la belleza de la Sierra de Guara, y recordarla en sus ciudades de origen.
Hoy los turistas al pie de un mostrador para inscribirse en el Refugio y al pie de misma Sierra de Guara, contemplan en la altura el pueblo de Santa Eulalia la Mayor o Santolaria en fabla aragonesa. Y es que hoy, día primaveral, se distingue sobre nosotros con toda claridad, ese pueblo que era cristiano, cuando en los de abajo ,se extendían por aquel monte Castilsabás, Arbaniés, Siétamo y muchos otros.
Por aquellos parajes, alrededor del Pantano de Vadiello, se alzan grandes mallos de roca, como los Mallos de Ligüerri, por los que suben las cabras asilvestradas a pastar y bajan a beber las aguas del Pantano. Entre aquellos Mallos de Ligüerri y de Lazas, corre el barranco de Isarre, porque en aquella zona y cerca de ella, abundan los términos en lengua vascongada. Por aquella zona se puede visitar el antiguo Convento de San Cosme y San Damián. 
Y en aquella Sierra se contemplan en las alturas los buitres, a veces casi compañeros de las cabras salvajes, que corren por aquellos mallos hasta el nivel de las aguas, para beberlas.
Por el Norte de Sierra, se encuentra Nocito, con el recuerdo de San Urbez, que no sólo vivió en tan místico lugar, sino que subió hasta Francia por los Pirineos y bajó a vivir a Ola, al lado de Siétamo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las vacas y los hombres locos.-

Cuando éramos pequeños, cada labrador podía tener a su cargo, un número de ovejas igual al de las hectáreas que poseía. Esto pasaba en mi pu...