martes, 14 de abril de 2020

Los dioses del Somontano de Huesca.-



Sr. Abio alfarero ceramista de Bandalies.
          
El orgullo es uno de los defectos que ensucian a los seres de la Creación. Los ángeles, criaturas del Señor, eran y continúan siendo de una belleza que a algunos los llevó a sentirse como dioses. El Señor trató de convencerlos de que eran simples criaturas, pero se negaron a reconocerlo y pasaron a ser demonios, tratando de oponerse al Eterno Padre, al que en el Padre Nuestro le decimos:”Venga a nosotros tu Reino”, y tratando de hacer malos a los hombres. Mala misión tienen los demonios y no es posible que de sus malas acciones, saquen alguna grandeza para ellos, que los haga felices.
Algo parecido pasa con los hombres, pues algunos de ellos al lograr mucho dinero y sentirse ricos, tratan de ser dioses, como trataron de serlo los ángeles, convertidos en demonios. Otras veces, algunos apartan, como los ángeles buenos, el pensamiento de serlo y se acuerdan del Padre Nuestro, cuando dice “El pan nuestro de cada día, dánosle hoy” y piensan en  que ese pan se extienda a todos los hombres y mujeres, porque las personas verdaderamente libres son las que no se dejan dominar por las cosas que tienen. Sin embargo la envidia se apodera de muchos de los que no tienen dinero o no lo  buscan con su trabajo y dicen de los que crean los medios de riqueza, que son  como dioses.
Esto ha pasado desde hace muchos siglos, porque hace cerca de doscientos años, decían en el Somontano:”los dioses del Somontano son tres: Vallés de Castilsabás, Almudévar de Siétamo y Bara de Bandaliés”. ¿Creyeron ser grandes o les atribuyeron esa idea?. No llegaron  tener un orgullo tan elevado, pero tenían una satisfacción de su poder, que les llevaba a hacer ver que podían llegar a favorecer a otros a los que se creían superiores.
Cuando publicó el DIARIO DEL ALTO ARAGON la vida ejemplar de un hombre humilde  y bueno, a saber del pastor y ganadero  Marino Lardiés, salió  en cierta ocasión Almudévar Cavero de Siétamo, que bajaba de la Sierra de Guara, arrastrando, con sus mulas, muchos maderos para ponerle tejado a la casa que estaba construyendo. Llegaron a una cabañera que estaba mojada y no podían pasar a pesar de sus esfuerzos, porque los maderos se clavaban en el terreno mojado. Me dijo Marino que en tal circunstancia el señor Bara, se ofreció a ayudarle a mi antepasado. No sé que pasó, si aceptó o se negó a recibir ese favor. Mi pariente por el apellido Cavero al leer ese artículo,  me dijo que fue Almudévar Cavero el protagonista y que Bara de Bandaliés había mandado regar el lugar por el que habrían de pasar las mulas arrastrando los maderos.
Pasando por la calle de Villahermosa, me encontré con la señora del arquitecto Bambó, dueña con su hermano el Doctor Bara de la casa del mismo nombre de Bandaliés. Ella, que según mi capacidad de observación, sigue siempre simpática, joven y rubia, me explicó la situación de su casa, que tiene la misma distribución que tenía en aquellos tiempos en que ocurrió la aventura de los maderos y las mulas. Ella  recuerda su casa con nostalgia y me dijo que si no hubieran entrado en ella a robar, podía ser un museo del Somontano. Pero me contó el refrán citado y que dice”los dioses del Somontano son tres: Vallés de Castilsabás, Almudévar de Siétamo y Bara de Bandaliés”. Se reía la dueña de casa de Bara y me hizo reír a mí, que representaba en esos momentos a mis parientes de Vallés de Castilsabás y a Almudévar de Siétamo. No creo que aquella rivalidad fuera efectiva,  sino pensada por la imaginación de algún vecino, porque siempre hemos tenido amistad entre los Bara y los Almudévar.
Ahora ya se ha   pasado el deísmo de tales casas, ya que lo mismo Castilsabás, como  Bandaliés, han decaído normemente y en Siétamo, otros dioses nos han quitado el agua del río Guatizalema a través del pantano de Vadiello y del Canal que desviaron hacia abajo. Ahora parece que la autovía hará crecer a Siétamo, mientras varios amos de casa Almudévar y los dueños de casa Vallés de Castilsabás, como los de casa Bara de Bandaliés, duermen en los cementerios.

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