Ermita de Liesa (Huesca). |
En el relato anterior de la Ruta
desde Huesca a Siétamo, me detuve en el Palacio de los Marqueses de Torres de
Montes y de los Barones de Siétamo, lugar de vigilancia y del orden, en la alto
de la meseta donde se alza el pueblo en que tenían su residencia los
barones y condes. Estos nobles tenían la
misión de cuidar el orden del pueblo que caminaba por esa ruta, por la que
circulaban desde los comerciantes hasta
los mendigos y penitentes. Era un lugar de custodia del orden, que se repetía
en Liesa en el entonces pueblo, cercano
a ibieca. Debajo de este lugar de orden del Castillo-Palacio de los entonces
Señores de Siétamo, más tarde Condes de Aranda, junto a la pared de la finca
llamada Valdecán, se encontraba la Caseta del Pueblo, junto al manantial, por
el que con cierta frecuencia brota el agua. “Un día me preguntó Vicén d’o Río,
que donde estaba el Lazareto de San Lázaro en la Villa de Siétamo. Yo ignorante
de la historia diaria de los peregrinos y de los mendigos, que pasaban por esa
Vía Romana, más tarde utilizada solamente para que por ella bajasen los rebaños
de la Montaña a la Tierra Baja, me puse a preguntar a todo el mundo, pero no me
supieron contestar. Al no encontrar una respuesta a las personas mayores del
pueblo, ya desanimado, me encontré con el ya anciano Escartín, y éste me dijo
que hacía más de setenta y tantos años, estaba escrito el nombre de Lazareto de
San Lázaro, encima del portal de la Caseta de los Pobres. Este señor murió muy
cerca de los cien años de edad. Entonces
pensé en el carácter oficial de dicha Caseta de los Pobres o Lazareto de San
Lázaro. Estaba al lado mismo de la Vía Romana que iba de Huesca a Alquézar”. En
aquel Lazareto de detenían los que viajaban por aquella Vía, se paraban en dicho Lazareto y eran inspeccionados
para comprobar si sufrían alguna enfermedad.
San Miguel de Foces (Ibieca, Huesca). |
Se acabó la utilización de
aquella Vía Romana, a cuyo lado se
encontraban entre otros, los pueblos de Tierz, de Quinto, el cruce del Barranco
y la subida una vez pasado el mismo de una subida al pueblo de Sexto, que se
aproximaba a “Siétemo”, todos ellos pueblos con nombres latinos. En el acceso a
Siétamo por el antiguo pueblo de Quinto y de Sexto, se subía el nivel del camino
y cuando dejó de usarse esta Vía Romana, se abrieron unos escasos kilómetros,
para acceder a Siétamo por la Carretera General.
En Siétamo estaba debajo del
Castillo-Palacio del Conde de Aranda, la Caseta de los Pobres, Era un edificio
levantado con piedras de sillería, y como techo tenía una bóveda también de
piedras de sillería, que para evitar la entrada del agua de lluvia, estaba cubierta con tierra arcillosa o “
buralenca”. No tenía ventanas y su entrada carecía de puerta. Muchas veces en
mi vida me asomaba desde la puerta hasta dentro, pero no me atrevía penetrar en
ella, entre otras cosas por el temor a parásitos. Hoy ya no existe dicha
Caseta, pues una noche se hundió. Los pobres desde entonces se refugiaban
debajo de los porches del Ayuntamiento de Regiones Devastadas. Me acuerdo de contemplar a mi esposa Feli, que
les proporcionaba refugio a algunos Peregrinos a Santiago de Compostela.
“Un día me preguntó Vicén do Río,
que donde estaba el Lazareto de San Lázaro en la Villa de Siétamo. Yo ignorante de la historia diaria de los
peregrinos y de los mendigos, que pasaban por esa Vía Romana, utilizada más tarde para que por
ella bajasen los rebaños de la Montaña a la
Tierra Baja, me puse a preguntar a todo el mundo, pero no me supieron
contestar.
Desanimado, me encontré al vecino
de Siétamo señor Escartín y me contestó que hacía más de setenta y tantos años estaba
escrito el nombre de Lazareto de San Lázaro, encima del portal de la Caseta de
los Pobres. Este señor murió cerca de los cien años de edad. Entonces pensé en
el carácter oficial que tuvo la Caseta de los pobres o Lazareto de San Lázaro.
Estaba dicho Lazareto, casi a la entrada del Castillo- Palacio de los nobles de
Siétamo. Generalmente la gente
que pasaba por dicho Lazareto, donde eran inspeccionados para ver si sufrían
alguna enfermedad. Si la padecían quedaba recogidos en la Caseta o Lazareto de San
Lázaro. Varias enfermedades atacaban a esos peregrinos y mendigos, siendo la
más frecuente la lepra. Cuando era una peste la que producía las muertes, eran
enterrados en el Barranco de los Muertos.
Esta Barranco de los Muertos tenía tal nombre porque en tiempos pasados, cuando
llegaba alguna peste como la que ahora tenemos en el mundo, los muertos eran
llevados a enterrar en él. Había que ir desde la Caseta de los Pobres por la
Vía Romana, pasar el río Guatizalema y seguir por la Val del Rey hasta cerca
del monte de Liesa. Yo a veces iba a Liesa y pasaba por una zona pedregosa y
poblada de carrascas y me acordaba de aquellos que habían muerto a causa de la
peste. Como no había por aquella zona ningún ciudadano, no podía preguntar a
nadie por la localización de aquellos enterramientos.
Aquella Caseta o Lazareto de San
Lázaro, no había sido nunca frecuentada
por los vecinos de Siétamo, pero este año de 1.936,cuando llegó la Guerra
Civil, en que se combatió entre los vecinos y soldados del Ejército en Siétamo
contra la multitud de “sindicales” acompañados por la aviación, los vecinos de
Siétamo, que no habían huido de este pueblo, buscaban refugio debajo del pueblo
en la hondura donde estaba la Caseta de los Pobres o de San Lázaro, que estaba,
debajo del pueblo, al lado de donde manaba la fuente del Valdecán. Esta Caseta
de los Pobres no tuvo siempre, misión de refugiar a los caminantes, peregrinos
y viajeros, sino que en esta circunstancia, cuando las bombas explotaban,
arriba en las casas de los vecinos del
núcleo alto de Siétamo, se lanzaban a la un tanto escondida Caseta de los
Pobres. “Pero esta Caseta de los Pobres, no tuvo en la Historia la única misión
de acoger a los mendigos, porque durante la Guerra Civil, se refugiaron en ella
un gran número de, sobre todo, mujeres y niños de Siétamo, para protegerse de
los bombardeos de la aviación. Cinco bombas cayeron alrededor de la Caseta,
donde se refugiaban gran número de gentes, que la llenaban. Para poder respirar
se ponían un palo entre los dientes. Allí estaban la sra. Juana Periga de
Santolaria, madre de José Ferrando y de Concha, el padre de la sra. Joaquina
Latre, madre de uno de los amigos más fieles que he tenido en mi vida, Toñín de
Bruis, que fue hijo de Joaquín Bruis y de Joaquina Latre. Estas dos personas
son de gran corazón y todavía viven en este año de 2.020. También se encontraba
entre aquella masa de personas Alejandra Piedrafita, hija de un caminero, llamado
el señor Pedro. Se encontraba entre ellos la gruesa señora Encarnación Lafarga,
esposa de José Mora, que después de la Guerra murió en Madrid. Estaba también
la esposa de Andrés Lobateras, Juana Arnillas, que después de los bombardeos se
fueron a Bespén. Debajo de la chimenea se encontraba sentada la anciana Juana
Periga, madre de Concheta o Sra. Concha, que nos cuidaba a nosotros los
hermanos pequeños de Casa Almudévar. Esta señora fue enviada por los rojos al
Estrecho Quinto, andando y con una bandera blanca, para darles un papel, en el
que pedían su rendición. Después de lo que allí pasó, acabó escapada a Huesca,
con los defensores del Estrecho Quinto. En Huesca fue acogida por los dueños de
la Farmacia de Llanas. Murió ya de muchos años de edad y yo la abracé cuando
estaba próxima a su muerte en las Hermanitas de los Pobres.
Volviendo a los que se habían
refugiado en la Caseta de los Pobres y debajo de la chimenea, estaba sentada la
señora Juana Periga, madre de Concha o Concheta y por su apertura le caían
restos de las explosiones de alrededor los compañeros gritaban:¡Señora Juana,
quítese de ahí!. Ya quedan pocas personas que se acuerden en alguna ocasión de
este bombardeo a gente inocente. La “Siña” Juana Periga, nació en Santolaria y
era madre de la señora Concha. Vivía en la Plaza Mayor en una casa desaparecida
por las bombas y yo que entonces, antes de empezar la guerra Civil, tenía cinco
años, le llevaba un pan a su hogar y ella me hacía sentar y tomar un vaso de
agua, endulzada con azúcar.
Ya se acuerdan muy pocas personas
de aquel refugio contra el fuego de la Guerra Civil, pero la Señora Joaquina
Latre, esposa de Joaquín Bruis y padres de Toñín, de los tres que viven están
la señora Joaquina y su hijo Toñín. Joaquina se acuerda de dichos momentos como
si hubieran recurrido tan sólo unos días. Ya no se acuerda la gente de como
murió un hijo de casa Sipán, cuando bajaba a refugiarse en la Caseta de los
Pobres, desde la Escuela y que una bomba de un avión le cortó su vida en su
bajada al Valdecán.
Sin dejar la Vía Romana, se llega
después al río Guatizalema y por esa Vía se alcanza el Cementerio del Barranco
y poco espacio más adelante se llega a Liesa. Liesa es un pueblo con dos
iglesias vivas y dos, una desaparecida y otra antiquísima destruida. Una de
ellas es la ermita de Santa María del Monte, que está totalmente decorada con
imágenes románicas, que fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1.931. La
imagen románica de Santa María del Monte la robó un ladrón, que presumía de
artista. Los vecinos de Liesa encargaron una copia de dicha imagen. La
Diputación de Huesca conserva una Tabla Románica de San Vicente Mártir.
¿No estarían el Lazareto de
Siétamo y el de Liesa con San Miguel de Foces unidos en la defensa del
bienestar de los caminantes?. Los Sanjuanistas, según Don Ricardo del Arco, mientras
estuvieron en Foces, pueblo desaparecido, donde se halla le enorme iglesia de
San Miguel, se ocuparon del cuidado y de
la defensa de la vía Romana , desde Huesca hasta Alquézar.En el siglo XVIII, ya
disponían de una Hospedería de peregrinos en
Liesa y de un Hospital de leprosos. En el siglo XIII el obispo de Huesca
Monseñor Solá, fue Comendador del Hospital de Foces en ibieca. Los Templarios
cuidaban los caminos, pero al ser disueltos se substituyeron por otra Orden ,
la de San Juan. Con la desaparición de los Sanjuanistas de Foces, quedó
desierto igual que su dependiente Casa de Ejercicios, en Liesa.
Aquella zona entre Huesca y
Alquézar, unida por la Vía Romana y en mi pueblo de Siétamo nadie sabía ya que
estaba comunicado con Liesa,Ibieca,Bascués, Casbas de Huesca y Alquézar. Hoy se
sigue, desde Siétamo, la Carretera
General y se sube por una carretera de la Diputación hacia el Norte , hasta
llegar a Alquézar.
Pero ya casi olvidados de la
Historia del Círculo de Caminos , que
subían desde Huesca a Alquézar, es necesario que nos acordemos de los pobres,
que en estos tiempos ha producido, la Pandemia que se convertido en una Peste
Mundial.
Roguemos al
Señor y a los científicos que investiguen con prontitud una vacuna eficaz,
contra esta miseria mundial.
De parte de Elena laguna de liesa....
ResponderEliminarSiempre e seguido con mucho interés sus escritos. Porque soy un amante de la historia aragonesa....
Mi familia desciende de suelves (casa broto). Mi abuelo descendientes de esta familia me gustaría tener una conversación con Ud. Cuando pase todo esto del virus...
Un saludo cariñoso....