domingo, 6 de diciembre de 2020

Belarra, Belarre en Huesca y San Juan Belarres, en Navarra

 


Belarra (Huesca)


Mi amigo Belarre de Huesca, está ya jubilado, pero le queda alguna pequeña molestia, que él combate paseando por las mañanas hasta las orillas del río Flumen. Parece que este Belarre tiene influencias hereditarias de la Sierra de Belarra y del pueblo que a orillas de un barranco a 880 metros de altura, en una vaguada, se alza Belarra. La Sierra lanza las aguas llovedizas y la nieve que se va diluyendo, baja  al río Guarga, y en Belarra van al barranco, a buscar alguna planta medicinal, como mi amigo,  en Huesca, acude al río Flumen. Parece que los hombres actuales no nos preocupamos de nuestro pasado, pero sin embargo en los pequeños pueblos se acuerdan de su sencilla y sufrida historia, nos recuerdan en cortos refranes, pasajes de su vida del pasado, diciendo: “Macho royo y coda larga_ no preguntes, es Belarra”. ¡Cómo ese macho de “coda” larga, bajaba al Sur de Guara, a llevar patatas y a buscar vino y aceite!  Casi todos los pueblos de la Guarguera van desapareciendo, aunque consuela ver como Sabiñánigo, va devolviendo vida a la zona que se extiende al Norte de la Sierra de Guara. Sabiñánigo, entre otras cosas con su hermoso Museo, trabaja el pasado del Norte de Guara y mira por el porvenir industrial, como acabo de decir, con  el  que pueda  devolver una nueva vida a la enorme superficie de su Ayuntamiento.

Son muchos los individuos que en tierras de lengua española, tienen como apellido Belarre, y la palabra Belarra, en el Diccionario de Echevarría, quiere decir yerba. Esta palabra equivale también a planta y belarrak es el plural de yerbas o plantas. En la Gran Enciclopedia Navarra, página 1 y 2, pone: “Los San Juan Belarrak o “San Juanbelarres, eran llevados en manojos a las iglesias para ser bendecidos por los sacerdotes. En otras partes consideraban innecesaria la bendición porque, la  yerba ”recogida antes de salir el sol,  ya basta”.

La recogida de flores y de sus plantas la madrugada del día de San Juan, aprovechaba “plantas de helecho, nogal, fresno, espino, sauco, malva, hisopo, manzanilla, maragaritones, limonia o “civerbena”, planta que preservaba picaduras de culebra y otros bichos”.

 Estas destacan algunas por su belleza, otras por su valor alimenticio, para las personas o los animales. En otros casos destacan por alcanzar la belleza en los hombres y sobre todo en las mujeres, pero se ha convertido en una ciencia el conocimiento del valor curativo o el tóxico de las plantas. Bellarrak es el plural de Belarra, pueblo que se encuentra en la Guarguera de Huesca y es una palabra vasca, como tantas otras en Aragón, (como ésta mismo) que traducida al castellano, significa un territorio superpoblado de Plantas.

Cuando llegaba el 24 de Junio a Belarra, antes de salir el sol, los “belaitarras” o vecinos de Belarra, en aquella Sierra, que con la de Bonés, se elevan una a cada lado del Alto de Monrepós, separan a la Sierra de Guara, con sus 2017 de altura, del Norte Pirenaico. Aquella madrugada, igual que en la cercana Navarra, por aquellos lugares de la Sierra de Guara, desde Mesón Nuevo, en Arguis y por las Sierras de Bonés y de Belarra, por Ibirque, Lusera, San Urbez, Nocito y Belsué, sus entonces todavía existentes vecinos, celebraban la Sanjuanada. Recogían por los montes plantas, flores y yerbas o plantas medicinales. Ayer, 16 de Noviembre de 2012, me encontré en las  calles de Huesca a Urbez Nasarre, que perteneció a la familia que vivió en San Urbez, para venerar a dicho Santo y le pregunté si en Belarra, proliferaban plantas medicinales. Aquella pregunta, le recordó su vida en aquel Circo de Guara y me contestó con rapidez que sí, citándome en primer lugar a la planta, que él conocía con el nombre de  Visco, como la llamaban los habitantes vecinos de San Urbez.

Al tratar de identificar al Visco, encontré que el muérdago tenía como nombre científico el de Viscum Album o Visco Blanco. Siempre me ha llamado la atención esta planta  parásita, con tallo verde y  con unos frutos redondeados blancos, que se hacen transparentes cuando maduran; con propiedades cardiotónicas e hipotensoras. Es una planta que vive en la parte alta de los pinos y el pueblo la ama, no sólo como medicinal,  sino también como ornamental. En toda Europa cuelgan esta planta por las Navidades en puertas y ventanas. En invierno, cuando escaseaban los pastos, las cabras que tanta vida dieron a la Guarguera, los comían con avidez. Yo recuerdo cuan se preparaba liga o  besque con el líquido pegajoso de las bayas.  

A San Urbez de Nocito, después de una larga vida por los Pirineos hasta el pueblo de Ola, a donde bajó por el río Guatizalema, en la Guerra Civil, abrasaron su cuerpo, pero a mí me gustaría colgar en su santuario algunas ramas de muérdago, ahora que se van a celebrar las Navidades.

En Belarra guardaban en las falsas de sus casas, ramos de yerbas para protegerse contra las brujas o las tronadas. En el tizón navideño las quemaban para repartir un humo bueno para conservar la salud del ganado. Me acuerdo desde ya hace muchos años, porque todavía no había explotado la Guerra Civil en Siétamo, a mi tía Luisa, que en el gallinero de mi casa, colocaba ramos de hierbas, con las que combatía los “pedilluelos”, que atacaban a las gallinas.

Mi lejanísimo pariente Alfonso Buil Aniés, nacido en el Castillo de San Román de Morrano, donde fue Señor un Almudévar de Sieso, tiene ya más de noventa años y conoce toda la Provincia de Huesca. Me contó como estuvo en Belarra, para comprar el pueblo, que entonces con muchos otros, desaparecían de la  Guarguera, como expulsados de nuestras tierras de Aragón y que han dejado casi desierto el Circo de Guara o la Guarguera o ribera del río Guarga. Al fin no se realizó la compra venta, entre otras cosas porque el Patrimonio Forestal pagaba   novecientas pesetas por hectárea de tierra y no pagaba nada por los edificios. Así desaparecieron los pueblos, según  me dijo Alfonso Buil, llamados  Aineto, Secorún, Letosa y varios más.

Alfonso Buil conocía a los vecinos de Belarra y como Guarda Forestal conocía la botánica de Belarra y sabía que por allí se criaban muchas yerbas o plantas medicinales,  quiso bajarle a Huesca a un amigo, enfermo del riñón, un remedio para curar su mal. Alfonso conoce muchas plantas medicinales y allí encontró el Llanten, eficaz para los males del riñón y de la orina. Recogió por el monte la yerba Gayuba o Uva de Oso, cuyas hojas las preparaban simultáneamente con la planta Alborcera o Madroño. En el escudo de Madrid  aparece otro oso, que se come los  frutos del Madroño. Alfonso entusiasmado con el hallazgo, llenó un saco de esas plantas medicinales. Cuando llegó a Huesca,  trató a un amigo que padecía de los riñones y no se quería operar. Pero con aquel tratamiento,  murió de viejo. Pero no se contentó sólo con estas hierbas, sino que cogió Efedra, de la que obtienen efedrina, que usan para fabricar pastillas. En las ramas de los pinos, además del Visco o Muérdago, se criaban otras plantas parásitas y cerca de ellas,  brotaban Zarzales, que también tenían propiedades curativas.

Al obligar a la gente a sacar las cabras, se llenaron las plantas de parásitos y tuvieron que abandonar, entre otros muchos el pueblo de antiguo nombre vasco, que también tiene el  nombre de una antiquísima Farmacia Natural, a saber: Belarra.

¡Amigo  Belarre, con estos antecedentes medicinales, de los que es poseedor tu apellido, anímate a tomar alguna yerba natural que sea curativa, para que nos podamos ver y conversar con frecuencia!.

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