Eran cinco los hermanos Fillat que
asistían al Catecismo, al Teatro y a los
Campamentos, porque tenían una gran necesidad, pues su padre había sido
fusilado en Santolaria. Don José Puzo (Canónigo de la Catedral de Huesca), les
daba botas y zapatos, camisas de todas clases con las que se podían vestir y
los hermanos Fillat se sentían felices y los llenaron de alegría, como ellos la
reparten entre todos los que con ellos conviven. Termina con palabras
agradecidas al “Ciego Bartolo” y a su esposa Petra, que vivían en el primer
piso del número 61 del Coso Alto, al lado de la iglesia de Santa Ana. Ambos los
cuidaron e hicieron hombres y por la galería de detrás de los pisos jugaban
conmigo y con mis hermanos Luis y Jesús. Lo malo es que ellos y otros muchos
desean que se le dedique una calle a Don José Puzo, pero parece ser que los
políticos no se acuerdan ya de él. Yo sí que recuerdo la figura y la
personalidad de este ilustre Canónigo y
se han acordado todos los que recibieron sus cuidados y como ya son
mayores o tal vez, han abandonado este Mundo nadie conocerá la historia de Huesca.
Este Don José
Puzo, en el Teatro Principal de Huesca, situado en la Plaza del Teatro, era un
amigo de la educación de la Juventud, y en ese Teatro, enseñaba la Doctrina de
Cristo. Yo mismo acudía a escuchar sus palabras y recuerdo cuando
en aquellas clases de Catecismo , sufría una pena al fracasar en
contestar a las preguntas sobre el catecismo, que nos dirigía Don José Puzo. A
aquellas clases de Catecismo, acudíamos los entonces niños, que habíamos
sufrido la Guerra Civil. Yo ahora en que han pasado unos setenta años, recuerdo
como acudía con los cuatro hermanos, que eran sobrinos del ciego “Bartolo”,
casado con la señora Petra, y hermanos de una niña, que me dijeron que emigró
al Brasil. Vivíamos los tíos de los niños
Fillat, el ciego Bartolomé, vendedor de la lotería de los ciegos, y su
esposa y con los cuatro hijos y una hija, cuyo padre fue fusilado en Santolaria
por la “rojos”, en la casa del Coso
número 61. Vivían estos niños en el primer piso y mi abuela Agustina Lafarga
Mériz, que había recogido a la familia Almudévar de Siétamo, en el entresuelo.
Tengo recuerdos de una muchacha joven y de buen corazón, qué desde la galería
posterior a los pisos de la casa del Coso alto, número 61, les subía a los
hermanos Fillat, algún bocadillo.
Los Fillat eran
unos niños alegres y el hermano mayor, parece ser que dirigió un almacén de
ropas en el Coso Bajo, en la entrada a la calle de Padre Huesca. Los dos hermanos siguientes,
ejercieron de zapateros remendones en la misma plaza de San Lorenzo. Eran dos
personas de un humor alegre, que sentadas en unas pequeñas banquetas,
cultivaban el buen humor, en tanto yo, que iba a su zapatería a componer algún
calzado, escuchaba y les contestaba a sus preguntas y afirmaciones
humorísticas. Cuando me habían cosido los desgastes de su cuero, me despedía.
El tiempo pasa y los hermanos se jubilaron del oficio de zapateros. Muchas
veces me encontraba con ellos en las calles de Huesca y seguían dirigiéndome
palabras de buen humor.
El padre de
estos entonces niños, vivía en Santolaria con sus hijos e hija y al llegar la
Guerra, los “rojos” lo fusilaron y los recogió el ciego ”Bartolo”, vendedor de
los “iguales de los ciegos”. Dicen que en Santolaria ya no encuentran a ningún Fillat. Pero yo que
tenía parientes a los Calvo, productgores de aceite, hablando con la Señora del
Molino de aceite, que ha muerto hace poco tiempo, me recordaba al mártir Rafael
Fillat, que también sufrió obras destructoras en el Molino de Aceite de su esposo
José María Calvo y de ella. Se ha muerto hace escasos años y no puedo consgultarle
datos de Rafael Fillat, ya que sus hijos
fueron recogidos en Huesca por el ciego
“Bartolo y su esposa”. Pero la señora dueña del Molino de Aceite, se
acordaba hace un corto espacio de tiempo del asesinato de Rafael Fillat.
El hermano del Herrero
de Siétamo que fue fusilado en
Santolaria el mes de Agosto de 1.936, fue el padre de varios hijos y una
hija, del que ya no tuvieron noticia alguna,
pues el año de 1.941, ya habían pedido asesinada, su personalidad.
“ Al padre de
Gerásimo le perdieron la pista en el año 41”. El padre de Gerásimo era herrero
en el pueblo de Siétamo en la Calle Mayor y frente a Casa Sipán y se llamaba
Antonio Fillat Bibián. No se sabe si dejó descendencia. Este Antonio Fillat era
hermano de Rafael Fillat, que fue fusilado en Agosto de 1.936 en Santa Eulalia
la Mayor, que tuvo hijos como he relacionado anteriormente. Este Gerásimo está
siendo buscada su historia mirando algún familiar suyo, pero se pueden
encontrar parientes suyos. Por ejemplo tiene dos hermanas gemelas de un aspecto
elegante, que trabajan en un edificio público, con las que alguna vez me saludo
por la calle. Las veo con frecuencia paseando por la calles de Huesca.
¿Dónde se
encuentra Gerásimo o la foto de un niño rodeado de milicianos, en 1.936, hijo
de Antonio Fillat Bibián?. Dicen que
“hace unos meses, vía Wassap rodó por Siétamo una foto de un niño rodeado de
milicianos, en 1.936”. Se sabe que hizo trabajos para Regiones Devastadas en la
reconstrucción de Siétamo, por el año 1.941 y yo me acuerdo de él. Pero después
de buscar la reconstrucción del pueblo de Siétamo, desapareció de Siétamo.
Al Herrero de
Siétamo, me lo encontré en diversas ocasiones por las calles de Huesca y me explicó
como vivía en la calle de Pedro IV, con una hija casada con un mecánico. Estaba
más guapo que cuando me arregló una jaula de conejos, que le pedí que me la
arreglara, y la llevó sobre sus hombros al pueblo, que se encuentra debajo de Siétamo. Era
un hombre trabajador, que vivía en una casa y taller, casi deshechos por la Guerra
Civil. Me causó admiración su fuerza moral que le hizo trasladar desde Siétamo
a Fañanás, aquella jaula férrea.
No me acuerdo de
si le pregunté por su hijo, pero nos
quedamos los dos contentos por encontrarnos con un patrono agrícola y de un herrero, en la ciudad guerra de Huesca.
Tengo
fotografías de Gerásimo en la Escuela de Siétamo antes de la Guerra Civil y
otra, con un cuerpo necesitado de alimento, que han traído unos milicianos “rojos”.
Está rodeado por
tres soldados de la República y él saca una cara de niño solitario, que está
sufriendo una “guerra civil”, escuchando palabras de consuelo de aquellos
soldados, que lo querían consolar. En aquellas tropas republicanas había tropas
dictatoriales y otras amigas de la libertad.
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