La familia del conde de Aranda, se acabó y sus sucesores le vendieron el Castillo a mi familia. De lo más alto de la Torre, hay una fotografía, en que mi abuelo Manuel Almudévar Vallés, observa el monte de Siétamo y a los trabajadores que en él, hacían sus faenas.
Mucho trabajo tuvo mi familia en este Castillo, porque tenía que gastar dinero para que no se deteriorase su estructura, aprovechando al mismo tiempo los almacenes, para conservar sus carros y máquinas de labranza. En dicho Castillo albergaban mis antepasados a varias familias, que carecían de vivienda sin cobrarles nada por su alquiler. En vida de Don Pablo Abarca de Bolea, éste construyó un almacén para conservar el vino y arriba los cereales, y en tanto tuvo que luchar con los ingleses en Portugal y acomodarse a vivir en el Palacio de Epila, donde murió. A Epila hace unos años, acudimos muchos vecinos de Siétamo, a celebrar en su Parroquia el centenario de su muerte. En el pueblo todavía quedaron convecinos míos, cuyos padres habían vivido en el Castillo, alojados por mis abuelos y que no les hacían pagar arriendo.
Vino la Guerra Civil del año de 1936 y quedó destruido el Castillo, que estaba situado en la Vía Romana que conducía de Huesca a Alquézar y allí quedan los recuerdos de la Historia del Gran Conde de Aranda.
Mi padre, que se quedó sin esposa el año de 1943, después de la Guerra, recordaba los tiempos pasados y escribió en un papel, que yo encontré en una pequeña caja, el siguiente texto: “CONDES DE ARANDA.
Por gracia de Fernando el Católico, fue primer Conde de Aranda en 1488, D. Lope Giménez de Urrea.
Al quinto conde, D. Antonio, confirió grandeza de España de primera clase, en 1626, D. Felipe IV. Murió y era sucesión y pasó el condado a D. Pedro Pablo Fernández de Heredia y Ximénez de Urrea.
Por línea femenina heredó el título D. Buenaventura pedro de Alcántara Abarca de Bolea, noveno conde a quien sucedió su hijo D. Pedro Pablo Abarca de Bolea( el célebre ministro de Carlos III), nacido en el Palacio de Siétamo en 1719”.
En el manuscrito se lee lo mismo con lapicero, de la siguiente forma:” SIÉTAMO (2). Palacio de los condes de Aranda. Perteneció a la familia apellidada Abarca de Bolea, marqueses de Torres, barones de Siétamo, Clamosa,etc. y condes de Aranda.
Allí nació en 1719 el célebre ministro de Carlos III, D. pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea. El Castillo está situado en el extremo meridional de la meseta, en que se asienta el pueblo de Siétamo, dominando una pequeña, pero fértil y pintoresca vega, circundada por el río Guatizalema.
Ofrece el Castillo un viejo portal de entrada, robusta torre que da al interior del pueblo; dicha torre muy bien conservada (hasta que en Julio de 1936), sufrió el acecho de las fuerzas marxistas,
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qué atacaron este Pueblo, que destruyeron su cubierta y estructura interior, sufriendo también algún daño en el exterior.
Tiene un tambor almenado, que defiende un ángulo avanzado de la muralla (en la parte baja); por el pié de éste, se entraba al pueblo, que estaba con muro fortalecido.
Tiene vestigios de ventanales góticos, que adornaban sus muros. La puerta del Palacio está protegida por matacanes.
Es ejemplar notable de casa solar medieval.
Se aprecia bien la estructura y planta del antiguo castillo.
(4) con su torre del homenaje (almenada) ya mencionada y otras tres de otros tantos ángulos, truncadas y conservadas sólo en su base.
Al pie de la torre principal, se conserva en buen estado el sótano que le sirve de base.
Pertenece al siglo XIV, si bien se supone con algún fundamento, que anteriormente fue punto avanzado en la línea de fortificaciones, que Sancho Ramírez, mandó levantar desde Loarre a Monzón.
Nota de Manuel Almudévar Casaus”.
Desde luego que un Castillo, vigilante de la Vía Romana de Huesca a Alquézar, que pasa por la Ermita de Santa María del Monte, por la antigua iglesia del Monasterio de Santa María del Monte cerca de Ibieca, por Bascués, por Adahuesca y otros lugares, antes de ser tal Castillo, tendría otras fortalezas que lo unirían con todo el trayecto desde Huesca a Alquézar.
Se acabó la Guerra Civil y desapareció el Castillo-Palacio y a mi padre y a su familia, los recogió mi abuela materna, doña Agustina Lafarga Mériz, viuda de Don Ignacio López de Zamora Blasco. Allí se prolongó la vida de mi madre hasta el año de 1943, en que murió del corazón, después de sufrir la huida de su familia, primero a Huesca, luego a Jaca y por fin a Ansó. Delante de mi ordenador tengo su fotografía, asomada en un balcón del Coso Alto de Huesca y de vez en cuando me la miro y recuerdo como lloraba, cuando pocos meses antes de su muerte, marché al colegio, fuera de casa. Mi padre que ya había perdido el automóvil en la Guerra Civil, iba y venía a Siétamo en bicicleta y en Huesca se preocupó de darnos estudios. Cuando acabé la carrera, me casé con Felisa Bercero de Torralba de Aragón, y nos fuimos a vivir a nuestra antigua casa de Siétamo, donde ha criado cinco hijos y trabajado como una santa. Mi hijo Manolo es tan trabajador como su madre y está en Siétamo cultivando la tierra con un gran esfuerzo para salir adelante.
Recuerdo constantemente a mis primos, hermanos y a sus hijos que están trabajando por el mundo y que sigo queriendo como miembros de mi familia. Pido al Señor que triunfe la Paz, para que no tengamos que pasar los españoles, las penas de las guerras, como las están sufriendo, por ejemplo en Siria.
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