Yo nací antes de la
Guerra Civil, y tal vez los niños de Siétamo, tuviésemos un aviso
profético de que no faltarían nunca guerras en este Mundo. Cantábamos la
canción que así se expresa: “Mambrú se fue a la Guerra, Mambrú se fue a la
guerra, no sé cuando vendrá”. No he podido desde 1930 hasta el año actual de
2015, olvidar ni la letra ni la música de esta canción infantil. ¿Cómo iba
despreciar la realidad de las guerras, escuchando la canción de la
Guerra de Mambrú, cada vez que me daba cuenta de que explotaban la Guerra de
1936, la Europea ,la Mundial y las que todavía no han acabado?. Teniendo en
cuenta de que casi cada día estallan otras, no nuevas, sino envejecedoras
de la vida humana Yo inocente niño con mis cinco años,
estando sentado en el hogar de Siétamo, escuchaba las conversaciones de
mi tío José María, que acompañaba sus palabras, con gestos airados, imitando la
cara airada de Musolini, como las que exhiben los fundadores de las
guerras. En la Escuela Nacional cantaba con otros niños y niñas aquella canción
guerrera que se expresaba así: ”Mambrú se fue a la guerra, qué dolor,
qué dolor, qué pena. Mambrú se fue a la guerra, no sé cuando vendrá, ay,
ay, ay, qué dolor qué pena, no sé cuando vendrá. Vendrá para la Pascua, qué
dolor, qué dolor, qué pena, si vendrá para la Pascua o por la
Trinidad. La Trinidad se pasa, ¡qué dolor, qué dolor, qué pena!, la
Trinidad se pasa, Mambrú no vuelve más”.
Estaba la gente
esperando noticias de nuevas guerras y por el camino vieron llegar a un paje y
le preguntaron qué noticias traía y él con su
dolor, siguió cantando el romance, en el que decía: “Que
Mambrú ya se ha muerto, que dolor, que dolor, que pena, que Mambrú
ya se ha muerto y lo llevan a enterrar, que do-re- mi, que do-re- fa, lo llevan
a enterrar”.
A Mambrú, el querido
Mambrú, ya “lo llevan a enterrar, que do –re-mi, do-re fa, ya lo llevan a
enterrar”, ”en caja de terciopelo, y tapa de cristal. Que do-re-mi.que do-re-
fa, y tapa de cristal”.
En mi pueblo los niños
estaban alegres, cantando tan triste canción y comenzaban a morir los niños y
los mayores, al estallar la Guerra Civil. Y son muchos los muertos, de los que
unos treinta, tienen sus nombres esculpidos en una lámina de mármol,
en el pórtico de la iglesia. Faltan otros tantos en el mismo portal, pensando
todos, a su manera, en un mundo justo, pero todos haciendo la
guerra. Cientos de cadáveres quedaron repartidos por los campos.
“En Huesca conozco a
un enterrador, que amaba, con locura, a un nieto suyo y
por eso, al darse la fecha de que el niño hubiera cumplido cuatro años, fue al
cementerio y le llevó un pájaro de colores, que compró en una juguetería. Al
llegar, con la comitiva familiar al frente del nicho y mostrarle el
pajarico, otro pajarico vivo, se puso a cantar sobre una rama próxima. Mi
amigo, el enterrador de las manos duras, sintió reblandecerse su corazón al
escuchar cantar al verderol y de sus ojos salieron lágrimas de felicidad”.
¡Qué bien representa “Mambrú se fue a la
guerra” la vida alegre de los políticos, que entristece la triste de los
guerreros, y que necesitan los niños cantar la gloria guerrera de los que
como Mambrú, van a la guerra!. Sí, porque con la música, lloran y se alegran al
mismo tiempo, cantando la diaria historia de los hombres. Tenemos como los
pajaricos del cementerio en que trabajaba mi amigo, el enterrador del
cementerio de Huesca, una sensibilidad, que nos hace cantar la muerte de los
vivos. Al escuchar al verderol, se reblandeció su corazón, hasta derramar
lágrimas por sus ojos.
¡Qué sensibilidad
tenía el corazón del que creó cantando “Mambrú se fue a la guerra”, porque
los pajaritos del cementerio, como el verderol de Huesca, “detrás de
la tumba, ¡qué dolor ,qué pena!, y detrás de la tumba, tres pajaritos van.
Do-re- mi-do-re-fa, tres pajaritos van. Cantando el pío-pío, ¡qué dolor, qué
dolor, qué trío!, cantando el pío. Pío, cantando el pío–pa. Qué do-re- mi, qué
do-re-fa, cantando el pío –pa.
LA PAZ, el sueño de la
paz, ha tratado de calmar los ardientes deseos de odio y de guerra en el Mundo.
Por eso el romance de “Mambrú se fue a la Guerra”, sigue conmoviendo sobre todo
a los niños, que no quieren guerra. Es un romance, que se compuso después de la
batalla de Malplaquet (1709), que se llevó a cabo, durante la Guerra de
Sucesión española, entre ingleses y franceses. Murió el inglés John
Churchill, duque de MARLBOROUGH, que equivale al nombre de Mambrú, en español.
“La música de Mambrú se fue a la guerra”, parece ser antiquísima ya que dicen
que proviene de la música árabe, que trajeron los Cruzados. Dicen que del
pueblo llegan las canciones a los nobles y en este caso, que a una nodriza de
un delfín de Luis XVI, la escucharon éstos y pasó luego a oírse por todo el
Pais. Se empezó a cantar en Francia, Inglaterra y España y
luego se cantó en América, desde Méjico, pasando por
Centroamérica, por la República Dominicana, por Colombia, llegando a propagarse
por la Argentina.
En el Uruguay, en el
año de 2003, los artistas de ese Pais Rubén Rada y Horacio Buscaglia, buscando
la Paz, como siempre la había buscado el “Mambrú se fue a la guerra”,
escribieron lo siguiente: “Mambrú no fue a la guerra”. ( ¡Oye Mambrú!-No vaya a
la guerra.- ¿pa qué va a ir allá? , ¡y quédate aquí con nosotros de
fiesta!”. Y entre otros deseos, manifiestan, que: “Mambrú no fue a
la guerra-porque no quieren odiar….a mambruces, mambrucitos, -porque sean
diferentes y no piensen igual.La Paz es como un beso de mamá y de papá.Es un
juguete nuevo, un gol de media cancha, en las vacaciones y la Navidad. La paz
es una casa, que vas a estrenar. La paz es tu sonrisa y la de los demás. ¡¡¡La
Paz somos nosotros que vamos a cantar!!!.”
Y en un estribillo, van cantando: “¡¡¡ Mambrú, Mambrú no fue a la guerra!!!. ¡¡¡Mambrú quiere la Paz!!!. ( Oye,Mambrú!.Tú si que lo sabes todo,¡eh!¡Suéltame la paloma!) “..
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