La vida de San Urbez se ha venerado en el Alto Aragón y se venera hoy en día, pero desde aquellos años en que los moros, invadieron nuestra Tierra, San Urbez, que vino al Altoaragón desde Francia, fue pastor de ovejas y Pastor de Almas, pues lo consagraron Obispo y corrió las yerbas de nuestros montes y cultivó los espíritus de nuestra Tierra.
Existe un mapa en el que se ve el recorrido del Santo, desde el Añisclo, hasta San Martín de la Bal d’Onsera, San Julián de Banzo, Chibluco, hasta la Parroquia de San Pedro el Viejo en la ciudad de Huesca, donde se guardan recuerdos de su labor apostólica.
No es completo este Mapa, pues en las narraciones de la vida de San Urbez, en él, se olvidaron o no alcanzaron a conocer sus aventuras espirituales, ya que en este Mapa no dice nada de la vida de San Urbez, cuando bajaba desde San Martín de la Bal D’Onsera al Llano de Loporzano y subía al Saso, desde el pueblo desaparecido de Quinto, en cuyas ruinas encontré un signo para identificarlo, es decir una letra V o número CINCO, que equivale a Quinto. Dice alguno que en la Vía Romana, que de Huesca u Osca conducía a Alquézar, no se han encontrado signos romanos, para identificar, cada uno de los lugares, que estaban distanciados unos de otros por Millas, pero yo encontré una letra V mayúscula, que indicaba la quinta unidad de distancia entre Osca y Alquézar. En aquel Cerro estaba una V, indicando la situación de Quinto, pueblo romano.
En este mapa pusieron como principio de la ruta de San Urbez desde Sercué, hacia el Sur, en la que entonces no era todavía la frontera de España con Francia. Pone en dicho mapa como último lugar de la ruta de San Urbez, la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca. En libros de la categoría del Señor Obispo Don Damián Iguacen, que ha alcanzado más de cien años de vida, no aparece la Vida de San Urbez, más debajo de Huesca, pero yo cuando iba a visitar a mis parientes del pueblo de Ola, me encontré en su parroquia, una imagen de San Urbez. Don Antonio Otal me dijo que la imagen de San Urbez , había desaparecido de Ola, durante la Guerra Civil de 1936. Pero al terminar dicha Guerra, Don Antonio Otal, colocó otra imagen del Santo en dicha iglesia. Yo, nacido en Siétamo, al lado de Ola, no pude olvidar la santidad del doble Pastor de ovejas y de almas, San Urbez, porque al subir al Saso, recordé la Fuente, de la que se llegó a conducir agua al Campo de Aviación de Monflorite. En casa de Don Antonio Otal hay una losa de piedra de arenisca, en la que dormía San Urbez y éste, con su bara, la lanzó en un lugar donde preveía humedad e hizo brotar un manantial, que todavía sigue manando, después de siglos.
En uno de mis escritos, puse: “El pueblo de Plan de Quinto, gobernado en viejos tiempos por los romanos, formaba parte de la Vía Romana, que conducía desde Huesca hasta Alquézar. En aquel tiempo de dominio Romano, la población se hizo cristiana y todavía se han encontrado restos de la Epoca Romana. Por ejemplo yo recogí teselas, con las que se adornaban los suelos de las habitaciones y un pequeño candil. En el solar de Plan de Quinto, se encuentra al lado de la Carretera N- 240, frente a uno de los elevados laterales del Saso, que empiezan en Estrecho Quinto, que expone una Cruz, que recuerda el sitio de la Guerra Civil, que sujetó a los que huían de los pueblos del Somontano y a las Tropas Nacionales. Desde esa Cruz se miran el Saso, pastoreado por San Urbez y al otro lado, sobre un Monte, el Castillo–Palacio de Montearagón. El Saso se extiende hacia el Sur, en el cual en la ladera Este, se encuentra el pueblo de Ola.
Las ruinas del Pueblo de Plan de Quinto, recibió ese nombre porque allí encontramos una V de piedra, cuyo significado en latín quiere decir Quinto. Este nombre es el de un millar o milla romana, igual que Tierz es el nombre del tercer miliar y Siétamo del Séptimo.
Yo encontré ese cinco de piedra, de forma latina, pero mi excesiva vergüenza no me dejó llevarlo al ayuntamiento de Siétamo y a los pocos días desapareció. Recogí un pequeño número de teselas, que me harán recordar, mientras viva, el pueblo romano de Quinto. Donde se hallaban dichos edificios, se encontraban las teselas y allí pude contemplar la V mayúscula, que indicaba la distancia de cinco miliares entre Quinto y Huesca. Cada miliar medía 1480 metros, que multiplicados por cinco, indican que Quinto estaba a una distancia de 7´406 kilómetros de Huesca.
A San Urbez se le presentaban fáciles accesos a su residencia de San Martín de la Val D’Onsera. Se bajaba del Saso, pasaba por el pueblo de Quinto y subía por Loporzano a San Julián de Banzo, Una vez allí por aquella Sierra, donde había osos, subía a su solitaria residencia de San Martín D’Onsera. No era lejano el Saso de San Martín. Lo que ocurría es que San Martín estaba introducido en la Sierra y el Saso donde ésta acababa.
San Urbez fue un Obispo que pasó los cien años de vida y un escritor de su vida fue otro Obispo, que todavía vive en el año de 2.017, y que se llama Don Damián Iguacen, que nació en tierras de Zaragoza, cerca de donde se elevó ya hace muchos años la Ermita de Santúrbez.
Y hace poco tiempo murió en mi pueblo de Siétamo, Sebastián Grasa con más de cien años. Pero no era de este pueblo, sino que nació en el pueblo de Salinas el Viejo, encima de Villalangua. Ese pueblo tiene unas salinas, con las que suministraban sal a otros pueblos de la Montaña, cerca de San Juan de la Peña. Fue Alcalde de ese hoy desaparecido pueblo y que ahora pertenece al Ayuntaminento de Riglos. Desde él pastoreaba sus ganados en las comarcas de alrededor, como en Almudévar. El ambiente de Salinas Viejo es terriblemente montañoso y con movimientos de tierra. Ante esta amenaza de la naturaleza tuvo, con su familia, que abandonarlo. Estuvo varios años en la pardina de Ferrera, donde un año se le apedreó la cosecha y al fin se vino a vivir a Siétamo, donde ha muerto de más de cien años de edad.
A continuación copio mi escrito sobre Sebastián Grasa: “¿Cómo sé yo estos hechos, en los que describo el paso de los habitantes de Salinas el Viejo?. De una forma muy sencilla. Hace escasos años se murió en Siétamo el señor de ciento y un años de edad, Sebastián Grasa, que fuè hace muchísimos años Alcalde de este pueblo desaparecido. Y él me contaba el paso por la Osqueta de los escasos habitantes de Salinas el Viejo, que todos ellos emigraron y Sebastián Grasa a mi pueblo de Siétamo.
Sentado en la entrada del Bar teníamos debajo de la Calle, el paso del río Asabón y delante de nosotros se veía un Circo Natural, que en tiempos fue sólo un conjunto de huertos. Rodeado de mallos y de Peñas. Por encima de todos ellos se encuentra el paso por la Osqueta de los habitantes de Salinas el Viejo, que regresaban acompañados de sus rebaños, que venían de los pastos, en los que se encontraban parideras. Allí estaba la de Ferrera, atendida por Sebastián Grasa. Si, regresaban a Salinas Viejo , para encerrara su ganado y asistir a las palabras del Cura, que estaba preparando a los niños para hacer la Primera Comunión.
Estábamos sentados con mi yerno Santiago Adiego, frente a un enorme Circo natural y apareció entre nosotros un señor llamado Víctor Callau Casasús, nacido en Villalangua. Empezamos a conversar y se declaró sobrino del anciano Sebastián Grasa y me dijo que s tío Sebastián tenía la cabeza “bien amueblada”.
En cierto artículo que escribí hace ya unos años,”recordaba como Sebastián Grasa me contaba que en algunas ocasiones, el paso por la Osqueta era terrible,sobre todo cuando el viento cierzo soplaba con tal intensidad, que les hacía caer sus cuerpos sobre el suelo”.
Víctor al oir tal relato, lo confirmaba con su cabeza tan bien amueblada como la de su tío Salvador Grasa, el día 20 de julio de 1012, diciendo que aquellas Osquetas,cuando soplaba el cierzo, pasaba un aire fortísimo, que desplazaba la “zaborrilla de salagón”,igual que otras piedras menudas, por el camino,que como he dicho , convertía los caminos dulces en ásperos.De la boca de Víctor salían explicaciones llenas de sentido común, porque decía que en aquella Osqueta,el aire corría encañonado. Hoy aquellas tierras tan duras y tan tiernas para los corazones de aquellos hombres, están casi desiertas , desde Longás, Biel, El Portillo de la Osqueta, Salinas y Agüero, hasta penetrar en el Monte de Luna”.
Ahora hablo con su hijo Antonio, que lleva en su corazón el amor y en su cerebro el recuerdo de Salinas de Jaca, a 915 metros de altura sobre el nivel del mar, pero ya no se acuerdan los turistas de dicho pueblo, al que visitan de su iglesia destrozada. Antes de bajar a vivir a Siétamo, vivió dos años en Villalangua, donde se encuentra su primo, que me recuerda cuando me ve en Villalangua y me recuerda a San Urbez, pero con su antiguo nombre de Santúrbez, porque seguramente ,cuando su templo no estaba en ruinas, se leería en algún lugar :Templo de SANTÚRBEZ. Su primo Antonio Grasa Casasús vive en Siétamo, pero conserva en Salinas Viejo, un hermoso huerto, regado con aguas del río, que recogían en una balsa. Ahora está yermo. No puedo menos que recordar a mi ya antiguo pariente Morlan, que estuvo de secretario en Salinas Viejo.
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