Del río Vero al Alcanadre. |
De los Amantes de Teruel, como eran
tan románticos, decían que era tonta ella y tonto él. De los nacidos en
Pedruel, no eran tontas ellas, ni él. Él era Simeón , que aprendió muy pronto a
apreciar el ambiente puro del río Alcanadre, a pasar por sus pasarelas, haciendo
equilibrios, que le servirían mucho, para más tarde hacer equilibrios, en
épocas de guerra, de paz, de cierzo o de bochorno, se enamoró de las truchas
para practicar con ellas amores que matan, pues las ha coger a uñeta, a
forqueta, a cuchareta, a mosqueta y con anzuelo. Estos conocimientos le han
sido útiles, porque siempre que ha podido ha vuelto a las orillas de los ríos,
con lo cual ha conseguido llegar a la jubilación lleno de salud y tener a todas
las truchas de la provincia medio atemorizadas. De aquel pueblo, aunque todavía
era niño, había aprendido lo poco que valía la pena, pues aquellos de “o buco
cornigacho no quereba buquir a la cabra roya” y, a él,
¡qué se le importaba”. Ya estaba harto de llevarla a “pagentar” por caminos y
márgenes, sujeta con una cuerda en cuyo extremo iba una clavija que
a golpes de piedra, clavaba en tierra, pero estas clavijas eran muy bastas y él
había oído que en Huesca había unas clavijas muy finas, que eran las de las de
las centralitas telefónicas. Así que lo vieron venir por Huesca, le hicieron
unas pruebas para comunicarse por teléfono con Castellón y entre lo que se
había fijado y la facilidad que encontró con las clavijas modernas, mucho más
manejables que la de la cabra roya, en seguida lo aprobaron.
Y es que Simeón siempre ha tenido
mucha vista, basta ver cómo le relucen los ojos detrás de esas gafas y dijo:
¡Si vuelvo a Pedruel, para días tengo teléfono!. Han pasado cincuenta años y ni
en Pedruel ni en la Almunia hay todavía teléfono!. Vovió a decir; ¡Si vuelvo a
Pedruel, tendré que seguir pasando el río por las pasaderas!. En cambio,
aquí en Huesca, tiene con sus vecinos un puente para pasar un río sin
agua. El puente lo llaman del Diablo, pero Simeón , como tiene tan buen
carácter, se ha hecho querer hasta del diablo de ese puente y no le gasta
ninguna faena. Que no se pruebe porque así como en Pedruel tiraba de cadena
para llevar “a craba roya a buquir”, ahora tira de la cadena para que los
Doberman que tiene en casa, no se coman a un diablo crudo. En lo único que ha
salido perdiendo Simeón , al marcharse de Pedruel, ha sido que ha cambiado un
río de verdad por el Isuela, que no es río ni nada, pero hay que tener en
cuenta que hasta en esto ha tenido suerte, pues si en el Isuela hubiesen
proliferado los peces, Simeón que ha sido tan cumplidor, no hubiera hecho más
que pescar, y hubieran llegado los diputados al pleno y se hubieran quedado en
la calle y ahora no podríamos los aquí presentes rendirle nuestro
homenaje. A este homenaje yo creo que se sumarán todos los que han tenido la
suerte de conocerle y de tratarle, pero hay unos seres a los que la feliz
jubilación de Simeón, les habrá sentado como un tiro, y esos seres son “las
truchas”.
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