Nació Gregorio Chirivás en
Siétamo, el día 24 de abril de 1.880. Su padre era Caminero en la carretera de
Huesca a Barbastro. Yo ya no pude conocerlo, porque nací en el año de 1.930, en
el mismo pueblo de Siétamo y él ya se había trasladado con sus padres a la
casilla de camineros de Ariño, entre Barbastro y Enate. En esta casilla enfermó
su padre y al poco tiempo murió éste y
muy pronto su madre. En estas circunstancias tuvo que trasladarse
a casa de unos tíos suyos, también peones camineros. En 1.892. cuando tenía tan
sólo doce años, ingresó en el
Postulantado de los Misioneros de
Barbastro e hizo cuatro años de humanidades, marchando a continuación al
Noviciado de Cervera (Lérida),donde profesó
el 3 de octubre de 1.897,como Hermano. Yo no lo conocí por nuestra
diferencia de edad, pero su martirio es simplemente uno más entre la multitud
de martirios que cometieron los que decían ser la parte limpia de aquellas
guerrillas revolucionarias en el frente desde Cataluña hasta la provincia de
Huesca.
Pero coincidimos en las fechas
del comienzo de la Guerra Civil, entre el conjunto de gentes que no tenían
gobierno, con los republicanos, que parece ser que no coincidían en nada, pues
aquella lucha fue una revolución salvaje de los “anarcos” contra el sentido
común. Pues Gregorio Chirivás era un aragonés sencillo, bromista de buen
género. Ya escribió sobre este hermano que “Se podía confiar en él por el
interés que ponía en lo que se le encomendaba”.
Fue detenido a sus cincuente y
seis años ,el día 20 de Julio de 1.936, en su propia comunidad. En ella sufrió
vejaciones, simulacros de ejecución, provocaciones por prostitutas, hambre ,sed
y soledad. En la mañana del 12 de Agosto de 1.936 lo llamaron a fusilar,
acompañado por otros cinco claretianos. Aceptó su fusilamiento con naturalidad,
pues “dejó todas sus cosas en el banco donde había dormido, hasta su dentadura
postiza. Y bajó al oír su nombre”.
Este fue el sacrificio del Beato
Gregorio Chirivás (peón caminero), pero no sólo el suyo sino de todos los
sacrificados en Barbastro, en Angüés, en Siétamo, Fañanás e incluso en Huesca, sin acabar su entrada en
ella. Yo recuerdo el sacrificio de la vida de Gregorio Chirivás y de la
multitud que fue sacrificada desde
Huesca hasta Barbastro, compañeros del sacrificio de sus vidas por la
madre y el hermano del entonces niño Jesús Vallés Almudévar. Jesús se hizo
sacerdote y renunció a la canonización de su madre y de su hermano. Gregorio
fue beatificado y se puede venerar sus restos en el Convento y Colegio de los
Claretianos.
El autor de este beatífico cuadro, don J. Beruete, escribe:” He querido
plasmar al Beato Gregorio Chiribás, Mártír Claretiano de Barbastro (Peón
caminero),en la plenitud de su edad-56 años-, con semblante sereno, ojos vivos
y penetrantes, que se clavan en el alma y nos hablan de heroísmo y fidelidad a
sus ideales cristianos y religiosos. Con la cabeza levemente inclinada, su
bondad, y los brazos abiertos, como aceptación sumisa del martirio y dispuesto
a perdonar a sus verdugos. Con la mano derecha recibe la palma del martirio, de
manos de un ángel. Con la izquierda señala a sus cinco compañeros de martirio.
En el fondo, Barbastro. A los pies del Beato, la iglesia parroquial de Siétamo.
El color del cuadro simbólico, simbólico en la zona baja, mundo terrenal,
domina el rojo de sangre y el martirio que sube transformándose en el ocre-oro
del triunfo y en el blando de la gloria”.
Cuando llegó la Guerra Civil el
año de 1.936, todo el Somontano de Barbastro y de Huesca, se convirtió en un
cementerio y se derramó sangre humana por las paredes de los pueblos, de los
cementerios y los muertos, no sólo por causa de la Guerra Civil, sino por los
asesinatos privados, cometidos por el odio, que acababan en fusilamientos y
asesinatos entre unos y otros. Parecía que las mentes humanas, se habían
llenado de odio y los fusilamientos se multiplicaban por las paredes de los
cementerios, por las fachadas de las huertas y por las muertes que se habían
aplicado primero por los “rojos” y luego por las batallas y las venganzas, entre unos y otros.
Barbastro recordaba aquella
“criminalidad” de una ciudad, citada en Palestina por la Biblia, en que la
sangre corría sin fin. Pero en Barbastro, no sólo la Capital, sino todo el
Somontano. Mi doble primo el entonces niño Jesús Vallés Almudévar, había pasado
el verano en Fañanás, acompañando a su madre y un hermano, y el alcalde, hombre
analfabeto, mandó fusilar a ambos. Cuando el niño Jesús Vallés supo que ya
habían destrozado a Siétamo donde él quería saber si su familia de casa
Almudévar, estaba viva o muerta.
Ese odio de ver a las personas buenas y alegres, ponen de los nervios a los qu no son felices y no viven en paz con Dios. Es el mismo satanas el que actúa.
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