Se acuerdan de
aquellos pasados tiempos, en que se hacía una vida muy cristiana, pues siempre
la acompañaban con un trabajo duro y poco humedecido por el agua, con
oraciones, que no sólo rezaban en sus casas y en la iglesia, sino que las
lanzaban al aire de la Villa, para que las escuchara el Todopoderoso.
Se acuerdan de las cofradías, pero así como en el resto de España, casi
han desaparecido, sobre todo las de la Aurora, en Almudévar, conservan entre
otras la de la Soledad, a la que
pertenecen algunos almudevarenses, junto con su afiliación a la Cofradía del
Rosario o de la Aurora. Y es que cuando muere alguno de sus socios, el
presidente de la Soledad, lleva en el entierro, el estandarte delante del
cuerpo del difunto y van haciendo sonar la campana mientras van rezando el
rosario hasta el cementerio, donde acaban con un Padrenuestro y un Avemaría por el extinto
cofrade.
La vida del hombre tiene puntos negros de tristeza, pero momentos
alegres de alegría, pues aquellas oraciones en el camposanto nos hacen ver como se levanta el alba, como
rompe la Aurora, mostrándonos una amanecida o un nuevo amanecer en el otro
mundo, pero los almudevarenses, eternos madrugadores para realizar sus
siembras, segar sus cosechas, cuidar a sus ganados, son amigos de la Aurora y
no pueden apartarse de ella y para ello fundaron la Cofradía de Nuestra Señora
del Rosario, a la que honraban cantando las auroras.
Eran en aquellos viejos años, abundantes en España las cofradías que,
procesionaban bajo “la luz difusa que precede inmediatamente a la salida del
sol”, porque la aurora despunta y despuntaba
o rompía, al comenzar el amanecer y cantaban y entonaban cantos
religiosos, llamados auroras, como el salir del día antes del rosario, para
celebrar fiestas solemnes. Como dice la poesía de un gran vate: ”En los pueblos
de mi Andalucía, -los campanilleros por la “madrugá”-me despiertan con sus
campanillas-y con sus guitarras –me hacen llorar” y mi hermana mayor María
Victoria ,que fue Maestra Nacional durante año de 1946 en el pueblecico de
Castejón de Arbaniés, recogió la siguiente canción :”Salve de los cielos-Virgen
del Rosario,-Danos agua límpia-Que riegue los campos,-Los campos
tenemos-heridos del hielo-y es porque no llueve-buen agua del cielo.-Del cielo
esperamos –hermoso rocío,-así lo desea,-este pueblo pío,-pío y siempre
pío.-pobre y siempre pobre-que hoy en este día-nadie le socorre.-Socórrenos
Madre-a los hijos de Eva-que piden que llueva –en esta Novena .-Novena
ofrecemos –a la Virgen bella,- y es porque tenemos-muy seca la tierra,-tengamos
paciencia-que la Omnipotencia-ni peca ni
yerra.-yerra el pecador-cuando hace el pecado-y a Nuestro Señor-tenemos
airado,-airado tenemos-al Eterno Padre,-y ahora supliquemos-a la Hermosa Madre
:-oh Madre amorosa – y de todos Madre-que ahora y en la hora- nuestra muerte
ampare”.
Ha desaparecido la Cofradía, que estas coplas cantaba, pero en
Almudévar sigue vivo el espíritu que anima a la Cofradía de la Virgen del
Rosario, con sede en la parroquia y en la casa del Señor Párroco.
Con frecuencia, algunos me dicen que todos los meses, se celebra la
fiesta de la Aurora, generalmente un día de auténtica Fiesta religiosa, como
por ejemplo este año se celebró el día de Reyes y el año pasado se escogió el
día de la Inmaculada o Purísima
Concepción.
Esta Aurora, como indica su nombre, empieza a desarrollarse por la noche,
a las seis de la mañana y en verano a las cinco y media, porque poco después
saldrá el sol. Se desarrolla de una manera original, ya que estando la Cofradía
formada por unos sesenta cofrades o hermanos, van todos juntos de esquina en
esquina. Empiezan en la Calle Mayor, nº 94 y siguen por la puerta de Berbosa, después de la Plaza
Mayor van a la esquina de Oliver y luego aparecen en la esquina que hace
vecindad con casa de Samper; más tarde van a la esquina de la Cruz, después
acuden a la de la Calle Baja, o sea que esta calle es visitada doblemente en
cada una de sus esquinas, a saber la alta y la baja. Después caminan hacia la
casa de las monjas de Santa Ana y luego
a la esquina de Chilé y se acaba la procesión en la puerta de la casa parroquial.
Y ¿qué hacen de esquina en esquina? ;el presidente o hermano mayor va
tocando la campana y cuando llegan a una de las citadas esquinas, se ponen a
cantar en corro y en coro, unas canciones clásicas, parecidas a las de Castejón
de Arbaniés y que contrastan con la música moderna, pues ésta pone nerviosos a
los hombres y aquellas viejas canciones, heredadas de sus antepasados, los unen
con sus hermanos, los aproximan a Dios y a los demás cofrades, con los que les
une una íntima amistad, que da a la Villa de Almudévar, una personalidad
especial, en medio de una región geográfica enorme, desde donde se contemplan
los pueblos de Alcalá de Gurrea, Artasona, Valsalada y San Jorge, pueblos estos
últimos de Colonización e hijos de la Villa de Almudévar.
Las canciones no son siempre las mismas. la primera del año es la de
los Reyes Magos, a los que alaban por haber seguido la Estrella que los
condujo, guiándolos, a adorar al Niño
Dios. Y les piden que les bendiga los campos, para que haya abundantes cosechas
con el fin de que no falten los alimentos ni las cosa necesarias en las casas y
sobre todo en las más pobres.
La copla de Febrero se denomina dominguera, porque en tal mes no hay
fiestas de misa obligatoria, mas que los domingos. Este año se hará el día
dieciséis. Son varias las coplas domingueras y el presidente o Hermano mayor
elige la que le parece más oportuna.
Hay más Auroras, como la de Semana Santa, la del Santísimo, etc., etc.
El Párroco está satisfecho con tales Cofradías y con ellas colabora
todo lo que puede, pues a estos
cofrades, casi no hay ni que predicarles, porque son auténticos
cristianos.
En la Cofradía de la Virgen del Rosario o de la Aurora hay tres
cofrades, que se nombran cada año, para que se preocupen de avisar a los
cofrades de la defunción de alguno de ellos y como el hombre no sólo reza, sino que también come, se
preocupan de que en aquellos días en que tanto madrugan, no falte el almuerzo,
para después de cantar tantos cantos piadosos. Recogen magdalenas, tortas
dobladas, típicas de Almudévar, café con leche, moscatel y algún trago de
Chinchón.
Como son mayores no han sido grandes bebedores, pero han tomado anís,
casi todos los días de su vida, para romper la aurora y empezar a trabajar en
la siega y en la siembra.
¡Con qué serenidad viven esos hijos de Almudévar, que hacen un solo
tiempo del pasado y del futuro, para convertirlo todo en el tiempo de Dios,
para el que todo está presente!.
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