sábado, 11 de enero de 2020

El ballet de los caballos.-(Agosto de 1978)




Ay, cuanto de dolor
Está presente
Al infante valiente,
A hombres y caballos
Juntamente.
En las fiestas de San Lorenzo, se han hecho clásicas las corridas “a caballo”; para mí, éste es el mejor de todos los espectáculos que tenemos ocasión de contemplar. Y por muchos motivos. No hay caballero sin caballo, pues una vez apeado el jinete “motu propio” o por haber sido apeado por el noble bruto, se convierte en caminante o peatón.
¡Qué simbiosis hacen caballero y caballo!. Incluso la mitología la ha consagrado, creando la figura del centauro. Los aztecas creían que los jinetes españoles  eran  un solo ser, con su caballo.
La compenetración entre dos seres vivos (caballo y caballero), para mí constituye una amistad muchas veces superior a la que existe entre dos personas. ¡Cómo se unen los dos, caballero y caballo, para defenderse de los embites y ataques del toro bravo de afiladas astas!. Estamos contemplando una posible tragedia; de todas formas tragedia real porque es preciso que  uno de los tres muera. Pero en tanto se  produce la muerte, estamos en el ambiente de un ballet, de una elegancia difícilmente superable. Hasta el caballo tiene elegancia y coquetería, arqueando el cuello y la cola, con las crines trenzadas.
Nunca la máquina podrá superar al caballo. Sería hermoso que la gente pudiera tener caballo, pero es imposible en la vida moderna. En las casas se hacen aparcamientos, pero sin pesebres y a los caballos es necesario darles de comer todos los días. Además el pienso es un problema y caro, pero esto no supone el último triunfo de los automóviles, porque aunque se hacen garajes, no se crean los necesarios, llenando todos los lugares de la ciudad. Sólo beben cuando circulan, pero esa bebida es cara y dicen que se acabará. El “estiércol” sale por el tubo de escape, en forma de dióxido de carbono, etc., y contamina la atmósfera de las ciudades, que se van tornando invisibles.
De todas formas la batalla está ganada, de momento, por las máquinas, que han hecho imposible la convivencia del hombre con los animales. Pero ¡cuidado! porque en esta guerra, las próximas víctimas seremos los hombres. Los hombres, que nos hemos masificado, que hemos sido gobernados por reflejos, ante las mismas situaciones y que nos vamos tornando en máquinas-robots.
Si van desapareciendo nuestros compañeros de convivencia cósmica, es decir los caballos, ya podemos poner nuestras barbas a remojar.
Por eso, id a contemplar ese espectáculo, que es un retornar hacia un pasado, donde era posible la convivencia, :¡sí, de hombres y caballos juntamente!.

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