Ekiñe es una bilbaína, que vive
en Huesca y que me ha hecho recordar aquella marcha cantarina, que dice: ”Desde
Santurce a Bilbao, vengo por toda la Ría”, que tantas veces he escuchado en el
País Vasco. Al oírla, te llenaba de optimismo, como me alegró el corazón, al
enterarme de que la bella muchacha, era bilbaína y yo había escuchado en tan elegante ciudad,
muchas veces, cantar ese “Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la Ría, con
la falda remangada, luciendo la pantorrilla”. Me acuerdo de la Ría, cuando
estaba toda ella invadida por industrias metálicas, que le daban un color
ferruginoso, pero ahora la han reformado, con la supresión de las grandes naves
industriales y la limpieza de sus aguas. Parece que hasta la industria ha
escuchado las coplas, que tanto allí se cantaban y que vuelvo a pronunciar:
“Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la Ría, con la falda remangada,
luciendo la pantorrilla”. Ahora llama la atención su belleza, por la limpieza
de sus aguas y me he alegrado, el enterarme de que Ekiñe, fuera hija del Gran
Bilbao, porque yo no la había visto nunca, con faldas, que, como dice la
canción, se levantaba la bilbaína, para pasar por la orilla, para cantar: “luciendo
las pantorrillas”. No, no lleva faldas, porque esta tierra es de secano, sino
que, por esta tierra, va constantemente con pantalones.
La conocí hace muy poco tiempo,
pues vino a Huesca desde Zaragoza, donde iría por circunstancias de la vida, y
me di cuenta de que era una muchacha trabajadora y emprendedora, pero
independiente y optimista, pues siempre la contemplaba alegre, repartiendo
dicha alegría entre los clientes del Bar-Restaurante, en el que yo la veía. Es
trabajadora y hábil desempeñando el trabajo de cocina y sirviendo a los
clientes.
Adorna su cabeza con una hermosa
mata de cabello, que lo lleva recogido sobre su testa y que un día en que le
soltó los colgantes con los que la sujetaba, parecía que era la Ría de Bilbao, no
de agua sino de cabellos, que se prolongaban, no hacia el Mar, si no por el Bar.
No puede ocultar su nacimiento en
la Ciudad de Bilbao, pues si alguien ironiza sobre su ciudad natal, se irrita
fuertemente, por haber insultado su corazón, pero nunca pasa nada, porque su
carácter es tan cariñoso, que le dura muy poco tiempo su enfado. No
contrastaban sus largos cabellos sobre las aguas de la Ría, pues parecían
corrientes capilares, en competencia con la corriente del agua.
En Ekiñe, la bella doncella, regala
un gran respeto y cariño a los clientes,
a los que trata con esas dos virtudes, unidas a unas enormes ganas de trabajar.
Sí, tiene ganas de trabajar,
porque se coloca detrás del mostrador y parece que canta, señalando los
bocadillos y las tapas: “Mis sardinitas que ricas son-Son de Santurce las
traigo yo”.
Si, Ekiñe es como una ondina que
ofrece a los clientes los mariscos del Bar, como las sirenas ofrecen los
mariscos del Mar.
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