miércoles, 3 de junio de 2020

Ekiñe, desde Santurce a Bilbao.



Ekiñe es una bilbaína, que vive en Huesca y que me ha hecho recordar aquella marcha cantarina, que dice: ”Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la Ría”, que tantas veces he escuchado en el País Vasco. Al oírla, te llenaba de optimismo, como me alegró el corazón, al enterarme de que la bella muchacha, era bilbaína y  yo había escuchado en tan elegante ciudad, muchas veces, cantar ese “Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la Ría, con la falda remangada, luciendo la pantorrilla”. Me acuerdo de la Ría, cuando estaba toda ella invadida por industrias metálicas, que le daban un color ferruginoso, pero ahora la han reformado, con la supresión de las grandes naves industriales y la limpieza de sus aguas. Parece que hasta la industria ha escuchado las coplas, que tanto allí se cantaban y que vuelvo a pronunciar: “Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la Ría, con la falda remangada, luciendo la pantorrilla”. Ahora llama la atención su belleza, por la limpieza de sus aguas y me he alegrado, el enterarme de que Ekiñe, fuera hija del Gran Bilbao, porque yo no la había visto nunca, con faldas, que, como dice la canción, se levantaba la bilbaína, para pasar por la orilla, para cantar: “luciendo las pantorrillas”. No, no lleva faldas, porque esta tierra es de secano, sino que, por esta tierra, va constantemente con pantalones.
La conocí hace muy poco tiempo, pues vino a Huesca desde Zaragoza, donde iría por circunstancias de la vida, y me di cuenta de que era una muchacha trabajadora y emprendedora, pero independiente y optimista, pues siempre la contemplaba alegre, repartiendo dicha alegría entre los clientes del Bar-Restaurante, en el que yo la veía. Es trabajadora y hábil desempeñando el trabajo de cocina y sirviendo a los clientes.
Adorna su cabeza con una hermosa mata de cabello, que lo lleva recogido sobre su testa y que un día en que le soltó los colgantes con los que la sujetaba, parecía que era la Ría de Bilbao, no de agua sino de cabellos, que se prolongaban, no hacia el Mar, si no  por el Bar.
No puede ocultar su nacimiento en la Ciudad de Bilbao, pues si alguien ironiza sobre su ciudad natal, se irrita fuertemente, por haber insultado su corazón, pero nunca pasa nada, porque su carácter es tan cariñoso, que le dura muy poco tiempo su enfado. No contrastaban sus largos cabellos sobre las aguas de la Ría, pues parecían corrientes capilares, en competencia con la corriente del agua.
En Ekiñe, la bella doncella, regala un gran respeto y cariño  a los clientes, a los que trata con esas dos virtudes, unidas a unas enormes ganas de trabajar.
Sí, tiene ganas de trabajar, porque se coloca detrás del mostrador y parece que canta, señalando los bocadillos y las tapas: “Mis sardinitas que ricas son-Son de Santurce las traigo yo”.
Si, Ekiñe es como una ondina que ofrece a los clientes los mariscos del Bar, como las sirenas ofrecen los mariscos del Mar.

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