jueves, 11 de junio de 2020

Las “calés” por Santa Agueda.-


                   
Ermita de las Mártires, donde se celebra el día de Santa Agueda.
  

Huesca femenina y acompañada en este día de la Santa, por el  sometido sexo masculino,  ha ardido en  fiestas  de recuerdo y de amor a Santa Águeda, que murió con los pechos cortados. Ahora,  después de siglos, las mujeres la recuerdan unas veces, por medio de la oración, otras por los bailes de todas las mujeres e incluso de los  hombres y ambos sexos se recrean con los pasteles de las  “tetas cortadas”. Tales “tetas cortadas” las presentan en este día, con un arte que brota de los corazones de las mujeres y también de los hombres, para consumirlas y recordar con placer el sacrificio de Santa Águeda. Aquí,  en Huesca, en la Ermita de las Mártires pasan los fieles a besar una teta o pecho de plata, que allí se conserva. Dice San Agustín en la “Ciudad de Dios” que “si en algún momento los dioses de la Ciudad Terrenal, esclavizan a los ciudadanos de la Celestial por la necesidad de bienes perecederos, los fieles ya tienen su paz en la esperanza cierta”, como demuestran el día de Santa Águeda con su fe, su devoción y su amor a las Santa del Señor. La mujer siempre se ha creído igual al hombre, pero las dificultades económicas, entre otras muchas, le impedían hacer las labores del sexo contrario, pero el día de Santa Águeda, vemos como en nuestros pueblos el alcalde le entrega la vara de mando a una mujer y esta preside la vida del pueblo durante todo el día de la Santa. Por la tarde celebran un baile las mujeres, que en ocasiones permiten participar a los hombres, pero siendo ellas las que se adelantan a sacar a bailar al que ellas prefieren.

Aquí en Huesca, un grupo de chicas, unas casadas y otras solteras, entraron  en una sala en que se celebraba un baile en honor de Santa Águeda y vieron que toda ella se encontraba llena de hermosas y morenas mujeres, unas jóvenes con su mata de pelo suelta y las mayores con unos peinados moños. Eran bellas con unos ojos negros, que no daban tristeza sino que repartían la luz de la alegría entre todo el público que allí había acudido. Se escuchaban  rumbas, “cante jondo”, coplas andaluzas y gitanas y ellas parecía que los átomos eléctricos movían sus piernas, sus brazos, su abdomen y su tórax, mientras arrojaban por sus ojos la emoción de quien se siente feliz. Un guapo gitano de la raza calé, se colocó al lado de las niñas “payas” y todas las miradas de  las  calés, se dirigieron sin sonreírse,  no se sabe si hacia ellas o hacia su deseado gitano. Las “payas” iniciaron su retirada y al decirles el gitano que parecían Marquesas, una de ellas le contestó: ¡tú si que pareces un auténtico Rey!. Se le notó en su cara una satisfacción enorme y ellas se fueron pacíficamente.
Es que todas las razas que están en España, acuden a esta sala, pues aquel día de Santa Águeda, estaban por allí unos cuantos “poni payos”, como  llaman los calés a los latinos o hispanoamericanos que son de baja estatura, como los potros “ponys”, pero que a pesar de su escasa altura entonan hermosas canciones hispano americanas.
Se fueron marchando por las calles del centro de Huesca, aunque a alguna de ellas, la tuvieron que llevar al “Más allá “ de la ciudad, como llaman al Barrio que está más allá del Tanatorio.


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