Mi hermano Manolo y yo, en aquel
año de 1936, íbamos en Siétamo a la Escuela, que había sido construida
por el Dictador
Primo de Ribera. Esta Escuela todavía sigue siéndolo en este año de 2019,
después de estar cerrada unos años por falta de alumnos, hasta que una sociedad
constructora, levantó la vida del pueblo con barrios de viviendas, construidos en
barrios nuevos
Fue Maestro de la Escuela,
don José Bispe, que al llegar la Guerra Civil, lo encarcelaron y no lo
mataron, pero murió, acaso por los sufrimientos que pasó.
Ibamos a la
Escuela, entre otros niños mi hermano mayor
Manolo y yo Ignacio, que al entrar en ella, puestos en fila los
asistentes a la misma, éramos inspeccionados por el Maestro, que miraba
nuestras manos para comprobar su limpieza y con una pequeña rama
de mimbre, daba algún pequeño
golpe en la manos de los que las llevaban sucias. Recuerdo, cuando en la
Escuela se hacían elecciones políticas, donde los jóvenes, escalaban por las
columnas férreas, que todavía permanecen, probando su fuerza y su habilidad.
Los mayores se fijaban en las urnas electorales y los niños nos fijábamos en la habilidad de otros
niños y jóvenes que escalaban por las columnas.
¿Por qué ocurrieron aquellas cosas, para
provocar la Guerra Tanto Civil como Internacional en España?.
La primera, la explica el libro de
Agnes Hodgson “ A una milla de Huesca”: “En Julio de 1936,España poseía
un Gobierno de centro izquierda elegido democráticamente y ese Gobierno fue
atacado por una junta militar reaccionaria. Las potencias democráticas de
Inglaterra, Francia y Estados Unidos, lejos de prestar ayuda para la supervivencia
de ese Gobierno Legítimo, siguieron una política de supuesta neutralidad que, de
hecho ayudó a la junta militar a
derrotar al Gobierno republicano”.
La situación de Europa
occidental, apoyada por los Estados Unidos de América, estaba muy debilitada,
pues Francia e Inglaterra, estaban a punto de estallar en guerra con los nazis
alemanes y se daban cuenta de la situación en que podría quedar situada España,
cuando su Gobierno era de izquierdas. Era una situación política terrible el
convertir toda Europa en unas dictaduras totales y destructoras de la libertad
de los ciudadanos europeos. Por un
lado los Estados Unidos con
Francia e Inglaterra querían defender la Democracia pero se oponían la Alemania
hitleriana por un lado y el gobierno español oficialmente demócrata, pero con
“la extraordinaria complejidad política del Frente Popular” en España. Consecuencia de
este Frente Popular, se organizó en el
Mundo el apoyo de “que los partidos comunistas mundiales tuvieran el papel
clave en la defensa de la República española”. Porque sólo “esos partidos
comunistas fueron únicos los que
llegaron a organizar las Brigadas Internacionales y a transportar los distintos
tipos de material y la ayuda médica”. “Los historiadores han debatido hasta la saciedad
hasta qué punto los comunistas catalanistas dominaron la defensa de la
España republicana y qué proporción de los voluntarios internacionales (tanto
en el seno de las Brigadas Internacionales como fuera de ellas) eran miembros
del partido o simpatizantes que se expresaban políticamente como si lo fueran.
Personalmente, creo que aproximadamente entre la mitad y los dos tercios del
total eran o comunistas o simpatizantes….”.
Ayudaban a la República los partidos comunistas de Inglaterra, Francia, Canadá
y Estados Unidos. Pero Rusia convertida en la Gran Sede del Comunismo Mundial,
quiso apoderarse de España, luchando para instalar su gobierno en esta nación.
En la sublevación de Franco, “cuando finalizó, en marzo de 1.939, el país
estaba en ruinas: casi 500.000 españoles de ambos bandos habían muerto”.
Muchos hombres y mujeres se
vieron atraídos por el sentido de que los voluntarios del Mundo tenían
sensibilidad de seres humanos. Un hombre de esos fue Georges Orwell, que se
hizo pasar por amigo de los “rojos” en su petición de hacerse voluntario para
luchar en España. Estuvo voluntario en Monflorite, debajo de Huesca, cayó herido y lo
trasladaron al Hospital temporal de Siétamo y después marchó a Cataluña, de
donde se escapó a Francia, cuando los comunistas lo quisieron hacer
desaparecer.
Esto ocurrió en los alrededores
de Huesca, mientras la prensa roja quería formar una idea noble de su
ocupación, que era a nivel teórico una labor patriótica, pero con persecución
de la sencilla población del campo aragonés, en su religión, su sensibilidad y
su amor a la Paz. Efectivamente muchos de los habitantes de Siétamo huyeron de dicho
pueblo. Un habitante de casa de Lobaco, huido y escondido en una casa del
pueblo de Quicena, fue descubierto por los “ rojos” y fusilado. En el pueblo de
Plasencia fueron fusilados por los sublevados buen número de republicanos.
Ambos bandos de la guerra fusilaban unos a otros. Como vemos fueron perseguidos
lo mismo los hijos de esta Tierra, que aquellos que vinieron a pelear por la
que llamaban la libertad de España. Si, por que los motivos que buscaban la
libertad de España apresando a los padres del pueblo e intentando llevar a sus
hijos e hijas a las tierras
de
Rusia. En Siétamo se quedaron muchas criaturas sin padres y en la puerta
de Casa Almudévar, pusieron un camión al que iban subiendo los niños y las
niñas para llevarlos a Rusia, pues sus padres o estaban en prisión o escapados
lejos de Siétamo. De esa forma desterrando a los niños de Siétamo a Rusia,
querían conservar o crear, no se sabe, una democracia roja. No se sabe, pues
dicen que todavía quedan en Rusia algunos españoles, que fueron llevados a ella, durante
la Guerra Civil.
En ese camión, aparcado delante de Casa
Almudévar y convertida en Cuartel, donde tenía su despacho el jefe político Durruti, anarquista y guerrillero, comenzaron
a subir para ser desterrados al paraíso comunista, los niños y niñas de Siétamo.
En primer lugar debían ser trasladados a Barbastro,
donde corrió la sangre de muchos de sus habitantes y de sus sacerdotes,
religiosos y personas pacíficas y desde allí volar a Rusia.
Había ya comenzado el acceso de
los niños y niñas al camión, pero un oficial republicano de baja estatura
corporal, pero de una gran talla moral, bajó del cuartel, situado en casa de
Almudévar, con un sable, como me cuenta la señora Joaquina que era
exageradamente largo para su estatura, pues le arrastraba por el suelo la punta
de tal sable. ¡Cómo se acuerda la señora Joaquina de los detalles del sable del
oficial republicano, en medio de esa catástrofe!.
Me dice la señora Joaquina que su corazón no admitía el destierro de su Patria,
de su casa, de su pueblo, de sus vecinos y amigos. Y aquel militar republicano
ordenó que no siguieran subiendo al camión aquellos jóvenes y que bajaran el
resto. Me dice la señora Joaquina que el corazón del militar para los niños no
admitía el destierro de su Patria y ordenó que no siguiesen subiendo niños al
camión y que bajaran el resto. Ese portador de la espada era el representante
de España y no estaba de acuerdo con las
disposiciones inspiradas por Rusia,
que le daba más importancia a su dominio mundial, por medio del comunismo. La memoria
de la señora Joaquina me ha recordado los nombres de muchos de esos jóvenes
niños de Siétamo, a los que querían desterrarlos de España a la fría y lejana
Rusia. Me ha recordado a otros, entonces niños y niñas, como Rafael de Gaspar y
sobre todo a ella misma o sea Joaquina Larraz, que me ha nombrado a muchos de estos niños, que querían
expulsar de nuestra Patria, como sus hermanos Carmen y Antonio. También
a sus vecinos de la calle del Valdecán,
a los hijos del herrero de la Calle Alta y un enorme grupo de hijos de Siétamo,
de cuyos nombres ya no me acuerdo, pero sí de su imagen, que conocí cuando iba
a la Escuela.
El ambiente de Siétamo era
horrible, pues sus edificios se estaban convirtiendo en ruinas, a los niños
quisieron hacerlos desaparecer del mapa de España y muchos “rojos “ de Siétamo
se pusieron a fusilar en las paredes de la Huerta, a un pariente, natural de Fañanás,
hermano de una señora que ejerció de
Maestra en Siétamo y unos vecinos de este mismo lugar, mataron en Los Molinos
de Sipán a varios trabajadores, que allí vivían. Destruyeron en su obra
destructora la casa y el Molino de Olivas de José María Calvo.
En una revista de la Guerra
Civil, el sacerdote hermano del Cardenal Javierre, escribió sobre dicha Guerra
y contaba en sus libros las muertes violentas. En una Revista que se publicaba
en la Guerra Civil, sale un artículo, en el que dice que una Compañía de
soldados gubernamentales, estaban tomando el sol en las orillas del río
Guatizalema. Pasó por su lado un Comisario Rojo y les abroncó por no luchar en
la conquista del pueblo de Siétamo. Eran dos cuerpos, uno militar y otro
revolucionario y no se entendían.
Pero en esa Guerra se siguió
luchando y se derramó mucha sangre española por los campos y ciudades
españolas. En el frente de Teruel murió mi joven primo, de apellido Narbona y
un pariente suyo de Huesca trajo su cadáver de la Guerra Civil al cementerio de
Huesca.
A mi doble primo Jesús Vallés
Almudévar, intentaron destruirle su sensibilidad, fusilando en su residencia de
Fañanás a su buena madre y a un joven hermano, dejándolo abandonado en su casa
de Fañanás. El alcalde de este pueblo, hombre analfabeto, ordenó la muerte de
su madre y de su hermano y sintió su corazón lleno de alegría al hacer correr
la sangre inocente de mis parientes. Como no sabía leer, se dejaba llevar por
las teorías salvajes de la muerte y así esperaba alcanzar el amor entre los
ciudadanos del pueblo. Mi doble pariente Jesús Vallés Almudévar, perdonó la
muerte de los suyos y al acabar la Guerra Incivil, perdonó a aquellos asesinos
y se hizo sacerdote.
¿No estamos delante de la vida y
de la muerte?. La vida de una madre y de
un hijo, fusilados por un analfabeto, desaparecen de la vida, para alcanzar la
felicidad de ese alcalde analfabeto.
En esta madre y en su hijo, se
van de este mundo la justicia y llegan el odio y el deseo de una nueva
justicia. En el corazón de mi pariente el niño Jesús Vallés Almudévar, se da
cuenta del odio y de la injusticia y busca una dicha espiritual, haciéndose
sacerdote, para olvidar el odio y la injusticia que abundan entre los hombres.
Murió Mosen Jesús Valles
Almudévar trabajando en la liturgia de la parroquia de San Pedro el Viejo, pero
ya no volvió por el pueblo de Fañanás. Se acomodó en una antigua casa de Vallés
en Castilsabás, al pie de la Sierra de Guara donde iba en numerosas ocasiones a
meditar en sus familiares asesinados, al mismo pie de dicha Sierra.
No comprendemos los hombres
nuestra estancia en este mundo y van pasando las generaciones humanas por este
mundo, pero los hombres seguimos siempre pensando en nuestra vida que es corta
y en el progreso mental, que es corto.
Jesús Vallés pensó el resto de su
vida en la otra vida y esperó que el Señor lo recibiera en el Cielo.
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