sábado, 19 de enero de 2013

La pintura de María Asunción Laplana



Nos encontramos, en estos momentos, rodeados, por la belleza,  que María Asunción ha plasmado en este espectáculo lleno de colores, que nos rodea o más bien somos nosotros los que formamos una rueda ocular, que gira y gira, contemplando la belleza de estos cuadros, que representan los paisajes, los carros, las eras, los pucheros de barro de Bandaliés, los corderos y las gallinas, los inmigrantes de los que hoy es profesora y tantos momentos de los monumentos,  que la vida ha ofrecido a su autora, para admirarlos  con sus ojos, plasmarlos en un lienzo,  para sentirlos en su corazón y para que refresquen los ojos, los corazones y las mentes del público que acuda a contemplarlos. Pero no sólo se ha desahogado a sí misma con esta producción, sino que ha sentido la necesidad de ofrecer esa contemplación a todos los hombres, mujeres y niños como Maestra de los mismos, que siempre estarían con sus lápices y pinturas, dibujando y pintando, o bien la Casita de Blancanieves o el estanque del Parque, en el que continuamente se bañan aquellos cisnes negros. Lo comprueba cada día con sus dos nietas y un nieto, a los que siempre está paseando y educando y con los cientos de niños y de niñas, que han pasado por sus aulas.

No sabe uno si resaltar la pintura, que ha recreado  mis ojos, o alabar a la pintora que ha iluminado  numerosos lienzos,  con el óleo de distintos colores. Con ellos  no imita la naturaleza de los paisajes o de los corderos, sino que la reproduce.  En estos tiempos en que los hombres, mujeres y niños han abandonado los campos y praderas, para reunirse en una especie de enormes globos, es decir en las ciudades o megalópolis,  si esas imágenes se  les acercan a sus miradas, a los mayores les proporcionan hermosos recuerdos y en los jóvenes  provocan una especie de apariciones misteriosas, que son admiradas por aquellos niños y jóvenes que no  han conocido tales ambientes. Esta masificación de los seres humanos ha hecho que, a veces, si les preguntas a algunos niños de los enormes barrios de las grandes ciudades,  cómo son las gallinas o los corderos, te responden con contestaciones imaginarias, como si en su cerebro se reprodujesen aquellos cuadros, en que los corderos ponen los huevos y las gallinas van vestidas con mechones de lana. Aquellos niños ya empiezan a abstraerse de la realidad de la Naturaleza y cuando llegan a mayores se dedican a la pintura abstracta; en cambio los niños que han recibido el trato de María Asunción, han visto poesía, por ejemplo, en la Casita de Blancanieves del Parque Municipal. Acompañados por la eterna sonrisa de su Maestra  Asunción, les vienen a la memoria de los niños, unos versos, parecidos a los  de Federico García Lorca,  que así se expresa:.”Cuando sale la luna,- el mar cubre la tierra- y el corazón se siente-isla en el infinito” . Con esos versos tratan de explicarse la existencia de la Casita de Blancanieves, sin nadie dentro de ella que la habite. No ven siempre triste la Casita de Blancanieves, sino que la sienten sus corazones, como una isla en medio del infinito mar, al  que viajan con su imaginación y sueñan con la bella Blancanieves y con los enanitos cantando,  jugando y trabajando. Y además de la pintura y de la poesía, hace sentir a los niños y a los adultos el Teatro, acompañado por las risas, igual que las sonrisas acompañan a la poesía. Porque en sus obras teatrales acompañan a la vida, las lágrimas,  las risas,  a veces la miseria, otras la generosidad y a toda la humanidad el arte y la esperanza, tan necesaria para acabar su vida  esperanzados. Ama Asunción la Naturaleza y junto a la gallina y al cordero, goza  también con las montañas y con los monumentos. Igual que de la sonrisa se pasa a la risa, Asunción ha pasado de Maestra de Primaria a Profesora de Adultos. Pasó de la sonrisa que acompaña la poesía en los niños a la risa sonora que estalla en el teatro,  entre las personas jóvenes, que lo representan. Se da una armonía  entre  las lágrimas y los lloros de las personas adultas, con las pinturas de las frescas montañas y de los tristes monasterios como el de Montearagón. Toma su parte en la educación de los inmigrantes morunos, que han vuelto a vivir cerca de Montearagón, es decir de Huesca, por ejemplo y  los hace reír en medio de las dificultades, que están pasando, después de estar, algunos, durante siglos, lejos de donde vivieron sus antepasados. Tal vez la poesía, el teatro y la pintura hubieran podido sustituir y alejar e incluso hacer desaparecer, las guerras, que matan y hieren a los hombres, mujeres y niños juntamente y tales artes los hubieran hecho convivir pacíficamente.  Armonía y convivencia sueña ella  en su poesía “Recuerdos”, en que  poetiza al Castillo- Monasterio de Montearagón,  escribiendo: ”Estuve entre tus muros- y contemplé tu iglesia derruida - sus piedras y su torre ya roída,- y pude respirar sus aires puros.- Retrocedí en el tiempo algunos años,- compuse su silueta allá en mi mente,- y vi como el olvido y la desidia-lo han ido desgastando lentamente.-¡Tanta grandeza y tanta pequeñez- me asombran!-pero el paso del tiempo y el olvido-no han podido apagar-toda su gloria.- El esplendor y el brillo de otros tiempos- tienes Montearagón en tu agonía,-que renazcan de nuevo pretendemos-¡Y que no esté muy lejos ese día!”.

Asunción ama los espectáculos, que se presentan delante de sus ojos, como algo que hace reflexionar sobre la humanidad y organizando otros espectáculos como el teatro, en que el pueblo contempla los hechos de los que los ejecutan, de los que representan las escenas, en una palabra de sus artistas. Unas veces esos espectáculos están en un momento de esplendor, pero otras, como Asunción se expresa en la poesía. “Recuerdos”,  que acabo de recitar,  diciendo: ” compuse su silueta allí en mi mente,-y vi como el olvido y la desidia  lo han ido desgastando lentamente” y aquellos monumentos están deprimidos y deprimentes. Son el peso y el paso de los años los que tornan abstractas las visiones de los paisajes  y castillos que ha pintado, no hace abstracciones de lo que la imaginación del hombre espera y  no  pinta  negros nubarrones, mezclados con relámpagos y abortos etéreos. Son esas obras de los abstractos, de imaginaciones pesimistas, que no se atreven a  observar  en el cielo la recreación del mundo. Exponen en las salas y al observar los cuadros, muchos callan y no comentan, sino es alguno que le parece que si no aplaude, será despreciado o tal vez cree que es un genio por comprender tales abstracciones y aplaude, elevando alabanzas al autor e incluso algunos compran cuadros, que dicen que la tierra y el cielo son mentira.

Asunción también sufre, en ocasiones, la abstracción,  como  aquella que “tiene Montearagón en su agonía”, pero su optimismo, su fe y su esperanza gritan: ”que renazcas de nuevo pretendemos- ¡ y que no esté muy lejos todavía!.”,  tu reconstrucción.

Asunción ha pintado Montearagón con su poesía, como acabamos de leer, pero no sé, si habrá pintado su elevada posición, mirando a Huesca. Pero yo te pido, Asunción, que lo pintes,  porque como digo en mi libro “Retablo del Alto Aragón” : “Ruinas de Montearagón, todos los días os veo, todos los días os miro…le prendieron fuego y las llamas de la deforme hoguera, subían al cielo en forma ¿de jota?,  no,  que era un dance criminal y provocado(como tal vez muchos cuadros abstractos)….El esqueleto del Castillo-Monasterio se resiste a caer, parece no ceder pero, ¿hasta cuando?. Igual que ahora muchos pintores pintan brumas en el aire,  sin embargo “los castillos que tienen sus cimientos en nuestra tierra, los dejamos caer”. Pero no tú, Asunción que tienes representados como glorias aragonesas los castillos de Loarre y de Monzón. Como escribo en mi libro: ” Si ahora las ruinas de Montearagón  muestran historia con su elevada presencia, ¿qué enseñarán el día que esté el Castillo-Monasterio reconstruido?.Entonces dejará de ser “lastimosa reliquia solamente de su invencible gente”.

Ama Asunción la Naturaleza y pinta además de la gallina y el cordero, las montañas y los monumentos, además de los niños y las niñas, a los inmigrantes, las humildes casetas y a toda la humanidad.

Asunción se mudó de Maestra de Primaria a Profesora de Adultos. Pasó de la sonrisa que acompaña la poesía en los niños a la risa sonora que explota en el trato de las personas mayores, en contraste con los lloros y las lágrimas de los hombres y mujeres, acompañada siempre dicha risa por la sonrisa de los niños, que acuden gozosos a estas obras de teatro que representan las alumnas del Centro Miguel Hernández. Llaman a las actrices desde los distintos pueblos de la provincia, unas veces de Siétamo o de Barluenga, de Salas Altas o de Tabernas y de casi todos los pueblos de la provincia.

 Así como la poética sonrisa acompaña la pintura, la sonora risa  acompaña al Teatro que rima, dentro de la  representación  serena de aquellas actrices, con las  distintas situaciones económicas, vivenciales,  lúdicas  y amorosas. 

Es que a Asunción  le pasa como le ocurrió a Picasso,” el más creativo de los artistas del siglo XX” porque ambos  han convertido  “el arte en su estado de ánimo” y así como el gran pintor no limita su creatividad a la pintura, al dibujo, a la cerámica, a la poesía, al teatro y al cine, Asunción no llega a crear cine, pero pinta la cerámica de Bandaliés,  dibuja, hace poesías como la que ya hemos leído, titulada “Recuerdos” y escribe obras de teatro y va dirigiendo por los pueblos a las muchachas  en  sus representaciones. A Picasso no lo puede alcanzar Asunción, porque ésta no ha estudiado las artes en Barcelona,  ni ha estado largo tiempo viendo y comentando el Museo del Prado, ni ha trabajado en París y no ha salido casi de las calles de Huesca y de los pueblos del Somontano, pero su inspiración parece seguir el estímulo que engrandeció a Picasso.  Este,  a partir del cuadro “Les demoiselles d’Avignon”,  inicia una nueva etapa en el arte, y pone en duda toda su representación plástica precedente. Es este cuadro el principio de una nueva ejecución del arte,  es el cubismo, del que dijo Apollinaire que con él,  se inicia un análisis de los componentes de la pintura, igual que los cirujanos diseccionan un cadáver. Este proceder cubista,  que conducía a la abstracción, hizo reflexionar a Picasso y tuvo que introducir “fragmentos de realidad”. En su Retrato de muchacha, están los componentes de la disección de esa muchacha, que se deja ver y adivinar, pero logró que se asomaran a sus cuadros “esos fragmentos de realidad”, al “imitar el mármol negro, la tela y el papel de pared”. En su cuadro “Guitarra sobre una mesa”, aparece ésta, formada por planos geométricos mezclados, que podrían hacer pensar en un cuadro abstracto, pero no lo es, porque representa indicios de guitarra, que indican ser figuras concretas.

Igual que Cervantes es el genio de la literatura universal, Picasso lo es de la pintura y como los cirujanos buscan la composición de los cuerpos, él la busca con su cubismo

Diseccionar las líneas rectas y las curvas, los colores que unas veces los hace casi desaparecer y otras vuelven a explotar triunfantes. Parece a veces volver a la abstracción, pero siempre hace aparecer en sus cuadros” esos fragmentos de realidad”.

Asunción ha sido y es Maestra y aunque no ha pretendido nunca trabajar para diseccionar  los misterios del arte, los ha vivido siempre y se ha sentido inquieta por resucitar la naturaleza de las cosas y de los hombres, haciendo partícipes de la misma, a los niños con su pintura realista y poética y  a las mozas con la representación de la vida por medio del Teatro.

Picaso en 1912, decidió reintroducir el color, hizo reaparecer las líneas curvas, para volver desde 1918 a 1924 “al orden”, como él mismo dijo.

Asunción también sufrió la abstracción, cuando recitaba, hablando de Montearagón: ”compuse su silueta allí en mi mente- y vi como el olvido y la desidia lo han ido desgastando lentamente”. Aquel monumento se veía deprimido y deprimente,  lo que me hace repetir aquellas palabras, que pronuncié : ”Son el peso y el paso de los años los que tornan abstractas las visiones de los paisajes y castillos que han pintado, no hace abstracciones en lo que la imaginación del hombre espera y no  pinta  negros nubarrones, mezclados con relámpagos y abortos etéreos”.

A Picasso le costó desde 1918 hasta el año 1924, volver “al orden”, como él mismo se expresó,  pero a Chonín, que con sus sonrisas y sus risas se ha conservado siempre joven, con su optimismo, su fe y su esperanza, gritó ante la triste visión del Montearagón: ”¡que renazcas de nuevo pretendemos- y que no esté muy lejos todavía” tu reconstrucción.

De la misma forma que Picasso en su “Retrato de muchacha”, lo llenó de colores y muchos otros materiales repartidos en un verde prado e imitó el papel de pared, la tela y el mármol negro, Chonín  en su cuadro “La era”, lo llena de colores y de curvas que requiere la lejana montaña, el montón de trigo, al que un campesino con su boina clavada en su cabeza, limpia con una escoba improvisada por él mismo con palos y cuerdas. Es también redonda la criba  con la que la esposa, agita las granzas del cereal, que allí han trillado. Al fondo se descubren campos cultivados y árboles,  pero en su parte delantera, sobre un trillo de arrastro descansa la hija del matrimonio trabajador, apoyando su cabeza en un paquete de cuerdas y “fencejos”.

Admiremos al genio de la pintura de Picasso, pero cuando dirijamos nuestra mirada a su cuadro “Retrato de muchacha”, pondremos serio nuestro rostro, porque estaremos pensando si unas de sus partes es un trozo de tela o de papel, si un trozo mineral negro es de mármol, si dos curvas casi simétricas son los pechos de la muchacha y buscaremos su boca para ver si habla o espera a ver si quiere dar un beso.

En cambio si contemplamos los cuadros de Asunción, la mujer ya mayor, la que ríe y causa risas en los espectadores de sus obras de Teatro, sonreiremos como sonríe Chonín, la niña, y provoca sonrisas, en nosotros mismos, cuando vemos los múltiples objetos, animales como corderos y gallinas e incluso personas como el abuelo moro abrazando a su hermosa nieta. Le dedico una sonrisa a Chonín, mientras Asunción nos animará a que en nosotros explote la risa. 

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