Este año dos mil uno, me escribió Don Federico un folio, en el que siguiendo su vocación histórica, me daba consejos para que un servidor no imitara los actos de aquel Señor Castro de Siétamo, a cuya hija dejó su Castilo-Palacio y todo el pueblo, para que se casara con el Marqués de Torres, entre otros títulos y cuyos descendientes llegaron a ser los Condes de Aranda. Este acto conmovedor no es, sin embargo como otros que hizo en su vida, pues atacó a la misma ciudad de Huesca, entre varios ataques más.
Ahora soy yo el que te escribe, ¡Federico! para
decirte que no tengo que fijarme en los antepasados de mi pueblo, para tratar
de ser buena persona, pues sólo fijándome en ti, me encuentro con un modelo de
hombre al que debo de imitar para ser
bueno con los altoaragoneses. Tú lo has
sido y no sólo has enriquecido su Historia, sino que has tratado de resolver
los problemas del agua, con los que Navarra ha convertido su provincia en
habitáculo para quinientos mil habitantes, pues basta con recordar cuando Don
Fernando Susín les propuso unir las aguas de su río Irati a las del Aragón, por
medio del Pantano de Yesa, a lo que los
navarros contestaron que ya resolverían sus problemas de riego. Y bien que los
resolvieron, ya que además de regar con el Irati, riegan con el Aragón.
Pero, tú, cuando Albasini hizo el proyecto, para
regar el Somontano con el río Alcanadre, lo publicaste en la Revista Argensola,
ganándote, según tu mismo me dijiste, la bronca del Gobernador.Y tú sufriste,
porque ahora dicen que no se pueden hacer pantanos en el Parque de la Sierra de
Guara, como sufrimos los que todavía
estamos vivos, viendo como sus aguas, se van al Ebro, para que rieguen allá
lejos.
En el número diecisiete de la Revista Argensola,
¡hace ya tantos años! escribiste tus comentarios sobre la historia pasada y la
futura de los riegos de Huesca y ya veías lo que iba a pasar en nuestra
provincia, pues, cuando dicen que se van a llevar el agua fuera de Aragón van
casi todos a protestar a Madrid, pero no protestan por las frustraciones que
aquí nos han dado y nos siguen dando y para remediar esa situación, escribes:
"Es de desear, a este respecto, una mayor divulgación de los nuevos
proyectos, bien en las páginas de esta Revista
o en otras publicaciones análogas. Ni el historiador debe desentenderse
alegremente de los nuevos proyectos ni el proyectista puede ignorar la
perspectiva histórica del problema que intenta resolver".
Ahora Huesca se muestra agradecida a tus enormes trabajos, pero si te
hubiera hecho caso en tus planteamientos de nuevos riegos, se acordarían de ti
hasta los más humildes campesinos. ¡Adiós, Don Federico Balaguer!.
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