Antonio Angulo |
Existen ángulos obtusos, que
parece ser que se resisten a comprender las cosas y los hay rectos, que son
partidarios de la rectitud de conciencia y de comportamiento, pero también se
dan los agudos, que parece ser que tienen agudeza de espíritu y penetran en los
problemas del hombre, desde la educación de los niños, pasando por la igualdad
de los hombres y mujeres en la sociedad, para terminar con la muerte y lo que
después de ella nos llegó y llegará a
todos los hombres y mujeres. El ángulo que me parece que domina en Angulo, es
el agudo, porque a pesar de haber nacido
en la aldea de Egep en 1946, muy cerca de Panillo, su agudeza le llevó a
estudiar, después de vivir trece años en su aldea. Y estudió en Barbastro,
Bachiller y Filosofía. En 1968 siguió estudiando en Zaragoza, cursando la
carrera de Relaciones Públicas y los primeros cursos de Derecho, que acabó en
Barcelona. Viendo su entusiasmo por
estudiar, pero sin dejar de trabajar,
pienso que su agudeza era agresiva, muy afilada por su deseo de formar parte de
una sociedad en que todos pudieran participar de la “sabiduría”, como
apetecieron otros aragoneses, cual Pedro Saputo, en aragonés, o Sabio, en
castellano.
Antonio Angulo pertenece a
un linaje, que según algunos procede de
un Rey de Escocia, pero según otros Ludovico Angulo vino a España en las
guerras de la Reconquista, sirviendo en primer lugar al Rey de Navarra y
después al de León. Todavía hay otra teoría, que afirma que Ludovico tiene su
origen en los normandos, que desembarcaron en Santoña durante el siglo XII. Hay
quien dice, que ayudando a los reyes cristianos, éstos le dieron un territorio,
que tenía forma de ángulo Allí se encuentra el pueblo de Bárcena, que está
enclavado en el Valle de Angulo. Pero los Angulo se convirtieron en linaje
universal, porque están en Castilla, en León,
en América, en Andalucía, en
Canarias, en Bilbao , en Logroño y en Navarra. Ya sabemos que Ribagorza formaba
parte del Reino de Navarra y de allí vendría algún Angulo a la aldea de Egep.
El pensamiento de los Angulo es universal, pues Antonio cree que somos iguales
todos los humanos.
Egep perteneció al
Ayuntamiento de Panillo, pero después pasó al de Graus; ¿le impulsaría a estudiar
el misterioso conjunto de bonzos en su Pagoda, con el dulce canto de los
pacíficos budistas, acompañado por el agudo son de unas campanillas?. Y ese
canto unido al gregoriano que él mismo
cantaría en Barbastro, ¿ no le despertarían una sed de sueño, que le llevaría a intervenir en dos películas
de cine amateur?. Le pasó a Antonio Angulo lo mismo que le ocurrió a Pedro
Saputo, que le dijo a su madre: “Mañana, si queréis, aprenderé de tejedor,
después de mañana de sastre, el lunes de pelaire, el martes de carpintero, el
miércoles…de organista”, pues se dio una vuelta por la carrera de Ciencias
Políticas y Sociología y se metió en el mundo laboral de la información, se
hizo agente publicitario y organizó congresos, certámenes y festivales. Pero ha
triunfado en el periodismo, ya que en 1984 llegó a ser director del diario de
Huesca Nueva España, que un poco más tarde se convertiría en el Diario del
Altoaragón. Se acuerda del escritor Julio Brioso, al que trasladó de la
imprenta de la Zona Industrial de la carretera de Barbastro a las oficinas del
Centro de la ciudad.
Ribagorzano, como él mismo,
fue el escritor Samblancat, que creó la obra Caravana nazarena, que tiene un
rasgo valleinclanesco, pues deforma la realidad de la República y en cambio
Antonio Angulo, al que yo, pocas veces, tengo la oportunidad de oírlo hablar,
desde el punto de vista de su ángulo agudo, mantiene el Diario con serenidad,
que proviene de sus juicios reflexivos. Así como Samblancat parece introducir a
los personajes en un espejo con un fondo medio esférico, Angulo trata de abrir
los ángulos hasta convertirlos en uno imposible, que es como una plano de 180º.
Sobre ese plano se contempla la realidad de la vida de los ciudadanos, de los
paisajes, de los juegos, los deportes y las inquietudes religiosas y políticas
de todo el mundo.
Cuando entro en su despacho,
lo puedo contemplar sentado frente a su mesa, ladeándose hacia su ordenador y
su figura pensante se transforma, no de
repente, sino poco a poco en la de un hombre relajado, que sonríe y que te
acoge con un afecto común al periódico que dirige y a las personas que con él
colaboran.
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