Fray Luis de Granada |
Fray Luis de Granada, vivió en el
Siglo de Oro, pues nació en 1505 y murió en 1588. Es este un siglo en el que
conviven la riqueza y el poder con la pobreza y con la miseria. Pero a mí, ya
no me llama la atención ese contraste entre riqueza y pobreza, porque ahora en
pleno siglo XXI, el dinero lo manejan los especuladores, ya políticos o
tratantes de armas, de drogas y de mil objetivos despreciables; y la ausencia de
“cuatro perras”, la sufren además de los enfermos, de los explotados, el pueblo
“soberano” de la miseria. Empezamos por adorar la devoción a nuestras
autonomías, cuando en tiempos de Fray Luis de Granada, toda la Península era
España, porque nuestros compatriotas portugueses, en 1551, en la ciudad de Evora, tuvieron a
Fray Luis, como confesor de sus Reyes y
Superior de la Dominicos en Portugal.
El mismo Fray Luis de Granada, nació en Galicia y su
nombre fue Ramón de Sarriá, hijo de una pareja de panaderos humildes, que
tuvieron que marchar a Granada. Allí se quedó huérfano de padre y él escuchaba
a los predicadores, para aprender sus bellas y piadosas palabras. El las
lanzaba al aire delante de los que lo querían escuchar. Un noble, admirado por
sus palabras, lo recogió e hizo que entrara en la Orden de los Dominicos. Ahora
muchos jóvenes y niños en lugar de dedicarse a la oratoria, se dedican a pintar
en los “carasoles”, los autobuses y los trenes, creando el problema de que
otros los borren. Corrió por toda España , pues residió en Valladolid, en
Córdoba, en otras ciudades y en Portugal, donde estuvo en la ciudad de Evora,
en la que escribió “El Libro de Oración y Meditación”. Dio mucha importancia
Fray Luis de Granada a la Oratoria, porque los sermones, aun pronunciados en lenguas vulgares, el pueblo, muchas veces no
los entendía.
En mi niñez y mi juventud, todavía se
escuchaba, con gran interés a los buenos oradores, por ejemplo, en Huesca, pues
para las Fiestas de los Pueblos, buscaban al Canónigo, Don Antonio Pueyo;
escuchando sus palabras, aprendían a hablar un castellano puro. La afición que
tuvo Fray Luis de Granada, siendo todavía un niño, la han tenido muchos niños,
como el sietamense Antonio Bescós, alias Trabuco, que se ponía a predicar en el
púlpito de la iglesia, cuando la estaban reparando, después de la Guerra Civil.
Fray Luis se preocupó de hacer entender el sentido de las palabras de los
sermones, a los que los escuchaban y tradujo y buscó quien lo hiciera. Este fue
Josef, Obispo de Barcelona, que dijo “que fueran inútiles, todos nuestro
estudios, si a nuestras palabras no acompañan, nuestras buenas obras”. Estas
palabras las escribió el Obispo de Barcelona. Don Josef Climent, que fue Canónigo de Valencia y encargó de
traducir del latín al castellano los seis Libros de La Retórica Eclesiástica o del modo de
predicar que escribió Fray Luis de Granada. ¿Cómo se llamaba el Traductor de
esta obra?. A “El Libro de la oración y de la meditación”, lo amo, porque lo
encontré en un puesto de chatarreros y libros viejos y le faltan hojas. En la
parte posterior de una de sus tapas, pone:”mandado a Plasencia del Monte”, pueblo
de Huesca, a diecisiete kilómetros. Es casi seguro que le mandaron ese libro de los sermones, al párroco de
Plasencia. Dice el Traductor, que la obra de Fray Luis “que amás de los textos de la Sagrada Escritura, está
llena de autoridades de Cicerón, de Quintiliano, de San Agustín, y de ejemplos
de San Juan Crisóstomo, de Virgilio, y de otros muchos elocuentísimos Oradores,
y poetas: de suerte, que cualquiera puede decirle, que la mitad de la obra no
es del Padre Granada”.
Fray Luis fue uno de los oradores
mejor escuchados por el pueblo, porque él se preocupó de escribir obras suyas,
unas en latín, otras en castellano y otras en portugués. Con la Oratoria, se procuraba unificar los idiomas importantes,
como el castellano y el portugués. El era gallego y sentía el portugués, igual
que amaba al castellano, tanto que quiso ir a América, pero no pudo. En lugar
de vivir en América, vivió desde Lisboa
a Barcelona. Digo que, más tarde, en 1770,
el valenciano, y después Obispo de Barcelona, Don Josef Climent, se ocupó de la traducción de “El Libro de la
oración y la meditación”, del latín. Entonces se pensaba en la unión de España
y Portugal, como ahora, pero no se
pensaba en separar a Cataluña de Iberia o de la península del Ebro o Ibérica.
Portugal estuvo unido a España desde 1580, hasta que se volvieron a separar en
1640. España tenía que cumplir una labor enorme en América y Portugal por todo
el mundo. Cataluña quería el respeto a sus costumbres y el Obispo de Barcelona,
nacido en Valencia, Don Josef Climent,
se preocupó por la figura de Fray Luis de Granada”, a la hora de establecer los principios básicos
y saludables de la Oratoria”. Los seis libros de la Retórica Eclesiástica, fueron
“vertidos al español y dados a la luz del orden y costa del Ilmo. Sr. Obispo de
Barcelona en 1770 Don Josef Climent”. En
cambio parece ser que protestó por la llamada a filas de mozos catalanes y fue,
destituido de su cargo. Esta debió ser una llamada a filas que no debió caer
bien en distintas regiones españolas, porque a Fray Luis de Granada, Felipe II,
también lo destituyó por una causa
parecida.
Lo mismo en el siglo de Oro que
en el actual, se han dado los vicios en los políticos, en los conquistadores,
como la ambición, el deseo de poder y de materia para poder gobernar. Unas
veces luchaban entre los peninsulares y otras contra los barcos ingleses, que
atacaban a los españoles, pues todavía queda la colonia de Gibraltar, que es
una reliquia de aquellas luchas.
Las discusiones políticas y la corrupción siempre se ha dado en el Mundo,
porque, cuando yo era un niño de cinco años, antes de la Guerra Civil, la
señora Concha Ferrando, mujer ya mayor y con pañoleta constantemente portada
sobre sobre su cabeza, cuando me
acompañaba a la cama a rezar y a dormir, me rascaba la espalda y me decía: “ay,
jo mío , jo mío, tú serás ladrón de gobierno”. Ella me quería y parece ser que
deseaba que yo fuera un ladrón de gobierno,
para que llegara a poseer dinero. Estaba la señora aborrecida de
aquellos años, en que había luchas entre ricos y pobres, que se convirtió en
muertes a diario del pueblo español. Desde Siétamo, conquistada pos los
gubernamentales, la mandaron al Estrecho Quinto, con una bandera blanca, a
llevarles un recado.
No hace falta convencerme a mí, como
escribe Fray Luis de Granada de que “esta podredumbre del linaje humano
corrompe en extremo” y la “siña Concha”, quería convencerme a mí, que era solamente un niño, de que no fuese un
“ladrón de gobierno.
Reflexionando sobre la
podredumbre a la que se inclina el ser humano, Fray Luis de Granada, quiso este
Orador crear un ambiente sano, que no condujera a los hombres a la podredumbre
y se fijó “en aquel Simeón, llamado el
Estilita, cuya vida escribió su coetáneo, y familiar y amigo Theodoredo, quien
destituido de todas las letras, y puesto sobre una columna, convirtió a innumerables
de la idolatría a la Fe en Cristo”. Muchas ocasiones encontró Fray Luis de
Granada de eliminar los actos corruptivos, por ejemplo a Santa Catalina de
Sena. Se dio cuenta también de Séneca, “cuando escribiendo a su Lucilo, dijo:
Haz elección de tu Maestro, que más te admires al verle, que a oírle”. Por eso
Lactancio Firmiano dice:” Quien da documentos de bien vivir, no debe dejar
senda abierta a escusa alguna: imponiendo a los hombres la necesidad de
obedecer, no con violencia, sino con vergüenza”.
¿Quién obedece ahora a las
órdenes ajenas, sino el que es despojado de sus domicilios, después de haberle
ofrecido dinero para comprarlas?.
Fray Luis quiso, con sus
sermones, educar al pueblo en su ética y en su forma de hablar, pero, ahora
¿cómo se podría educar a los ciudadanos?. El mismo Fray Luis de Granada titula
el Capítulo VII del Libro Primero, de la siguiente forma:”El predicador debe
tener un perfecto conocimiento de aquellas materias de que ha de predicar, para
poder valerse de los Lugares suso dichos”. Según el pensamiento actual, los
oradores que antes se dedicaban a predicar la palabra de Dios, hoy tienen que
predicar la bondad del hombre, creado por el Señor. Pero no deben predicar la
lucha entre los hombres, sus doctrinas, sus filosofías, sino el amor, la solidaridad, que se está acabando, con esa
política ya vieja, que busca el Dinero para algunos y el Poder. Ese poder que
han dirigido los dictadores, ahora, se ha tratado de convertir en un poder “democrático”,
porque lo ejercen aquellos al que el pueblo querría convertir en nuestros
gobernantes honrados, para que ese pueblo se vea muerto de miseria y de hambre.
Hace falta una democracia que se preocupe del pueblo sencillo, no una
democracia, que con esa palabra sagrada,
fomente la podredumbre de la sociedad. Haría falta modificar la Ley Electoral,
porque esas listas bloqueadas y cerradas, traen como consecuencia el
transformar a los políticos en un club
de amigos, que tratan de hacer la política agradable a éstos, en cambio en
ocasiones hacen más difícil que respondan a las peticiones del pueblo,
¿soberano o no?. Si en lugar de influir los políticos en el pueblo, fuera éste
el que influyera sobre ellos, sería más difícil que la política se corrompiera.
No quieren que sea la voluntad de
Dios la que rija su forma de actuar, pero la Naturaleza nos enseña, según dice
Fray Luis de Granada que dicha Naturaleza se rige para el bien, imitando “ a los
gusanillos de la seda, que por muchos días no hacen otro, que hartar sus
cuerpecillos con hojas de las moreras. Y
luego después que acabaron de crecer, día y noche no paran de hilar su seda”.
Añade Fray Luis de Granada que “los pollos de las aves, si quieren volar antes
de tener todas las plumas, en vez de subir a lo alto, caen a lo más profundo: y
allí mismo, si la mujer da a luz antes de tiempo la prole concebida, no tanto
llena la casa como la sepultura”. Fray Luis de Granada, estudiaba los animales
y gozaba de la poesía de las abejas y de su organización social para fabricar
la miel y la cera. Le admira el comportamiento ejemplar de las abejas, que veía
ser un comportamiento, en el que no se veían faltas de conducta, porque las
abejas carecen de razón, paro obedecen las órdenes de su Creador. En cambio el
hombre es un ser libre, que puede portarse bien o caer en el pecado.
Y el pueblo se da cuenta de que
“El poeta nace y el orador se hace”, pero ahora se cambia el trabajo del Orador
por el del Político y comprende que el Político ha de estudiar y debe tener
respeto a la Justicia. Porque se mueven millones y millones y se da cuenta
dicho pueblo de que no pasa nada, en cambio a aquel desgraciado que roba alguna
pequeñez, se ve en la prisión. El pueblo quiere que actúe la justicia en la corrupción que está aborreciendo a
todos los españoles. Y la política tiene
que acudir a servir al pueblo, con grandes conocimientos, pero como débiles
seres humanos, han de temer a la justicia. No quieren los políticos que sea la
voluntad de Dios, la que nos corrija de nuestras debilidades, pero el pueblo
cree, que la Justicia debe supervisar a los políticos.
En lugar de que nos gobiernen
políticos incultos, Fray Luis de Granada, es necesario para cambiar la Oratoria
por la Política y dice: ”En este estudio lo primero es, que tenga buena
colección de libros, de suerte que escoja, no las cosas comunes, y vulgares, que
ocurren a cada paso, sino las muy notables, y excelentes, dichas de modo, que
no halaguen a los oídos con el sonido y retintín de las palabras, sino que
tengan fuerza, y peso por la agudeza de las sentencias, y digan mucho en pocas
palabras; para que en su uso, y ponderación, ponga el Predicador( en este caso
el Político) un poquito de su casa”.
De esta lectura del Capítulo XI,
no he hecho más que sacar “Cual deba ser la vida del perfecto PREDICADOR ( o
POLITICO), y en qué tiempo principalmente, o con que moderación, y afecto debe
ejercitar el cargo de PREDICAR ( o hacer POLITICA)”. De este título del
capítulo XI, lo único que hay que hacer es cambiar las palabras PREDICADOR y
PREDICAR, por las de POLITICO y hacer
POLÍTICA.
Acaba el capítulo Fray Luis de
Granada, diciendo: “pero antes se ha de traer a la memoria lo que en el primer
libro de esta Obra dijimos del mismo
Predicador. Sobre cuyo asunto, cuatro cosas me parece deben tentarle
brevemente, es a saber, QUIEN, CUANDO, CON QUE ECONOMIA y con qué fin deba el ¿PREDICADOR
O POLÏTICO?, ejercitar su empleo.
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