Nos encontramos, en estos momentos, rodeados, por la belleza, que María Asunción ha plasmado en este
espectáculo lleno de colores, que nos rodea o más bien somos nosotros los que
formamos una rueda ocular, que gira y gira, contemplando la belleza de estos
cuadros, que representan los paisajes, los carros, las eras, los pucheros de
barro de Bandaliés, los corderos y las gallinas, los inmigrantes de los que hoy
es profesora y tantos momentos de los monumentos, que la vida ha ofrecido a su autora, para
admirarlos con sus ojos, plasmarlos en
un lienzo, para sentirlos en su corazón
y para que refresquen los ojos, los corazones y las mentes del público que
acuda a contemplarlos. Pero no sólo se ha desahogado a sí misma con esta
producción, sino que ha sentido la necesidad de ofrecer esa contemplación a
todos los hombres, mujeres y niños como Maestra de los mismos, que siempre
estarían con sus lápices y pinturas, dibujando y pintando, o bien la Casita de
Blancanieves o el estanque del Parque, en el que continuamente se bañan
aquellos cisnes negros. Lo comprueba cada día con sus dos nietas y un nieto, a
los que siempre está paseando y educando y con los cientos de niños y de niñas,
que han pasado por sus aulas.
No sabe uno si resaltar la pintura, que ha recreado mis ojos, o alabar a la pintora que ha
iluminado numerosos lienzos, con el óleo de distintos colores. Con
ellos no imita la naturaleza de los
paisajes o de los corderos, sino que la reproduce. En estos tiempos en que los hombres, mujeres
y niños han abandonado los campos y praderas, para reunirse en una especie de
enormes globos, es decir en las ciudades o megalópolis, si esas imágenes se les acercan a sus miradas, a los mayores les
proporcionan hermosos recuerdos y en los jóvenes provocan una especie de apariciones
misteriosas, que son admiradas por aquellos niños y jóvenes que no han conocido tales ambientes. Esta
masificación de los seres humanos ha hecho que, a veces, si les preguntas a
algunos niños de los enormes barrios de las grandes ciudades, cómo son las gallinas o los corderos, te
responden con contestaciones imaginarias, como si en su cerebro se reprodujesen
aquellos cuadros, en que los corderos ponen los huevos y las gallinas van
vestidas con mechones de lana. Aquellos niños ya empiezan a abstraerse de la
realidad de la Naturaleza y cuando llegan a mayores se dedican a la pintura
abstracta; en cambio los niños que han recibido el trato de María Asunción, han
visto poesía, por ejemplo, en la Casita de Blancanieves del Parque Municipal.
Acompañados por la eterna sonrisa de su Maestra
Asunción, les vienen a la memoria de los niños, unos versos, parecidos a
los de Federico García Lorca, que así se expresa:.”Cuando sale la luna,- el
mar cubre la tierra- y el corazón se siente-isla en el infinito” . Con esos
versos tratan de explicarse la existencia de la Casita de Blancanieves, sin
nadie dentro de ella que la habite. No ven siempre triste la Casita de
Blancanieves, sino que la sienten sus corazones, como una isla en medio del
infinito mar, al que viajan con su
imaginación y sueñan con la bella Blancanieves y con los enanitos
cantando, jugando y trabajando. Y además
de la pintura y de la poesía, hace sentir a los niños y a los adultos el
Teatro, acompañado por las risas, igual que las sonrisas acompañan a la poesía.
Porque en sus obras teatrales acompañan a la vida, las lágrimas, las risas,
a veces la miseria, otras la generosidad y a toda la humanidad el arte y
la esperanza, tan necesaria para acabar su vida
esperanzados. Ama Asunción la Naturaleza y junto a la gallina y al
cordero, goza también con las montañas y
con los monumentos. Igual que de la sonrisa se pasa a la risa, Asunción ha
pasado de Maestra de Primaria a Profesora de Adultos. Pasó de la sonrisa que
acompaña la poesía en los niños a la risa sonora que estalla en el teatro, entre las personas jóvenes, que lo
representan. Se da una armonía
entre las lágrimas y los lloros
de las personas adultas, con las pinturas de las frescas montañas y de los
tristes monasterios como el de Montearagón. Toma su parte en la educación de
los inmigrantes morunos, que han vuelto a vivir cerca de Montearagón, es decir
de Huesca, por ejemplo y los hace reír
en medio de las dificultades, que están pasando, después de estar, algunos,
durante siglos, lejos de donde vivieron sus antepasados. Tal vez la poesía, el
teatro y la pintura hubieran podido sustituir y alejar e incluso hacer
desaparecer, las guerras, que matan y hieren a los hombres, mujeres y niños
juntamente y tales artes los hubieran hecho convivir pacíficamente. Armonía y convivencia sueña ella en su poesía “Recuerdos”, en que poetiza al Castillo- Monasterio de
Montearagón, escribiendo: ”Estuve entre
tus muros- y contemplé tu iglesia derruida - sus piedras y su torre ya roída,-
y pude respirar sus aires puros.- Retrocedí en el tiempo algunos años,- compuse
su silueta allá en mi mente,- y vi como el olvido y la desidia-lo han ido
desgastando lentamente.-¡Tanta grandeza y tanta pequeñez- me asombran!-pero el
paso del tiempo y el olvido-no han podido apagar-toda su gloria.- El esplendor
y el brillo de otros tiempos- tienes Montearagón en tu agonía,-que renazcan de
nuevo pretendemos-¡Y que no esté muy lejos ese día!”.
Asunción ama los espectáculos, que se presentan delante de sus ojos, como
algo que hace reflexionar sobre la humanidad y organizando otros espectáculos
como el teatro, en que el pueblo contempla los hechos de los que los ejecutan,
de los que representan las escenas, en una palabra de sus artistas. Unas veces
esos espectáculos están en un momento de esplendor, pero otras, como Asunción
se expresa en la poesía. “Recuerdos”,
que acabo de recitar, diciendo: ”
compuse su silueta allí en mi mente,-y vi como el olvido y la desidia lo han ido desgastando lentamente” y aquellos
monumentos están deprimidos y deprimentes. Son el peso y el paso de los años
los que tornan abstractas las visiones de los paisajes y castillos que ha pintado, no hace
abstracciones de lo que la imaginación del hombre espera y no
pinta negros nubarrones,
mezclados con relámpagos y abortos etéreos. Son esas obras de los abstractos,
de imaginaciones pesimistas, que no se atreven a observar
en el cielo la recreación del mundo. Exponen en las salas y al observar
los cuadros, muchos callan y no comentan, sino es alguno que le parece que si
no aplaude, será despreciado o tal vez cree que es un genio por comprender
tales abstracciones y aplaude, elevando alabanzas al autor e incluso algunos
compran cuadros, que dicen que la tierra y el cielo son mentira.
Asunción también sufre, en ocasiones, la abstracción, como
aquella que “tiene Montearagón en su agonía”, pero su optimismo, su fe y
su esperanza gritan: ”que renazcas de nuevo pretendemos- ¡ y que no esté muy
lejos todavía!.”, tu reconstrucción.
Asunción ha pintado Montearagón con su
poesía, como acabamos de leer, pero no sé, si habrá pintado su elevada
posición, mirando a Huesca. Pero yo te pido, Asunción, que lo pintes, porque como digo en mi libro “Retablo del
Alto Aragón” : “Ruinas de Montearagón, todos los días os veo, todos los días os
miro…le prendieron fuego y las llamas de la deforme hoguera, subían al cielo en
forma ¿de jota?, no, que era un dance criminal y provocado(como
tal vez muchos cuadros abstractos)….El esqueleto del Castillo-Monasterio se
resiste a caer, parece no ceder pero, ¿hasta cuando?. Igual que ahora muchos
pintores pintan brumas en el aire, sin
embargo “los castillos que tienen sus cimientos en nuestra tierra, los dejamos
caer”. Pero no tú, Asunción que tienes representados como glorias aragonesas
los castillos de Loarre y de Monzón. Como escribo en mi libro: ” Si ahora las
ruinas de Montearagón muestran historia
con su elevada presencia, ¿qué enseñarán el día que esté el Castillo-Monasterio
reconstruido?.Entonces dejará de ser “lastimosa reliquia solamente de su
invencible gente”.
Ama Asunción la Naturaleza y pinta además de la gallina y el cordero, las
montañas y los monumentos, además de los niños y las niñas, a los inmigrantes,
las humildes casetas y a toda la humanidad.
Asunción se mudó de Maestra de Primaria a Profesora de Adultos. Pasó de
la sonrisa que acompaña la poesía en los niños a la risa sonora que explota en
el trato de las personas mayores, en contraste con los lloros y las lágrimas de
los hombres y mujeres, acompañada siempre dicha risa por la sonrisa de los
niños, que acuden gozosos a estas obras de teatro que representan las alumnas
del Centro Miguel Hernández. Llaman a las actrices desde los distintos pueblos
de la provincia, unas veces de Siétamo o de Barluenga, de Salas Altas o de
Tabernas y de casi todos los pueblos de la provincia.
Así como la poética sonrisa
acompaña la pintura, la sonora risa
acompaña al Teatro que rima, dentro de la representación serena de aquellas actrices, con las distintas situaciones económicas,
vivenciales, lúdicas y amorosas.
Es que a Asunción le pasa como le
ocurrió a Picasso,” el más creativo de los artistas del siglo XX” porque
ambos han convertido “el arte en su estado de ánimo” y así como el
gran pintor no limita su creatividad a la pintura, al dibujo, a la cerámica, a
la poesía, al teatro y al cine, Asunción no llega a crear cine, pero pinta la
cerámica de Bandaliés, dibuja, hace
poesías como la que ya hemos leído, titulada “Recuerdos” y escribe obras de
teatro y va dirigiendo por los pueblos a las muchachas en sus
representaciones. A Picasso no lo puede alcanzar Asunción, porque ésta no ha
estudiado las artes en Barcelona, ni ha
estado largo tiempo viendo y comentando el Museo del Prado, ni ha trabajado en
París y no ha salido casi de las calles de Huesca y de los pueblos del
Somontano, pero su inspiración parece seguir el estímulo que engrandeció a
Picasso. Este, a partir del cuadro “Les demoiselles
d’Avignon”, inicia una nueva etapa en el
arte, y pone en duda toda su representación plástica precedente. Es este cuadro
el principio de una nueva ejecución del arte,
es el cubismo, del que dijo Apollinaire que con él, se inicia un análisis de los componentes de
la pintura, igual que los cirujanos diseccionan un cadáver. Este proceder
cubista, que conducía a la abstracción,
hizo reflexionar a Picasso y tuvo que introducir “fragmentos de realidad”. En
su Retrato de muchacha, están los componentes de la disección de esa muchacha,
que se deja ver y adivinar, pero logró que se asomaran a sus cuadros “esos
fragmentos de realidad”, al “imitar el mármol negro, la tela y el papel de
pared”. En su cuadro “Guitarra sobre una mesa”, aparece ésta, formada por planos
geométricos mezclados, que podrían hacer pensar en un cuadro abstracto, pero no
lo es, porque representa indicios de guitarra, que indican ser figuras
concretas.
Igual que Cervantes es el genio de la literatura universal, Picasso lo es
de la pintura y como los cirujanos buscan la composición de los cuerpos, él la
busca con su cubismo
Diseccionar las líneas rectas y las curvas, los colores que unas veces
los hace casi desaparecer y otras vuelven a explotar triunfantes. Parece a
veces volver a la abstracción, pero siempre hace aparecer en sus cuadros” esos
fragmentos de realidad”.
Asunción ha sido y es Maestra y aunque no ha pretendido nunca trabajar
para diseccionar los misterios del arte,
los ha vivido siempre y se ha sentido inquieta por resucitar la naturaleza de
las cosas y de los hombres, haciendo partícipes de la misma, a los niños con su
pintura realista y poética y a las mozas
con la representación de la vida por medio del Teatro.
Picaso en 1912, decidió reintroducir el color, hizo reaparecer las líneas
curvas, para volver desde 1918 a 1924 “al orden”, como él mismo dijo.
Asunción también sufrió la abstracción, cuando recitaba, hablando de
Montearagón: ”compuse su silueta allí en mi mente- y vi como el olvido y la
desidia lo han ido desgastando lentamente”. Aquel monumento se veía deprimido y
deprimente, lo que me hace repetir
aquellas palabras, que pronuncié : ”Son el peso y el paso de los años los que
tornan abstractas las visiones de los paisajes y castillos que han pintado, no
hace abstracciones en lo que la imaginación del hombre espera y no pinta
negros nubarrones, mezclados con relámpagos y abortos etéreos”.
A Picasso le costó desde 1918 hasta el año 1924, volver “al orden”, como
él mismo se expresó, pero a Chonín, que
con sus sonrisas y sus risas se ha conservado siempre joven, con su optimismo,
su fe y su esperanza, gritó ante la triste visión del Montearagón: ”¡que
renazcas de nuevo pretendemos- y que no esté muy lejos todavía” tu
reconstrucción.
De la misma forma que Picasso en su “Retrato de muchacha”, lo llenó de
colores y muchos otros materiales repartidos en un verde prado e imitó el papel
de pared, la tela y el mármol negro, Chonín
en su cuadro “La era”, lo llena de colores y de curvas que requiere la
lejana montaña, el montón de trigo, al que un campesino con su boina clavada en
su cabeza, limpia con una escoba improvisada por él mismo con palos y cuerdas.
Es también redonda la criba con la que
la esposa, agita las granzas del cereal, que allí han trillado. Al fondo se
descubren campos cultivados y árboles,
pero en su parte delantera, sobre un trillo de arrastro descansa la hija
del matrimonio trabajador, apoyando su cabeza en un paquete de cuerdas y
“fencejos”.
Admiremos al genio de la pintura de Picasso, pero cuando dirijamos nuestra
mirada a su cuadro “Retrato de muchacha”, pondremos serio nuestro rostro,
porque estaremos pensando si unas de sus partes es un trozo de tela o de papel,
si un trozo mineral negro es de mármol, si dos curvas casi simétricas son los
pechos de la muchacha y buscaremos su boca para ver si habla o espera a ver si
quiere dar un beso.
En cambio si contemplamos los cuadros de Asunción, la mujer ya mayor, la
que ríe y causa risas en los espectadores de sus obras de Teatro, sonreiremos
como sonríe Chonín, la niña, y provoca sonrisas, en nosotros mismos, cuando
vemos los múltiples objetos, animales como corderos y gallinas e incluso
personas como el abuelo moro abrazando a su hermosa nieta. Le dedico una
sonrisa a Chonín, mientras Asunción nos animará a que en nosotros explote la
risa.
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