Cuando veo una de esas películas en que se proyecta la vida de los leones, parece que su proyector, está impresionado por la vida de esos “animales de poder”. Si, el león es el Rey de la selva, pues su melena dorada nos recuerda los brillantes reflejos del Astro Rey, y desde lo alto de una colina, va mirando por los alrededores. Y con su mirada parece dirigir a las leonas, que lo observan, la dirección que tienen que adoptar para perseguir a sus víctimas y sacrificarlas de un mordisco en la yugular. Los leones que vigilan el desierto desde las colinas, nos dan un ejemplo de actividad y de descanso, porque cuando el gran león, al llegar la noche, ordena la caza, y durante la luz del día, reposa y retoza la manada, buscando sombras, ya vegetales o rocosas. Este comportamiento de los leones adultos, hace pensar a nuestros cerebros en la crueldad de su vida, buscando la sangre de los ciervos y gacelas inocentes. Los cachorros me hacen pensar en su inocencia, que recuerda la semejanza con su interior de nuestros niños y la blancura de su espíritu.
Pero a pesar de ser hijos los cachorros de fieros leones, su inocencia les hace jugar para divertirse. ¡Qué contrariedad entre la inocencia de nuestro espíritu, que procura el hombre conservar en él, durante toda su vida, y otras, que hace caer a otros hombres en el desprecio del buen comportamiento!. Pero los cachorros van perdiendo su inocencia, a medida que las leonas, buscan la carne de los antílopes con una gran ferocidad.
Algunos se admiran y se enamoran de la inocencia de los pequeños leones, otros no están conformes con su aparente crueldad, que no es más que buscar la necesidad de conservar la vida. Y es que el Creador ha creado la vida del mundo animal y a medida que sus especies van evolucionando, hasta llegar al hombre, a éste lo ha dotado de una ética o moral, que hace que unas veces busque solamente el bien y otras se entregue al mal.
El hombre también ha intentado domesticar al león, domándolo, por ejemplo en los circos por medio de los “domadores”, pero no se ha logrado en ellos, una disciplina modelo. Hace miles de años que al hombre, orientado en muchos casos, por la doctrina budista, le preocupó esa desigualdad de la ética entre los seres vivos y quisieron convertir a los enormes y bellos tigres en “gatitos cariñosos”. Miles de personas van al Templo Budista de los Tigres, en Tailandia, para poder ver e incluso abrazar a los felinos, que viven en dicho lugar. En este mismo espacio se pueden contemplar caballos, jabalíes y monos. Hay algunos miembros de organizaciones ecológicas, que dicen que en los monasterios budistas, dan a las fieras tratamientos contrarios a su naturaleza salvaje, pero no han acertado los lamas budistas amansar al hermoso león, porque se reconoce que es peligroso. En cambio en el Monasterio citado los turistas llegan a abrazar y a jugar con los tigres, porque dichos felinos se han convertido en seres mansos y cariñosos.
“La bióloga australiana Sybelle Foxcroft, que trabajó en este Templo durante varios años, dice que los tigres sufren una desnutrición severa, además de otras enfermedades provocadas por la dieta que siguen, en que no se incluye la carne roja”. Esta carne roja, llamado “plato fuerte”, suprimirla puede privar al cuerpo de productos vitales minerales y grupos de vitaminas. Pero en los auténticos leones resulta más difícil conseguir su mansedumbre. Se sospecha que debían haber hecho cualquier cosa con ellos, que no iban a reaccionar en una, dos o tres horas”. No se ha acertado a encontrar la solución exacta de las pruebas que se hacen con los tigres.
De lo que no me cabe duda es de la voluntad generosa de esos budistas, que quieren hacer desaparecer de la vida, esos sacrificios que realizan unos animales con otros. Han investigado a través de siglos la forma de convertir la furia de los tigres en amor entre ellos y las otras especies que habitan el Mundo.
Al león lo llaman “Animal de Poder” y los budistas quieren unir a unos con otros, a los leones y tigres con los antílopes, para que vivan en Paz y felices. ¿No nos ha creado el Señor que ha puesto en actividad el Universo, una conciencia pacífica, para que reine la Paz?. Si el principio de la Creación no ha alcanzado todavía esa deseada Paz, el Señor que ha dado libertad al hombre para adoptar el Bien o el Mal, ha dejado intentar a los budistas, en buscarla. Y aquellos templos del Oriente, exponen el intento de los budistas de convertir la crueldad de las fieras en Paz, que desean que llegue a ser eterna.
Si, la doctora australiana no ve en el intento de pacificar a los tigres y a los leopardos, una forma exacta de triunfo, que sería necesaria para alcanzar la perfección en convertir a los seres vivos en seres que se amaran entre sí, pero los Monjes budistas, lo han intentado durante siglos y no han alcanzado la perfección en sus proyectos, pero sus corazones han luchado y luchan en conseguir la perfección en su propósito de alcanzar la Paz, entre los seres vivos.
Pero no fueron los budistas, los únicos que han intentado crear la paz y la igualdad entre los seres vivos, sino que en el “Poberello” o Pobrecillo de Asís, ” libro bello y profundo, titulado “Las Florecillas”, canta al Señor, Creador de los bosques, de las flores, de los peces y de los pajarillos, así como de los lobos y de los corderos”. En este artículo, que escribí como Veterinario para nuestra Fiesta de San Francisco, expongo que dicho Patron “ fue precursor con su literatura de los hoy ecologistas , añadiendo a sus doctrinas un componente místico”.
Sigo en mi artículo diciendo: “Quien maltrata a un animal, no muestra buen natural” y hoy en día, en las ciudades, donde los niños no viven en contacto con seres irracionales, resultan buenos amigos; muchas veces, pero por fortuna mejores amigos que algunos seres humanos. En aquellos viejos años, un lobo atacaba a los ciudadanos en la ciudad. San Francisco, lo llamó “hermano” y le pidió que amara a los hombres y no los atacara. El lobo tuvo un cambio de su corazón de lobo, en corazón de cordero y siguió conviviendo en la ciudad con los niños.
El hombre siente y razona, pero sigue todavía, aquel principio de los clásicos, que dice: “primum est manducare et deinde filosofare”, y aún parece romperse el encanto del respeto al lobo, al que San Francisco llamó Hermano”.
Nos hemos salido con los tigres, los leones, los monos, etc., del Oriente, pero al llegar al Occidente nos encontramos con el lobo, al que amó San Francisco de Asís y hemos pasado a la Península Ibérica, donde se une el caballo con su amigo el hombre, que intentaron amarse con el toro bravo. Si el hombre intentó por medio del caballo, formar un bello equipo con el toro bravo para darle, las bellotas, que lo hicieran más bello. Esos íberos, en su trato con los toros y montados en sus caballos, adquirieron un espíritu torero que los “hizo cantar y sonreír hasta la muerte”. Aquellos toros bravos que desde Navarra y Aragón hasta Andalucía y Extremadura, siendo portadores de la fuerza, fueron venerados por cultos paganos. Y en alguna mente progresista pareció formarse la idea de un trío compuesto por el hombre, el caballo y el toro, que alcanzara la unión entre ellos, para conseguir el bien de la Humanidad.
Y según una leyenda antiquísima : “la unión del hombre y el caballo, no fue la primera vez que se realizó, porque en la mitología pagana, llegaron a fundirse en un solo ser el hombre y el caballo, para crear el centauro”. El ardor del toro y del centauro son parecidos, porque si el ardor del centauro era un mito, el toro tiene “un trueno congelado en su cabeza- que coronan dos rayos afligidos rayos silenciosos, detenidos-por la muerte que rodea su fiereza”.
El hombre y el toro al darse cuenta del furor del toro, el primero no quiso ,impulsado por su arte y el caballo por su gran nobleza,no quisieron eliminar al toro con violencia, sino con arte,formando un arte formado por el arte del rejoneo. El rejoneo es un arte singular, en que el caballo se acerca y se escapa de las sangrientas púas del astado y el rejoneador se alza, se inclina y acomete, montado en su caballo, delante de las astas del toro, y lo desafía con sus banderillas,llenando de color el ruedo de la Plaza y hiere con su rejón al toro,que con este sangriento baile, sufre menos, que cuando lo separan de la majada, para transportarlo en el ferrocarril al lugar del sacrificio.
Hay enemigos de este espectáculo como se expresó un poeta castellano antiguo, que escribió: ¡Ay cuanto de dolor.está presente, al infante valiente, a hombres y caballos- juntamente”.
Y los observadores de la sociedad actual, tratamos de comprender el deseo de los tailandeses y de los españoles, pero son problemas que superan nuestros deseos.
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