Esta Plaza Oscense tiene dos nombres que bautizan doblemente, el nombre de dicha Plaza: uno el de Plaza de Zaragoza, que conduce la carretera que de dicha hermosa Plaza, sigue su ruta hacia la Ciudad de Zaragoza y su otro nombre, que es el de la Plaza de Navarra, porque los navarros acudieron en auxilio de Huesca para evitar su ocupación, como los que hoy intentan anular la invasión de Ucrania con la agrupación de Norte América y los numerosos Países Europeos. Son dos Regiones ambas, por cuya frontera, una se extiende, por el Sur de Huesca y Navarra por el Oeste.
En esta Plaza se conmemoran hechos guerreros entre los soldados izquierdistas, sobre todo los que pertenecían a los numerosos sindicatos y los que amaban la libertad de Huesca. En Huesca hubo muertos de patriotas españoles y se dio la de un General Ruso, que subía y bajaba en un coche por la Cuesta de Montearagón al Estrecho Quinto, para dirigir la conquista de España por medio de la Guerra Civil. No se sabía cómo se iba a celebrar esta “colonización”, porque aquella Guerra, cada “gremio político” entendía su forma de colonizar a un País Libre. En casa Almudévar, el Gobernador Sindical que había convertido dicha Casa en un Cuartel de Durruti, los “Rojos convocaron a los niños del pueblo, para llevarlos a Rusia , pero un individuo hizo bajar del camión, al que estaban subiendo los niños y niñas para llevarlos a tal PAIS y se quedaron en España, con los que he llegado a vivir junto con ellos, después de la Guerra del año de 1.936.
En esta Plaza, de Zaragoza y de Navarra, un lugar hermoso, pues por su Norte nos vigila y nos mira con mucho cuidado un edificio maravilloso, levantado por el Arquitecto Farina, que trabajó en Filipinas y dejó un sentido de belleza del Edificio de Hacienda de Huesca. En ese edificio que cubre casi toda la superficie del lateral norte de la Plaza de Zaragoza y tiene una belleza, que no parece recordar el “dinero”, sino que es un edificio elegante, con dos Torres separadas, con balcones arquitectónicos, que dan a la Ciudad de Huesca un aspecto capitalista mantenido por las “haciendas de los ciudadanos” y elevado a las alturas por el cerebro del Arquitecto FARINA. Delante de este magnífico edificio, se extiende una Plaza, que presidida por una Fuente-Surtidora, que arroja aguas puras, mientras la Hacienda va obteniendo el dinero de los ciudadanos. Esta Fuente o surtidor se aleja del dinero público, por unos árboles de troncos ásperos y hojas verdes que muestran de tal forma sus hojas variadas.
Esta Plaza central de la Plaza de Zaragoza o de Navarra, existe un jardín presidido por una Fuente maravillosa, donde conviven el agua de un surtidor con un conjunto de pequeños personajes como las musas, sirenas y duendes. Estas personas empequeñecidas por el tamaño de sus cuerpos, revestidos por ropas clásicas, que bañados por el agua del Surtidor, piensan en el progreso de la ciudad y dan alegría a los oscenses, que juegan con las caricias del agua sobre esos personajes, que esperan verse felices con la frescura del agua, que brota, de esa vida que baña a los niños que se acercan a contemplar aquellos seres humanos de autoridad real, envueltos en esos arcos, formados por el agua. Alrededor de dicho juego del agua con las estatuas humanas y poéticas, se elevan bellos árboles, adornados por floreros colgantes en toda la Plaza. Entre árboles, se apoyan diversos bancos para que los retirados se sienten en ellos, para contemplar la Fuente y los edificios bellos que adornan la Plaza. Cada vez que paso entre dichos bancos, contemplo las figuras humanas que a su vez, están observando las flores, los árboles y las palomas que acuden al monumento del agua, para beber y para bañarse.
“La Fuente de las Musas conserva todavía su taza original y su zócalo. De él arranca la fuente de fundición, que es una pieza ecléctica de gran calidad de tintes renacentistas, manieristas y barrocos, típica de la estética del II Imperio francés. Se estructura a través de un grueso fuste que arranca de un pequeño basamento escalonado poli lobulado y que presenta cuatro caras separadas por grandes volutas, cada una ocupada por una gran concha o venera flanqueada por sendas nereidas o ninfas del mar”. Alrededor de esta fuente que llena de optimismo los corazones de de las personas, unas ancianas y otras que ya han cumplido varios años y que acompañan a sus niños. Y por detrás de esos bancos ocupados por personas que, cada vez que las miro, entran y salen por la Puerta Principal de Hacienda, los ciudadanos para, con sus dineros colaborar en el desarrollo de los ciudadanos que todavía viven, sentados en los bancos que miran la Fuente y el Casino. En aquella fuente poética, los niños se fijan y a veces, lanzan flores y refrescan sus penas de la vida, contemplando y mojándose sus ropas infantiles.
Enfrente de la fuente, está el Casino contemplando desde los veladores de la gran terraza, a los ancianos, sentados en los bancos de piedra a los que miran la belleza de esta encantadora Plaza de Zaragoza. Y cuando uno penetra por la Puerta Principal, a veces acarician sus oídos unos sonidos, que lanza el Reloj principal ,que no añade malos sonidos a nuestros oídos, sino que éstos calman todavía más la serenidad del Reloj del Casino, invitándote a contemplar todas las antiguas salas y salones, de un Edificio bellísimo. Si asciendes primero a la amplia anchura donde se colocan los mostradores y sillas, y te sientas en ellas, te encuentras en un gran terreno en que los clientes, están bien sentados en las sillas de los mostradores, en que pueden los asistentes al Casino, consumir sus sabrosas bebidas. Pero desde este lugar, apostado en un piso enorme, se puede uno introducir en el Interior del Bar del Casino, que tiene expuestos todos los históricos adornos vegetales, que te acercan a un salón lujoso y tranquilizante. Desde su amplio mostrador, se sirven bebidas agradables, que los asistentes al Casino, saborean con placer.
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