miércoles, 31 de mayo de 2023

Hoy, a las seis de la tarde del mes de Mayo, estoy sentado, en un Bar de la Plaza de Zaragoza.- (2ª Parte)

 


Pero si uno quiere subir a los atractivos salones del piso superior, recuerda uno como entró el Fundador del Casino  por las Escaleras de la  Puerta Principal, siguiendo por el Patio del Casino y allí se le ofrece otra escalera, en cuyo  ascenso, encuentra uno la bella escultura de CAMO. Este Camo alza la escultura de su persona, como recibiendo a sus visitantes del Casino. Tiene su escultura un aspecto serio, pero su cerebro no pensaba cuando lo colocaron como un rey de las Escaleras de entrada en aquel Palacio, pues él no buscaba en esas obras adquirir dineros que “engordaran” su riqueza, puesto que él no pensaba en su enriquecimiento, sino en el ascenso intelectual de los oscenses. Yo, al subir por aquellas escaleras me detuve para contemplar su noble figura y su figura no me contestó, pero a mí me pareció que aquella imagen  me sonrió. Subí por aquella escalera de doble terminación y gocé del orden y de la belleza de aquel piso. Nos recibía un bello Café-Bar, en el que ya podían los visitantes olvidarse de diálogos ajenos, sino que debían tomar una vara del juego del billar y ponerse a jugar, distraído de discusiones políticas. Estaban los muros del local, adornados por dibujos ,que invitaban al juego, que hacían olvidar las discusiones de los que manejaban los billares y estaban pendientes de introducir las bolas ,unas rojas y otras blancas en el interior del billar. Desde este Bar, que recibe a los turistas, éstos visitaban aquellos salones donde muchos clientes  leían los periódicos diarios o meditaban en algún libro ,sus ideas o sus distracciones. Al salir de esta biblioteca, se va a visitar un salón en que se pueden escuchar distracciones  o sonoras músicas que hacen olvidar las preocupaciones de la vida.


 Hay salones en que los ciudadanos juegan a las cartas o leen textos que los distraen. Otros juegan a las cartas para olvidar sus penas y sus trabajos diarios. Al cumplirse las horas, escuchan los que piensan o juegan, los sonidos de relojes que cuelgan en las paredes de un salón o los sonidos relajantes del reloj que en el tejado del Casino, suena en distintos momentos.


Entre Hacienda y el Casino y las fachadas del  Sur, se encuentra medio oculta la iglesia de las Teresianas, convento de monjas teresianas, que ya marcharon a un nuevo convento en la Carretera de Zaragoza. Aquel Templo conventual de la Teresianas, hasta hace pocos años, acogía los domingos a muchos fieles para escuchar la Misa y para orar. Pero al acabarse los cultos teresianos en tan preciosa iglesia, se cerró su culto y ahí está con una figura de Santa Teresa , orando en su fachada. Al lado de dicha inolvidable templo, se encuentran diversos edificios con cierta elegancia y en el centro de la Plaza de Zaragoza o de de Navarra, se encuentra o se sitúan unos veladores de un Café notable y sobre sus butacas , en la acera de la Plaza, se ven múltiples ciudadanos tomando sus “laminerías”. Pero, ya hace muchos años, en aquel mismo lugar, había una oficina municipal, encargada de vigilar los diversos productos, que en aquellos años después de la guerra Civil, se vigilaba la entrada en la ciudad de productos alimenticios. Eran los empleados que vigilaban ese comercio prohibido, pertenecientes al Ayuntamiento de Huesca. Un gran amigo mío,  traía desde fuera de la Ciudad de Huesca, un cordero sacrificado para regalárselo al notable Abogado de la ciudad de Huesca, a saber el Señor Retortillo. El vigilante de la entrada del cordero en la ciudad, se quedó insultado por el funcionario, que le decía estar prohibida la entrada en el Ayuntamiento de Huesca y lo que hizo fue subir al próximo piso del Señor Retortillo y decirle el desprecio que el funcionario municipal  le había hecho por su aprovechamiento del cordero sacrificado. Bajó el Abogado Retorcillo y le hizo ceder el apoderamiento del Cordero.


 En aquellos años de la post guerra, hasta el Casino perdió la libertad de recreo de los ciudadanos oscenses, que estuvo convertido aquellos años de la Guerra en un Hospital, donde ya no se acordaba nadie de  su auténtica labor de gozo ,que producía en los ciudadanos oscenses. Desde el exterior del Bar, se extendían varias mesas en que se servían  y todavía se sigue haciendo de esta forma a todos los  clientes, diversas consumiciones, que, que quedan acomodados en sus mesas, para observar que es lo que pasa por la Plaza, a la vista del Edificio de Hacienda y a su izquierda la del Gran Casino. A continuación seguía un Club de hombres sabios, como médicos, comerciantes y de personas que estaban especializadas en los juegos de mesa que ya desaparecido. Quedan en la parte esta Plaza, dos Bancos en sus dos extremos y una Gran Notaría, que muestran a los visitantes de la Plaza, la notable actividad que se realiza en esta importante  Plaza. Entre tanto circulan por la Plaza de Zaragoza o de Pamplona, ciudadanos que van a resolver sus problemas monetarios, personas que van al Casino a cultivar sus inquietudes culturales y la distracción de sus juegos, En la Plaza un tanto elevada de dicho Casino, están celebrando sus fiestas familiares, de amor o de sus negocios, en tanto que en el Bar del mediodía, se reúnen familias acompañadas de sus hijos y otros desde las mesas de la calle observan todo lo que la Plaza invita a ver, a  unos que entran en Hacienda a arreglar sus papeles, otros que sentados en los bancos de la Plaza, aguantando sus numerosos años o su incapacidad de consumir en los bares de Casino o del Bar, o para descansar de los hechos pasados en su larga vida o de las dificultades que les ha proporcionado la misma vida.

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