Andorra capital del Principado.
Conocí a su querido padre
señor Val de Aguas, en una de mis numerosas visitas a ese pueblo, que tiene la
fuente al lado mismo de la carretera y donde hablábamos con gran interés por mi
parte y por la de aquel señor ya anciano, que era alguacil. Era una buena
persona y lamento no haber podido volverlo a ver. Más arriba se encontraba ya
un poco alta la casa de tu padre, casado con Isabel de casa Gaspar de Siétamo,
con sólo cuatro años de edad mayor que
yo. Como tu mismo dices o escribes, con ella, ”me relacioné menos que con los
otros hermanos”. Con Rafael tuvimos mucho trato, pues colaborábamos, para
cosechar los trigos que cultivábamos en el campo. Era muy comunicativo y
gozaba de buen humor, hasta que por desgracia o por la voluntad de Dios, un día
se marchó de este mundo. Me dices que en 1990 os trasladasteis con tu esposa al
Principado de Andorra, “donde seguís viviendo muy a gusto”. No me extraña
porque hace aproximadamente un año, celebramos los veterinarios que acabamos
nuestra carrera hacía cincuenta años, unos actos conmemorativos en Zaragoza, al
que acudieron el veterinario director de las industrias cárnicas de Guixona,
que nos hizo ir a visitarlas. Estaba como compañero un veterinario andorrano,
que a su vez nos invitó a visitar el Principado. Era él un importante político
del Gobierno de Andorra y nos alojó en un espléndido hotel y nos llevó a una antigua casa del Gobierno Andorrano,
en la que había un armario con varias llaves y que tenían que abrir varios
hombres poderosos de Andorra y no sé, si un político francés y el obispo de Seo
de Urgel. Le pregunté a Casimir Arajol ksi todavía tenía que crecer más en
población su País y me dijo: en Mónaco el Principado se puede extender por el
mar, pero en Andorra no nos conviene recortar más las montañas o circular por
ellas, como hacemos con un gran ascensor, que nos sube y nos baja.
Aquella antigua casa del
Concello de Andorra, exhibía el armario, que en sus tiempos se abría con
diversas llaves, que estaban en poder de varios consejeros. A ti,
como a mí nos gusta abrir las puertas, pero cerrarlas para encerrar a
alguien, no es humano. Al otro lado de la Sierra, en que se encuentra Aguas,
está el templo donde estuvo enterrado durante siglos el cadáver incorrupto del
santo de las aguas, a saber San Urbez. Siguen todavía enterrados los restos que
quedaron después de ser su cadáver abrasado. Su tumba se abría con tres llaves,
de las que una estaba en poder del Gobernador de Huesca, otra en poder del
Señor de Aineto, a uno de cuyos miembros conocí y gocé de su amistad y la
tercera la guardaba el alcalde de Nocito, donde todavía van muchos somontaneses
a pedir el agua a San Urbez, unas veces para regar los cultivos y otras para moler
con los molinos, como el de casa del molinero de Aguas. Una monja del Convento
de San Miguel en Huesca, me dijo que los de Panzano, no asistían a la romería
de Nocito, porque, estando a medio
camino entre Angüés y el Santuario, se quedaban para asistir y dar de comer a
los demás peregrinos. Te gustó el artículo sobre Zazurca, del que me dices que
en una jota, cantaban que se podía comer un pan de dos kilos para almorzar,
regado con medio cántaro de vino. Una sobrina suya, que tenía una tienda abierta
en Huesca, me felicitó, llena de
emoción. Los entierros de Pascual Montenegro, de nombre solemne, los he visto y
he contemplado las cuadras en que se cobijaban sus negros caballos. “En
aquellos tiempos el humo era humo”, pero el vecino de Ola que lo tuvo que
soportar, exclamó: ”más vale humo que ir a Quicena”, en tiempos de las Guerras
Carlistas.
Al bajar de regreso a
Guixona, nos paramos a comer en un elevado mirador de la Seu de Urgel, donde
estudia tu querida hija. Es una capital diocesana hermosa y que hasta no un
exceso de años, acogía en su diócesis a varios pueblos de la provincia de
Huesca. ¡Cómo antes manteníamos el contacto entre Aragón y Cataluña y hoy nos
cerramos a los recuerdos de los hechos que han pasado!. Es que nos hemos
aficionado a las llaves “encerronas” de amistad
y de convivencia. En cambio en aquellos tiempos, ¡cómo se cultivaba la
amistad y el parentesco!, pues basta acordarse de tu tía María, casada con
Antonio Oliva, que vivían en el Mesón, que os preparaba el turrón de guirlache,
que tú sigues elaborando para Navidad, para recordar a tu tierra, a tu familia
y sus costumbres. ¡Qué larga es la historia del Mesón, desde que perteneció a
casa Calvo de Siétamo, después al “amo del Mesón”, casado con una hija de los
Calvo!. Además de acarrear grava para hacer carreteras, daban cobijo a muchos
carros y galeras, portadores de
vino, que venían de Torres de Montes y
pueblos próximos, para llevarlo a
Francia. A veces era tan fuerte ese vino, que antes de pasar la frontera tenían
que echarle agua, para ser admitido por
Francia, pues no lo querían con mucho
grado. Adquirió el Mesón un hermano de los Borau, que pertenecía a una de las familias
exportadoras de vino y su recuerdo les hizo volver al Mesón, para transformarlo en restaurante
y bar y que ha resultado un lugar muy
atractivo. Al morir el Borau fundador, sus hijos lo han cerrado por no
encontrar personas como las de antes. Por ejemplo como Oliva y como su esposa
María.
Nos vamos
olvidando no sólo de las personas del pasado, sino de la sociedad civil
catalana, que ayudaba a España con la literatura, con la economía, el trabajo y
la modernidad y el desarrollo hacia Europa. El moderno nacionalismo ha cambiado
las circunstancias y no se dan cuenta los catalanes de que Madrid está prosperando
más que Barcelona y va también prosperando el Pais Valenciano y Aragón ya no se
fía de Cataluña, donde iban mis antepasados, los Zamora de Huesca, a aprender
las nuevas técnicas esparteñeras y a vender sus productos. Esto ocurrió en el
siglo XVII. No se fía Aragón de Cataluña, porque para la Guerra Civil se nos
llevaron sesenta y tres cuadros de mi casa y de tantas otras y que ahora,
después de separados varios pueblos de la Diócesis de Lérida, no quieren
devolver las obras de
arte. Se han empleado las llaves para cerrar la historia y olvidar el
antiguo Reino de Aragón, con el Condado de Barcelona y toda Cataluña, con
Valencia y con las Islas Baleares y Aragón en medio, con el Ebro o río Iber,
que bajaba por Zaragoza y que desembocaba en
Tortosa y en el Puerto de Los Alfaques.
Escribes en tu carta: ”Ese
mar que le falta a Aragón desde sus orígenes, cuando Jaime I y otros
gobernantes no le concedieron esa posibilidad de bañarse en las aguas del
Mediterráneo”. Pero El Conde de Aranda, nacido en nuestro común pueblo de
Siétamo recordó un ”decreto de 1704, existente en el Archivo de la Ciudad, con
el que la Reina Saboyana, como Gobernadora mientras el Rey Felipe V estaba en
Nápoles, agregó al Reino de Aragón la ciudad de Tortosa y los Alfaques, con el
fin de que todo el curso del Ebro, llegando a ser navegable, pudiera estar bajo
las mismas manos y gobierno, inclinándose a que toda la obra ,desde la frontera
de Navarra hasta el mar, no costaría medio millón de pesos incluido el canal
que se debería abrir desde el salto de Tortosa hasta los Alfaques”…...Pero
siendo Vicepresidente de la Diputación provincial de Huesca, llegó a la misma
una carta de un vecino de esa zona, recordándole al Presidente de la Diputación
que ellos eran aragoneses y querían que se los reclamara y él mismo no se ocupó
ni siquiera de contestar a dicho individuo. Los catalanes son dirigidos por
unos políticos que tienen la obsesión de ser en todo diferentes y que me digan
la diferencia que hay entre aragoneses y leridanos, por ejemplo.
Tu mismo has visto por la
televisión la inauguración de la Expo 08 y esta publicidad llevará a Aragón a
extender su progreso, unido al de la zona francesa de Toulouse. Si se cierran
unas puertas se pueden abrir otras.
Nombras en tu carta la
“plazeta” carasolera de Ansó y esta proximidad nos hace buscar la circulación
ferroviaria con Francia y trabajar para restaurar el Canfranc y crear la línea
media del ferrocarril por el centro de los Pirineos. Te acuerdas del río Calcón
y nosotros nos acordamos de rellenar dicho pantano con las aguas del río Alcanadre,
como proyectó el ingeniero oscense
Albasini. Me recuerdas la Guerra Civil y coincidiendo con tus
lamentaciones, acudieron a mi casa de Siétamo, historiadores y gentes sencillas
de Lérida.
Te emocionan los recuerdos
del Somontano y dedicas un recuerdo a la amistad entre dos hombres nobles del
Somontano, a saber la de Lorenzo Zamora
de Coscullano y la de tu amado padre de Aguas.
Me quedo muy agradecido de
tu carta, en la que se leen las inquietudes de un somontanés, que no se ha olvidado de su tierra, como se
olvidan los gobernantes del Somontano.
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