El tiro-riro era el baile de moda en los años
cuarenta y ahora en los noventa resulta que "enrolla mucho más".Eran
las canciones de entonces más ingenuas y más optimistas, y ahora son más
desgarradoras, más aulladoras, sobre todo cuando las cantan en inglés y hacen
que los cuerpos se distorsionen y se contorsionen, contrariamente a aquellas
que hacían a los cuerpos balancearse y cimbrearse "como la caña de un
pescador".El sedal de la caña se enreda y se enrolla, como sigue
enrollando el Tiro-riro, pero de todas formas a mí no se me enrolla más que me
enrolló en los años cuarenta y poco pico más. Fue en la calle donde las
Magdalenas, hetairas o pecadoras ejercían la, por algunos llamada, más antigua
profesión del mundo; aquella calle, que en ocasiones no era calle, que era río,
río de "hombres necios que acusáis a la mujer de lo mismo que
buscáis", aquella calle que oficialmente se llamaba de Pedro IV y
popularmente la llamaban calle de la Malena.-
En aquella calle me vi azorado, embarazado o enrollado mucho más que ahora, cuando pasando con varios muchachos, congregantes marianos que acompañábamos al portugués padre Da Silva, escuchamos el sonido encantador del Tiro-riro, que surgía del balcón de una de esas casas. Cantaban las mujeres acusadas, acompañadas por el sonido xilofónico de las cucharas que percutían sobre botellas escanciadas a diversas alturas. El Padre Da Silva, emocionado al escuchar músicas lusitanas tan lejos de su tierra, se emocionó como cualquier aragonés lo hace al "escuchar la jota si está lejos de su tierra";y preguntó de quien eran aquellas angelicales voces y mis compañeros y yo nos quedamos enrollados, mucho más que en los pasados años cuarenta enrollara el Tiro-riro y mucho más que lo sigue haciendo ahora en los noventa.
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