viernes, 28 de julio de 2023

San Lorenzo es el alba de Huesca.-(1ª Parte)

 



Ramón J. Sender en el “Alba de oro” cuenta un amor desbordante a su querido Aragón, narrando el amanecer de su monarquía, en su obra “El Alba de oro”. Empieza por atribuirse a sí mismo un apellido del primer rey de Aragón, a saber Garcés, pues lo llamaban Sancho Garcés Abarca. Fue con su familia a veranear al pueblo aragonés de Sancho Abarca, que se encuentra al lado de Navarra, donde también reinaba el citado Sancho Garcés Abarca y en dicho  lugar  se encuentra una ermita románica y una zona, donde dicen que tenían sus tropas el campamento.
El padre de Ramón J. Sender, era secretario de Tauste, cercano al pueblo de Sancho  Abarca y tal vez por esa razón fueran a veranear a tan histórico lugar.
 María Angeles Campo coincide con el antiguo Padre Maestro Pedro Abarca, cuando dicen creer que el linaje aragonés de los Abarca, tiene su origen en Sancho Abarca, que fue hijo del Rey de Navarra llamado García Iñiguez y de su esposa Doña Urraca Jiménez, que fue hija del Conde de Aragón.
Los hermanos Carrafa se sorprenden del llamativo origen del sobrenombre Abarca, palabra vasco-navarra y entonces también aragonesa. Añaden :”aun admitiendo que hubiese en Aragón un linaje de Abarca anterior al Rey Don Sancho, siempre resultaría que Don Sancho fue el tronco principal y primer ascendiente de este apellido” El nombre de Aragón también es vasco, pues fue un condado hermanado con Navarra, tanto es así que Don Sancho Abarca fue enterrado en San Juan de la Peña. Y siguieron en la historia de Aragón  figurando muchos Abarcas, unos de Bolea y otros de Serué, siendo enterrado, por sentimientos históricos Don Pedro Pablo Abarca de Bolea en San Juan de la Peña, igual que el primer Rey de Aragón, Don Sancho Abarca.
Se han dado en Aragón periodos de abandono de su historia y vemos como San Juan de la Peña, se abandonó miserablemente, llegando el Monasterio Moderno casi a desaparecer. ¡Cuantos libros se perdieron entonces en tal lugar!.Los mismos vecinos de Botaya rescataron alguno de ellos, de los que muchos se han perdido.
Pero el mismo novelista  Sender, recuerda aquellos viejos tiempos y ha tratado de dejar en los aragoneses el afecto por su historia.
Para ello escribe en su libro un pergamino imaginado, que dice”: Prefacio hecho por mí mismo a las ordenanzas de este castillo, levantado según memoria escrita por Sancho Garcés Abarca para que sea leído una vez por mes” y entre otras cosas dice: ”De tres clases de hombres (y mujeres) está hecha la fortuna y la gloria de esta tierra…Los unos que por su buen ánimo para tratar con el prójimo, su corazón amoroso de Dios y de los hombres, su sentimiento del bien y su disposición para ayudar a los demás, han llegado a borrar de su alma todas las pasiones y los malos afectos y viven sin tener más presencia que la sombra de las virtudes. Esta clase de hombres son los santos”. Hay otros hombres y mujeres de los que “ Dios se sirvió…que supieran poner en buena retórica gozos santos y  cantares profanos. A esta clase de seres los llamaremos la de los poetas”. Habla por fin de los héroes y heroínas y saca la conclusión: “los tres hombres (y mujeres) más necesarios al fundamento de la grandeza son los santos, los poetas (y los filósofos) y los héroes”.
Entre ellos se encuentran casi todos los Abarcas, entre los que se está Ana Francisca Abarca de Bolea, de la que estamos celebrando el cuatrocientos aniversario de su nacimiento, gran poetisa en castellano barroco y en fabla aragonesa, en la que dirige una hermosa poesía  a la sierra de Guara. Otra es Doña Francisca Bernarda Abarca de Vilanova, hija de los Señores Barones de Serué y de San Vicente y nacida en Huesca en la calle de Sancho Abarca, en el palacio que se aprovechó para convertirlo en almacenes Simeón. El año pasado lo derribaron y ahora lo están reconstruyendo. Contamos entre otros con los militares Don Bernardo y Don Martín Abarca de Bolea, además de otros guerreros, escritores y poetas.
Por fin espera Sender que en Aragón haya siempre gobernantes ”que  lleven por ese camino a la verdadera gloria de obtener en esta Peña fuerte de Sancho Garcés Abarca, algún hombre que, alcanzando en su más alto estadio las tres virtudes de heroísmo, santidad y saber o poesía, mejore el camino de los demás”, como hicieron Sancho Abarca, Ana Francisca Abarca de Bolea y el Conde de Aranda, nacido en Siétamo. El conde de Aranda está también enterrado en San Juan de la Peña y con él se acabaron en Aragón los nobles Abarcas, pero quedaron los múltiples Abarcas sin nobleza escrita, pero de noble corazón y todos descendientes, como dijo el antiguo escritor Abarca  del Rey de Aragón y de Navarra, Sancho Abarca.
Hemos visto como eran aquellos tiempos de su reinado, todavía se hablaba vascuence en muchos pueblos de nuestro Alto Aragón, pero hay que tener en cuenta que en la tierra habitada por los ilergetes vasco-ibericos,  la influencia romana o latina llegó antes que, por ejemplo a Vizcaya y a Guipúzcoa y con mucha fuerza .Estos no pelearon con los romanos, como por ejemplo los astur-cántabros, los ilergetes, los oscenses y los navarros.
Don Antonio Naval Mas escribe en el Diario del Alto-Aragón el día 30 de Mayo de 1993: ”en los años 84,86 y 87 se hicieron excavaciones en la calle Costa…Los residuos de torres excavados ya estaban ocultos en la Edad Media…las torres exhumadas se remontan a la antigüedad ibero-romana, pues queda ya más que claro que ésta existe como algo posterior”. La profesora Almudena Domínguez dice en el Alto Aragón, que “Osca se originó a partir de un núcleo indígena asentado sobre un cerro elevado de topografía irregular…A pesar de su buena posición estratégica junto al río Isuela, protección segura hacia el norte y levante, dispuso de murallas no conservadas”. Don Antonio Naval Mas acaba su escrito sobre las murallas diciendo:”Las murallas deben decididamente ser incorporadas al marco urbano de la ciudad, haciéndolas hablar con una restauración adecuada y un soporte didáctico fácil, para que todos los habitantes de la ciudad y forasteros que junto a ellas pasen, descubran la huella de una historia que no es sólo la de Huesca sino la de los remotos tiempos de Iberia”. San Lorenzo tuvo que ser conocedor de algún tramo de muralla ibérica, pues en el siglo primero ya había culturizado Sertorio  nuestra  ciudad. Se estaba comunicando Osca con Lérida, con Zaragoza y con Pamplona, “en cuyo rumbo está Sexto (caserío de Castejón de Becha) y posiblemente las quince millas de Quinzano”, tal como indica Agustín Ubieto”. (Domingo Buesa). María Angeles Magallón habla de la antigua calzada de Tolouse-Pompaleón “que iba desde el cerro de la Alegría de Monzón hasta Pamplona cruzando de este a oeste las tierras de Huesca”. Ahora estamos con los mismos problemas que entonces, a saber la creación de las autopistas, cuya ausencia nos está cortando las relaciones con dichas ciudades, cuando en tiempos de San Lorenzo ya estaba hechas las Vías Romanas. Los ilergetes dominaban desde Lérida hasta Huesca y hablaban el vasco-ibérico, como indica el nombre de Osca, que en el diccionario vasco-castellano, pone que Osca quiere decir muesca o apertura y es la muesca que forma el Salto de Roldán la que figura en el escudo oscense. En la Sierra de Santo Domingo está la Osqueta, hendidura a través de la cual se ven las Cinco Villas y nuestros ganaderos cortan en las orejas de sus ovejas unas aperturas, que llaman osquetas, unas a la derecha y otras a la izquierda y mientras unas van delante, otras van detrás, de tal forma que dan lugar a conocer la propiedad de las reses.

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