viernes, 21 de julio de 2023

Piedras corredoras en el Valle de la Muerte


Piedra corredora (Valle de la Muerte E.E.U.U.)

Este Valle misterioso, se encuentra en los Estados Unidos y en su lengua oficial, el inglés, lo llaman Death Valley National Parck. Tiene unos doscientos  veinticinco kilómetros de largo y de ocho a veinticuatro de ancho. Cerca de Las Vegas se encuentra  el fondo del Valle a unos ochenta metros bajo el nivel del mar. No se debe bajar a tales parajes en pleno verano,  pues en julio del año 2006, llegó a marcar el termómetro cincuenta y ocho grados de temperatura. Se encuentra este antiguo lago seco, al sureste de California, entrando una de sus partes en el estado de Nevada. En aquellas tierras de California, se recrea uno escuchando los nombres de ciudades, pueblos y  montes, en castellano, como Los Angeles, Las Vegas,San Diego,El Cajón , La Mesa, La Presa, Dulce Vista y nombres indios, que se mezclaron con los españoles, como Tijuana. Los mejicanos sienten el dolor de verse separados de sus hermanos del Norte, pues ellos son los dueños de la Península de California, separada de la Gran California norteamericana, por crueles redes, que les impiden circular por su antigua nación. Para calcular la riqueza que ese despojo que trajo a México, hay que tener en cuenta que California sería con su propia riqueza la séptima potencia del Mundo. El nombre de California lo impusieron los españoles Diego de Becerra y Fortún Jiménez y uno se pregunta: ¿dónde están los restos de estos heroicos españoles, acompañados por sus  demás valientes seguidores?. No lo sé, pero hace unos años que conozco a Alfonso Buil, de noventa años de edad, nacido en San Román de Morrano, al pie de la Sierra de Guara, que separa en Huesca, los Pirineos de la Tierra Baja. Alfonso Buil, impulsado por sus conocimientos de la Historia, viajó por toda América y se encontró con el Valle de la Muerte, donde las piedras dan vueltas, ruedan y “redolan” por aquella superficie, que parece enterrar debajo de ella,  un mar  de agua, tal vez de magma o acaso de barro. El citado Alfonso Buil me lo contó y me dijo que algunos de los turistas que por allí llegaban, se espantaba al ver en el Valle de la Muerte, correr, igual que si estuviesen vivas, numerosas piedras redondas. Al ver tal milagro o anomalía, muchos se asustaban y huían del Valle. No sabemos donde se encuentran los restos de aquellos primeros colonizadores españoles, sin embargo en Huesca tampoco deben saber que Alfonso Buil, estuvo viendo correr las piedras casi redondas del Valle de la Muerte. Sin embargo,  a mí me lo ha contado y la gente, no se ha preocupado de preguntarle sobre las vivas o muertas piedras corredoras. Los historiadores de la lejana época de la Conquista de California por los españoles, si   estuviesen vivos, serían interrogados por toda la sociedad. Y a Alfonso Buil, ciudadano oscense, ¿por qué no le preguntan?.
 Me contaba el somontanés, nacido en el Castillo de su familia, en San Román de Morrano, descendiente de antiguos reconquistadores de Aragón, algunos de ellos provenientes del Bearn francés, que esas piedras correderas  no eran de una redondez perfecta, pero si de tamaños diversos, pues se hacía muy extraño   que algunas piedras de más de cien kilos, también corrieran.  Algunos dicen que son impulsadas por el viento, pero dice Alfonso, que si ese viento se hubiera lanzado contra los humanos, no hubieran podido aguantar, sin caerse, sus soplidos bestiales. Alfonso no sólo me contó las travesuras de las piedras, desplazándose por sí solas, sino que me dio un escrito suyo, al que titula “El Valle de la Muerte”, en el que pone: ”El viento puede mover piedras pequeñas, pero ¿cómo mueve rocas de varias decenas de kilos?. Entonces a ¿qué se debe este fenómeno tan peculiar?”. Añade, para terminar: ”Esta curiosidad ecológica no es exclusiva del Racetrack Playa, aunque sí es el lugar más conocido en el que se produce”. Algunos suponen que debajo del Valle, existen masas líquidas o tal vez arcillas,  reblandecidas por el agua y cuando se agitan sus olas, por algún movimiento o agitación de algún terremoto,  reproducen el movimiento de la capa superficial de la tierra, que inclina las redondas piedras de un lugar hacia otro. Alfonso no se marchó muy conforme con aquellos resultados, sino que exclamó: si esto sucede en Alemania, ya hubieran perforado la tierra, para ver que era lo que producía tales movimientos y de paso verían si se podía obtener alguna materia prima, útil para la industria. Alfonso es religioso y ha escrito, en un pequeño papel: “Yo no soy Juez entre vosotros, que Dios lo sabe todo, que Dios lo puede todo…De ahí que resulte lógico que le pidamos a Dios  que nos dé respuesta a nuestras preguntas y solución a nuestros problemas”. Pero después añade : ”que nos sintamos dueños y responsables de nuestra vida. Que busquemos la solución en los momentos difíciles”. Tal vez por meditar sobre la libertad y la responsabilidad del hombre, titulara su escrito: ”Yo no soy Juez entre vosotros”. En el problema del Valle de la muerte, Alfonso no se ha sentido satisfecho por la falta de Norte América, de tratar de contestar a  la pregunta de las piedras redondas que se mueven.

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