domingo, 26 de agosto de 2012

Manolo Broceño, observador de las aves, en Arbaniés



Yo conocí a este naturalista en el Bar de la Arboleda de Siétamo. Vive en Arbaniés y cada día, baja a desayunar a la Arboleda. Es un hombre de una gran discreción y no me había dicho nunca que amaba a las aves, con las que gozaba de su belleza, de su agilidad, de su canto, de sus vuelos, de sus nidos y de su labor sanitaria, cuando con sus fuertes picos, eliminan los cadáveres, en la Sierra de Guara. Porque no me contó él, su labor en el serrano pueblo de Santa Cilia de Panzano, sino uno de los que se toman un café, en La Arboleda. Me dijo que había contemplado la labor de Manuel Broceño, colaborando con los encargados de dar de comer a los buitres, que acuden a una ladera de suelo pétreo, que se encuentra debajo del pueblo medieval de Arraro con su Virgen, y cerca del pueblo de Santa Cilia de Panzano. En dicho pueblo se encuentra el Museo Naturalista, que se admira con la Casa de los Buitres. El que quiere vivir esas vidas de las aves carroñeras, entre las que se encuentran los buitres leonados, los negros, e incluso los quebranta huesos, no tiene mas que ir a visitar ese Museo Naturalista. Entre los meses de Marzo y de Septiembre vuelan los alimoches, aves en que domina el color blanco de su plumaje. Vienen del Africa, volando sobre el Sahara y aquí yo los veo, cada año sobre el término de Valderrey, encima de la ruinosa Fabrica de Harinas. Si algún científico o simplemente aficionado desea subir a tal Museo Viviente, tiene una casa, donde yo he merendado, llamada Casa de Clavería. Allí  Manolo Broceño se mueve al servicio de las aves, aportándoles carnes con un carretillo y distribuyéndola por aquella gran losa pétrea. La ley protege a todas las aves rapaces, pero son los individuos como Manolo,  los que realmente las protegen, porque se lanzan a alimentarlas.

Nació nuestro naturalista en el interior de la provincia de Alicante y ahora vive en el pueblo de Arbaniés, al pie de la Sierra de Guara, que separa los Altos Pirineos de la Tierra Baja. A él, le llama dicha Sierra y va a visitarla, buscando en las alturas acercarse a otras más altas de allá arriba, y desde ellas, contemplar el Somontano y la Tierra Baja. Es de profesión Radio Técnico y al emitir y mandar los sonidos al espacio, por medio de la radio, le llamaban la atención los sonidos que en sus vuelos, lanzaban las aves. Vino a Arbaniés hará unos doce años a regir una Casa de Turismo Rural, al pie de la Sierra, desde donde puede contemplar y caminar por aquellos montes en busca del placer que en la Naturaleza, producen las aves. Va, como hemos visto desde Santa Cilia de Panzano,  con su Museo de los Buitres, por el pantano de Vadiello, donde se acumulan las aguas del río Guatizalema y en sus proximidades la Ermita de los santos Cosme y Damián, donde estuvo de capellán, hace ya muchos años un tío de mi abuelo don Ignacio Zamora Blasco, después de la Desamortización de Mendizabal. En el pueblo de Chibluco, también ha contemplado las comidas de los buitres. En aquellos “mallos” de piedra del Pantano de Vadiello, se posan los buitres y en las alturas y en las orillas del pantano proliferan las cabras. Siguiendo por el Gratal, se divisan el pantano de Arguis por arriba y el de la Sotonera por debajo.

En un cuaderno de fotografías, realizado por Manuel Brocero, titulado Aves de Guara-1, he visto en la tapa del block, una fotografía magnífica de la  Osca, apertura o puerta,  entre la Peña de Sem y la de Men,  por la que entra el río Flumen, de los Pirineos en la Tierra Baja. Por esa “Osca” o apertura entró también San Urbez, desde la Montaña en el pueblo de Ola. Por esas rocas de las dos Peñas, anidan las palomas zuritas, pero al mismo tiempo, en alguna ocasión se dejan ver pájaros más o menos cantores, vestidos de colores hermosos en sus plumajes. A esta Osca la llaman el Salto de Roldán, porque el guerrero de Calomagno, en lugar de pasar por abajo, es decir por el río Flumen, saltó desde arriba con su caballo.

  Manolo se fija o más bien, son las aves, que desde las alturas, llaman su atención. Son los buitres comunes y a veces los leonados los que más aparecen, inspeccionado cadáveres desde lo alto. Pero aparecen también otras figuras, como la del águila perdicera, la del águila real, a veces el milano real y en la temporada de  Marzo a Septiembre vuelan los almizcles, que vienen desde Africa en un vuelo que pasa por encima del Sahara, para llegar a España.  Pero no sólo vigilan el ambiente esas fuertes aves de rapiña, sino que en el cuaderno- libro de Manolo, figuran hermosas aves, que retrató Manolo, como el picapinos, la tarabilla común, el pardillo, el mirlo, el zarzal, el herrerillo común, la lavandera blanca, etc. Manolo recorre desde Guara, con su Salto de Roldán hasta Piracés, donde hizo fotografías de columnas de roca erosionadas por los siglos.

Muchas veces, se encuentra aves en los montes de la Sierra, pero él sabe los lugares, donde encontrará alguna especie determinada. Por ejemplo en el Roquedo de Guara ha localizado el buitre negro, el quebrantahuesos, el alimoche y la lechuza  y sus semejantes,  el autillo y el mochuelo. Mira por los pantanos, por el Somontano y por la estepa, donde fotografía el sisón, la ortega y la ganga ibérica. No se olvida de los humedales, como el pantano de la Sotonera, donde reinan las grullas. No se olvida de la Laguna de Sariñena, al Sur de la Tierra Baja, pero no necesita ir tan lejos, porque en la misma capital de Huesca se encuentra la balsa de Valdabra y al lado de la monumental ermita de Loreto, donde nació San Lorenzo, proliferan numerosos y bellos patos y parientes de esas aves nadadoras y volanderas.

Yo sólo he visto un ejemplar de sus cuadernos, pero tengo entendido que tiene preparados una multitud. 

Pero Manolo no sólo ha corrido el Sur de la Sierra de Guara, sino que ha viajado hasta Nocito, montado a caballo y acompañando a numerosos franceses, que lo adoraban por el conocimiento que demostraba sobre la Ornitología o tratado de la vida de las aves. A aquellos franceses les llamó la atención el nombre de Arbaniés, de origen vasco, pues en la Gironda francesa existe el pueblo de Arbanats. A los dichos franceses les llama la atención ese nombre,  pero en las Cinco Villas aragonesas existe el pueblo de Arba de Luesia y en Navarra el de Arbuniés. En la casa en que vivió el poeta y panadero, Paco San Román, se ve sobre el portal, un hermoso lauburu, frecuente en Navarra y en Aragón.

No es extraño que los franceses se fijaran en Manolo, pues con su esposa, desde su casa llamada de Oliván,   mandaron una fotografía de un quebrantahuesos, volando sobre Arbaniés. También llamó la atención de los ornitólogos sobre el ascenso de las Grullas desde el Sur hacia el Norte, donde hacen sus crías, No es,  por tanto extraño que un grupo de franceses se pusieran a las órdenes de Manolo Broceño, para cabalgar por las duras sendas pirenaicas, por los espectaculares Cañones de Guara de dos mil setenta y siete metros de altura. Viajaron por una de las regiones de España para la observación del cielo, de la tierra y de las aves, que los unen. Desde aquellas crestas del Pirineo se observan desde los Pirineos hasta las estepas del Valle del Ebro. Fueron por el casi despoblado Valle de Nocito, al pie del afamado monte del Tozal de Guara, hasta la ermita de San Urbez, nacido en Francia. Al volver bajaron  por el Sur del Flanco de Guara, por el límite  entre sierras y viendo por abajo las estepas. Pasaron por el viejo Monasterio de San Cosme y San Damián. Después de cabalgar durante unos seis o siete días, llegaron a casa Oliván de Arbaniés.

Cuando subo por Arbaniés, a veces no veo a nadie, pero allí nació el jotero que más mueve los corazones en Aragón y que este año, en las Fiestas de la Asunción, dentro de la iglesia parroquial  hizo llorar a los hijos de Arbaniés. En la casa del lauburu,vivió un gran poeta de una sensibilidad extraordinaria, al que he nombrado como Paco San Román. Hace muy poco tiempo se murió Cano, un hombre sencillo,  que muchos años de su vida dedicó a pastorear rebaños de ovejas y de cabras, que siempre se preocupó de que las Fiestas de la Asunción, para que se celebraran exactamente en sus días naturales, sin ser influida la fecha de su celebración,  por las Fiestas de San Lorenzo de Huesca. 

En casa Oliván de Arbaniés vive don Manuel Broceño Torres acompañado por su esposa, que unidos cultivan su amor a la Naturaleza, por medio de las aves, que vuelan por esta espectacular zona del Alto Aragón.

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