Yo no he sabido nunca que el
Camino que desde Lérida iba Santiago de
Compostela, pasara por el Saso de Siétamo. Pero hoy día cuatro de Agosto
de 2012, he coincidido en la Posada de la Abadía, con Juan José Malo y con su
hija, vecinos de Alcalá del Obispo, y me ha impresionado la sensibilidad con
que me ha contado, que por dicho Camino vienen pasando peregrinos por Fraga,
por Novales, Argavieso, que llegan después a Alcalá del Obispo, penetran en el pequeño pueblo de Ola, salen al
monte de Siétamo y van a Tierz, para seguir su peregrinación.
Juan José Malo, nació en Alcalá
del Obispo y es amigo mío desde hace muchos años. Es un hombre maduro en edad y
en inteligencia y conoce abundantes historias de nuestra tierra, porque siempre
ha escuchado a los mayores y cuenta a los actuales, como a mí mismo, todo lo
que esos mayores le comunicaron. Hoy me ha descubierto un caso que yo, con
muchos años, no conocía y es que el Camino de Santiago, que viniendo de Lérida,
pasa por Fraga, llega a Ola y subiendo por el Saso, accede al monte de Siétamo,
donde se encuentra un cebadero de cerdos de su propiedad. Juan José Malo es una persona muy
comunicativa, tanto que cuando ve a algún peregrino, sale de la granja y va a
su encuentro para ofrecerle ayuda y para
escuchar sus pensamientos, deseos, problemas, creencias y devoción a Santiago
Apóstol. Hace unos dos meses, pasó por su granja un matrimonio del pueblo de
Albelda. El era un hombre de unos setenta y seis años y su esposa de 72, cargados
con mochilas y sacos de dormir. Juan José los hizo sentar y les ofreció lo que
quisieran tomar. El marido le pidió agua, porque el alcohol era malo para sus
cuerpos y para sus almas. Ellos le hablaban y le comunicaban que gastaban lo
mínimo que podían, incluso dormían por la noche en los campos y recorrían cada día
unos treinta kilómetros. Este viaje no era el primero que recorrían hacia Santiago de Compostela, pues lo habían
hecho en varias ocasiones. Juan José Malo, que es un gran trabajador, se quedó
admirado de la valentía de esa pareja, pues le daba horror tener que caminar
tantos kilómetros por sendas y caminos, envueltos en calor sofocante y polvo y
otras veces, por ejemplo en León, encontrarían noches frías y lluvias intensas.
En cambio en Aragón, en verano, se quedaba admirado de ver pasar peregrinos en
días en que olas de calor de treinta y cinco grados envolvían el ambiente, sin
encontrar ninguna fuente, donde refrescarse. Esta pareja comenzó a peregrinar
al jubilarse y por cierto, dejó admirado a Juan José Malo, porque cada día, hiciera
frío o calor, no dejaban nunca de recorrer treinta kilómetros diarios.
Juan José se quedó admirado del valor de la
pareja y soñó con imitarla, porque me dijo que si él llega a jubilarse, con su
esposa o con su hija, irá peregrinando a
Santiago de Compostela, lo que tendría para él, un valor tremendo para su espíritu, porque si
ha sabido criar miles de cerdos en sus granjas, quiere peregrinar a Santiago, para
que su espíritu se eleve hasta los cielos. A un vecino de Alcalá del Obispo de
unos treinta y ocho años, le dio un infarto en su corazón y un amigo le dijo
que hiciera una peregrinación a Santiago de Compostela y así lo hizo. Aunque
era pobre, fue sin recurso ninguno a Compostela, pero encontró muchas ayudas
por el camino e hizo multitud de amigos. Alfredo, como se llama este peregrino,
es una buena persona y a pesar del infarto, ha recogido una fortaleza tremenda. Ahora cuando
habla con otros, cuenta su peregrinación
como si hubiera ganado una Olimpiada.
Cuando yo voy por el Saso no
encuentro a nadie, pero Juan José Malo, desde Febrero o Marzo hasta finales de
Junio, ve desfilar cada día, cinco o seis personas, que caminan a Santiago.
Pasan por dentro del pueblo de Ola, por detrás de Casa de Otal, por el Pozo de
Puerta Moruna y luego cuando hay que dar la vuelta para seguir hacia el Saso, se
encuentra con la casa de Manolo el vinatero y éste los hace parar y les ofrece
lo que deseen, ya verduras de su huerto,
bebidas no alcohólicas o vino, obtenido por él. En cierta ocasión les dio una
sandía fresca que llenó de alegría a aquellos peregrinos.
Hoy en día, se ha mejorado el
peregrinar por el Sagrado Camino de Peregrinación a Compostela, porque cada
cien metros, han colocado unas señales con una chapa cuadrada en lo alto, donde
se ve el fin de la peregrinación, es decir Santiago de Compostela.
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