La señora Vicenta ha muerto a los
ochenta y dos años de edad y además se ha ido al cielo sin decir adiós ni a sus
hijas ni a su hijo ni a ninguna de sus numerosas amigas. Parece que el Señor lo
ha dispuesto así, esperando que volviera a pasar el verano en su casa, donde
convivió con Pablo Bibián y crió a sus siete hijas y a su hijo Luis y como allí
fue tan feliz, en medio de sus numeroso trabajos, acompañada por el amor de sus
hijos y la simpatía de su esposo Pabler, como lo llamaba la gente, que todavía
conservaba la fabla aragonesa. Los dos eran nacidos en Siétamo y formaron un
matrimonio feliz, pues siempre que te encontrabas con ellos, ambos sonreían a
pesar del trabajo que llevaba el marido y de los constantes cuidados que
Vicenta dedicaba a cada una de sus siete hijas y por último a su hijo Luis.
Llamaba la atención de los que por la Calle Alta de Siétamo subían, la belleza
de sus hijas, que tenían unos ojos enormes y negros, que atraían a los hombres
y por cierto todas ellas se casaron. Yo, que los veía con mucha frecuencia,
porque subía a la era, que se encuentra frente a su casa, observaba como iba
disminuyendo en número de hijas, porque se iban casando. Luego se casó el hijo
y se quedaron solos Vicenta con Pablo, que seguían viviendo felices, pero un
día se le murió el marido y se quedó sola, después de tener una familia tan
numerosa. Era ya mayor y pasaba temporadas con alguna de sus hijas, hasta este
año, en que el Señor quiso que volviera a su casa, donde murió sola, pero
parece ser que sin sufrimientos.
Joaquina y Carmen todos los días,
cuando iban a dar de comer a sus animales, la llamaban y le preguntaban que tal
se encontraba. Ella las acompañaba un rato cada día, sentadas las tres en unos
bancos que están en la puerta de su casa y recordaban sus pasados tiempos
felices. Pero el día catorce de este mes de Junio, estuvo Vicenta en casa de
Joaquina y habló con ella y con Carmen. Por la tarde subieron estas dos al corral
y al pasar por la ventana donde dormía Vicenta, Joaquina le dijo: no te llamo
Vicenta porque a la vuelta hablaremos.
Pero a la vuelta, cuando tenían
intención de hablarle, vieron una ambulancia en la puerta de casa Pabler. ¡Dios
mío, qué disgusto se llevaron Joaquina con su amiga Carmen!.
Joaquina ha llorado y ha rezado
por Vicenta, con la que espera verse en la otra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario