miércoles, 19 de febrero de 2020

De cómo San Francisco de Asís “predicó a los pájaros y mantuvo inquietas a las golondrinas”.


La historia de la vida del hombre, narra épocas de desorientación de muchos de esos hombres, que lo llevaron a hechos detructores, como el Diluvio Universal. Entonces el hombre con la Gracia del  Señor, en el desembarco del Arca de Noé, organizó la vida honrada, hasta que volvió a caer en la vida deshonrada y así ,dentro de la libertad que el Señor dio al hombre, caía unas veces en el orden de los humanos, como cuando Noé se puso borracho, bebiendo el jugo de las viñas  y otras en la descomposición de la honestidad, que seguía creciendo en numerosos de sus miembros. Hay que tener en cuenta que su “borrachera”, fue involuntaria. Las fechas en que se escribe sobre el Arca de Noé, son variadas, por  ejemplo   los escritos del Pseudo-Filón de Alejandría, ya pertenecen al año 70 d. C. y en ellas, aparece que doce hombres fueron arrestados por negarse a poner ladrillos, pero Dios termina protegiéndolos y eran Abraham, Lot y varios compañeros. Por fin se salvaron Abraham, Lot y varios otros príncipes ya que Dios terminó protegiendo  a Abraham.   


El hombre se dio cuenta de su debilidad e intentó crear la enorme Torre de Babel, al darse cuenta  de  que  por su descomposición moral, podía ser otra vez castigado con otro Diluvio Universal. Las excavaciones arqueológicas, no descartan que existiese una escalera en forma de “T”, por un lado y por otro una escalera en espiral, como Herodoto escribió. Aquella obra daba al Monumento el significado de que aquella Torre, ofrecía una “puerta del sol o entrada en el cielo” o un lugar de comunicación entre lo divino y lo terrenal.   
El Génesis no comunica al hombre, ninguna opinión sobre la destrucción de la Torre de Babel, pero los hombres que estaban aguantando una mezcla de lenguas entre los constructores, dejaron de construir la Torre entre el mundo y el cielo y se dispersaron por el Mundo. Pero hubo otras noticias en el Libro de los Jubileos y en otros escritos, como la destrucción de la Torre por el viento, por el fuego y por la erosión de la  atmósfera.
Pero, toda la Tierra hablaba la misma lengua y el Señor dijo: ”Pues descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se extienda la guerra contra los habitantes de los cielos los unos con los otros”.

Sin embargo “los enemigos de Dios, quisieron hacer la Guerra contra los habitantes de los cielos”. (Sefer ha-Yashar, Noah).
¿Fueron estas multiplicaciones de las lenguas, un voluntad divina para que se extendieran los hombres por el Mundo?, que han ocasionado su  ocupación de todo su  mapa mundial.  En el Libro de los Hechos de los Apóstoles, se cita la sabiduría del Espíritu Santo y el milagro que produjo el Pentecostés del  ”hablar en lenguas”. ¿Fue el idioma latino un objetivo para que se entendieran todos los hombres rezando en el mundo, o la Torre de Babel en ruinas, ¿es una imagen del hombre caído de la gracia?.
En su libro de 1,918, un antropólogo James George Frazer, buscaba la similitud entre la historia del   Viejo Testamento, como  el Diluvio y leyendas indígenas de todo el Mundo. Compara la historia de un pueblo Lozi en que sus miembros malvados, construyeron una enorme Torre de antenas para perseguir al  Dios-Creador.
Esta búsqueda del Dios- Creador bueno, unas veces que se acordaban de Dios en el Diluvio Universal y otras cuyos miembros malvados odiaban a ese Dios Creador, llevaba consigo la lucha entre el Bien y el Mal.
Como se ve, leyendo las Escrituras, y leyendo las historias  en el Mundo siempre han luchado el Bien y el Mal, incluso en el mundo africano, pero hoy se sigue combatiendo entre el  Dios Todopoderoso y el Mal, protagonizado por el Infierno.
Abramos libros en cualquiera de sus fechas y nos encontramos “De como San Francisco de Asís, recibió el consejo de Santa Clara y del santo fray Silvestre de predicar para convertir a mucha gente, y de como constituyó la Tercera Orden y predicó a los pájaros y mantuvo quietas a las glondrinas”. Cuando salió de camino vio a las aves y escuchó San Francisco por los árboles a las aves que cantaban y emocionado por su belleza se puso a predicarles. Las avecillas emocionadas escuchaban y cantaban admiradas de San Francisco, que les mostraba como las quería. Esta escena del concierto musical de las golondrinas, yo no la vi entonces, pero a cualquier hora de esta vida subo a la Ermita del Viñedo, al pie de la Sierra de Guara, en los arcos del claustro, están cuando llega la primavera, cantando a la Virgen. Allí están “las avecillas en esos arcos y comienzan a abrir sus picos, a bajar los cuellos a extender las alitas y a inclinar  reverentemente  las cabezas hacia la tierra”. Y uno recuerda a San Francisco de Asís cuando allá por los montes de Italia, hizo cruces en el cielo para que alegrasen el firmamento, arrancando su vuelo desde los alrededores. También los frailes franciscanos se fueron por todo el Mundo a predicar la Cruz de Cristo, sin ninguna propiedad en  el citado Mundo, “debían confiar su vida a la Divina Providencia”.
Y siguen alternando los hombres una fe en Dios con la avaricia, lujuria, ira y pereza, con políticas ateas y enemigas de la Providencia, sustituida en otras ocasiones en momentos de piedad y de Fe.
Cerca de mi pueblo Siétamo, nació tres años antes que yo, es decir el año de 1.933, dos años después que yo mismo, el Sacerdote Misionero Claretiano en la ciudad altoaragonesa de Barbastro, Gabriel Campo Villegas. Yo nací el año de 1.930 en Siétamo, por el que se circula desde Huesca hasta Barbatro, capital en que vino al mundo el escritor Claretiano.
Yo, el año de 1.936, en que empezó la Guerra Civil vivía con mis padres, hermanos y tíos en Siétamo. Vivíamos en Paz en esta villa hasta que un día, al volver de mis juegos infantiles por las calles de Siétamo, al llegar a casa, me encontré con mi padre en la puerta de nuestra casa y cuando este hombre empezaba a corregir mi abandono, se oyó en el interior de ella, un ruido enorme, producido por algún cañonazo. Entonces mi padre nos convocó a todos los miembros de mi familia y nos introdujo en la adjunta bodega de la iglesia, que se encuentra al lado. Esta primera explosión la produjeron “los invasores” al medio día y nos introdujeron a todas las familias próximas en un sótano de la iglesia. En aquella bodega de la iglesia se oían constantes bombazos, pero mi tía Luisa salía hasta nuestra casa y volvía con alientos para los horrorizados vecinos y para nosotros, que cogía en la despensa de nuestra casa. Por la tarde cuando ya el sol aflojaba su luz, bajamos a la carretera donde un camión nos trajo a Huesca. En Huesca a mi padre y a mi pequeño hermano Jesús, les entró por una ventana una bomba, que no les hizo daño. Entonces con el horror a la Guerra nos fuimos a Jaca y de allí a Ansó. Pasados unos larguísimos años, nos llevó mi padre a Siétamo y al arreglar la destruída iglesia, los religiosos claretianos, colgaron en la pared del templo, un retrato de un mártir claretiano, nacido en Siétamo, del que quisieron devolver el recuerdo de un santo hijo suyo.

Hace ya muchos años que he visitado la capilla claretiana de Barbastro, donde han sacado recuerdos pictóricos de los mártires de dicha Orden Religiosa, que sus miembros han difundido por los lugares donde nacieron aquellos mártires. Los religiosos me mostraron aquellas reliquias claretianas y uno se subleva contra la crueldad de aquellos “milicianos crueles”, que se hicieron dueños en Barbastro de la vida y de la muerte. Los Beatos Mártires Claretianos de Barbastro son los cincuenta y un misioneros claretianos, martirizados y asesinados por milicianos anarquistas al principio de la Guerra Civil.
Hay que añadir a los mártires claretianos a dieciocho Beatos Mártires Benedictinos de Barbastro.
 El frente de Guerra iba desde Barbastro por Siétamo a conquistar Huesca, que sufrió una terrible Guerra, pero  los “anarquistas y sus campañeros”, se quedaron en Siétamo al que destruyeron y convirtieron la ciudad de Barbastro en una ciudad de mártires.
En la renovada iglesia de Siétamo se encuentra un cuadro con el retrato de un hermano claretiano, que trajeron a este santo lugar, los claretianos de Barbastro.
 Gabriel Campo Villegas, claretiano e ilustre profesor, que vivió aquellos años de la Guerra Civil, escribió recuerdos de esa guerra lamentable, pues dicen que Barbastro fue una ciudad en la murieron por causa de la misma un número casi incontable de unos partidos y de otros. He estado visitando el Convento  y  me han enseñado los respetables restos mortuorios de los Claretianos asesinados.
Hemos visto la historia de los hombres justos, perseguidos por el Mal, desde tiempos del Diluvio Universal, pasando por San Francisco de Asís, en la Edad Media hasta que el año de 1936, en la Guerra Civil desde Barbastro hasta Siétamo, al lado de Huesca, corrió la sangre derramada.
Siguen existiendo la Paz y la Guerra y roguemos que no se vuelvan a encender las llamas de las guerras asesinas.

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