viernes, 21 de febrero de 2020

La nieve, el tren y las carreteras.-


Estos días de febrero de 2004, en que ha caído la nieve en nuestra tierra, he oído comentarios de un individuo que ha tenido que dejar de usar su coche para subir desde Huesca a Jaca, e ir en tren.
Le pregunté que tal marchaba dicho tren y me ha contestado que una vez  le costó casi todo el día,  para subir a Jaca. Además se viajaba con incomodidad, porque no paraba de rodar haciendo extraños ruidos, como aquel que suena: ”clin, clin,clin-clin, clin, clin”, pero esos ruidos que parece que han de expresar su marcha hacia delante, quieren expresar también, su impulso hacia los lados, porque lo decía, inclinando su cuerpo hacia ellos, siguiendo el ritmo del “clin,clin,clin”. Él acabó el día con su espalda reventada, en cambio el conductor del tren, quizá previendo el mal, fumaba un puro enorme, al que no dejaba de aspirar, para después soplar el humo fuera de sus pulmones. Tal vez, inconscientemente o debido a su vocación ferroviaria, trataba de recordar aquellos trenes del pasado, que por sus chimeneas  expulsaban  abundante humo. Hasta Ayerbe parece ser que el tren va marchando bastante bien, pero ya más arriba, hacia Francia, la cosa ya va peor.
Francia ha sido para Huesca una regente totalitaria, porque o no hablaba con los aragoneses o los olvidaba hasta el desprecio, como cuando se quebró su  puente del Estanguet, que sin decir nada, ahí lo dejó, dando como consecuencia la total pérdida de la vía hispano-francesa. Cuando algún español le hablaba a Francia del problema, ésta contestaba: ” Pas d´histoires” y de cuentos.
Ahora que los dos países estamos “conviviendo” en el Mercado Común Europeo, no sé a que se debe que unas veces surja de la conversación alguna obra, como el túnel de Somport. Claro es que España pagó tres partes del túnel, mientras Francia pagaba la cuarta parte. Como no hablan, no sabemos lo que piensan de arreglar la carretera que al salir del túnel de Somport baja al Midi francés. Este verano pasado fuimos con mi hijo al Pueblo de Lanuza, donde todo eran obras y bajamos por Candanchú, por Labattut y por Gabás,  a Oloron, desde donde subimos al túnel y nos daba pena el contraste entre las carreteras francesas y españolas. Me acordé de Lanuza y comparé las nuevas obras que en ella se estaban elevando con la nulidad de nuevos edificios, en aquella tierra tan verde. Yo no sé si tal diferencia es debida a que esa parte está declarada como Parque Nacional o a que Francia ama más a los independentistas catalanes y vascos que a los aragoneses, que somos históricamente hermanos con los  bearneses. Está claro que Francia siempre ha tratado de disminuir el comercio de España con Europa, pero ahora tal vez no sé de cuenta de que Zaragoza puede ser en el Este de España,  un centro del comercio con Europa, enlazada con Toulouse y al mismo tiempo se daría cuenta de que también ellos tienen catalanes y vascos. 
Además del paso por Somport, hay otros que en invierno los cierra la nieve. Muchas chesas, en otros tiempos se pasaban el invierno trabajando en el Sur de Francia. Ellas hablaban en cheso y ellos en occitano y sin embargo se entendían, a pesar de que las chesas, unas veces decían: ”ya cayen bolisas de nieu” y otras “ya nevusquea” y todavía les quedaba la expresión: “ya chispía”, que decían cuando empezaba a nevar.
Veremundo Méndez Coarasa escribió: “¡Cómo chifla l’ausín!, ¡cómo avienta la nieu en ta l’cielo y la baxa furioso’n ta tierra!…l’amuntona y te fa una cuñestra!.
Todos los inviernos se repiten las nevadas y todos los inviernos se quedan cerradas las carreteras que llevan a Francia, como la de Gabás y la de Bielsa       por el hielo criminal de las “cuñestras”. Este año el tejado de la bella estación de Canfranc está a punto de caerse por el peso de la nieve y el alcalde de Canfranc ha exclamado que “¡nos están tomando el pelo!”.

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