lunes, 19 de abril de 2021

A Sofía Gallego Roca.-


                                                     Sofia, Diosa Griega de la sabiduría.

                                                      

En Aragón llamamos mozas a las señoritas, cuya figura rima con la belleza de su persona. Por esa belleza infantil, cuando nació le pusieron el nombre de  Sofía  que  en siglos pasados, en griego quería decir Sabiduría, y efectivamente recuerda la figura de una diosa griega, que en toda la altura de su cuerpo está perfectamente formada, pues  se alza a una altura de un metro y setenta y cinco centímetros. Su bella mirada contempla a los  clientes  que  van  a  tomarse  algún  refresco  para  sus  adentros  y  con  rapidez; sobre una mesa de bar, les presenta bebidas que alegran sus espíritus. Acompaña su contemplación, con la alegre sonrisa de sus labios y con aquella sonrisa alegra el ambiente de los clientes, que se sientan en las sillas que rodean los veladores.

Además de su compañía y de la belleza del sonido de su palabra, parece que el Señor ha elevado su cuerpo hasta los setenta y cinco  centímetros de altura y de un acompañamiento de su cuerpo, con los que se presenta ante los clientes que de ella esperan recibir los vasos y las copas.

Su cuerpo responde a la estética galáica, que procede, es decir del río  Gállego, Galaico o de las Galias, que nace en Francia, en su Midi y desemboca en Zaragoza.

El origen de esta bella joven, arranca de los Pirineos, cordillera de “Rocas”, que separan a España de Francia, y que entre dichas rocas, saltan las limpias aguas de río Galáico  o  Gállego, que bajan por la provincia de Huesca a Zaragoza, para engrandecer el río Ebro.

Sofía guía su comportamiento por la reflexión y sirve a los clientes con atención y siempre sonríe, sin despreciar a nadie. Incluso cuando tiene un momento de descanso en que nadie le pide una consumición, se sienta en un jardín. Desde el que observa a sus clientes para dejar su descanso y fumarse un cigarro, que le produce un descanso de su quehacer, y entre tanto sigue dirigiendo su mirada a los clientes que están consumiendo sus vasos y sus raciones que han pedido, para que gocen de un rato de placer. 

Y hoy me he enterado de que tiene una niña, de la que está enamorada y sueña con ella y sonríe al hablar de su encanto.

¡Con su trabajo y con su alegría lucha y defiende la vida de su bella hija como un signo de infinito amor, que las hace felices a las dos!.

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