sábado, 10 de abril de 2021

Judíos españoles

 





Conservar la personalidad judía, ha sido muy difícil hacerlo en España, y no sólo conservarla   en  España, sino recordarla. Pero están cambiando los tiempos y aparecen textos y personas  que nos hacen recordar  las sinagogas antiguas,  que  se conservan en nuestro País, cuando ya hace siglos, que los judíos fueron expulsados de nuestra tierra, en el año de 1492.  Judíos he conocido muy pocos, que se reconociesen  a sí mismos como tales,  pero me acuerdo de uno de ellos, que con su abrigo de color pardo y su sombrero del mismo color, durante la última  Guerra Mundial, escapando de la muerte, que lo buscaba en Alemania, para  echarlo de esta vida, llegó al Colegio de San Viator en Escoriaza, a pedir se le acogiera, para trabajar,  a cambio de mantenerlo. Yo no sé si fue por ser judío, que le encontraron  una incomprensión secular, y se le negó esa obra de caridad. Quizá aquellos profesores, que le negaron su auxilio, tenían en sus corazones recuerdos antiguos, de cuando siendo niños, por la Semana Santa salían a la calle a gritar, acompañando sus gritos con el toque de matracas y carracas: “¡a matar a los judíos que han matado a Cristo!. Estos recuerdos  son una demostración de que el judaísmo y el cristianismo han convivido desde tiempos antiguos en España y han hecho que en este País se recordara con antipatía a los judíos. ¡Qué forma de cultivar la Historia, fomentando el odio del cristianismo contra el judaísmo!. ¡Qué extraña forma de odiarse unos a otros, cuando sin saberlo, tal vez llevemos una parte de sangre  judía y los judíos, por gran parte del mundo, lleven sangre española e incluso algunos todavía conservan la lengua sefardita!.
En Octubre  del año 2012, encontré pidiendo limosna, en el Coso Bajo, a un judío nacido el año 1950, que, por tanto tenía unos sesenta y un años de edad. Era natural de Ucrania y me dijo que en tal País se dedicaba su familia un tanto al comercio y otro tanto a la restauración de carros tirados por caballos y por mulas. Pero aquel judío se daba cuenta de la labor de los suyos, que durante siglos se ejerció, en nuestra Península porque  me dijo que había visto en Huesca, documentos judíos, no sé si en el Museo Provincial o en el Ayuntamiento.
En mi escrito,  “Judeo español o idioma latino”, escribí lo que pasó en Ucrania, cerca de Kiev, que los habitantes judíos, tuvieron que salir de sus hogares y caminar en fila hasta el barranco de Bali Yar. Allí los agruparon en lotes de diez judíos y fueron obligados a desnudarse y a cavar las zanjas en que iban a arrojarlos”. Mal ambiente quedó en Ucrania, para que los judíos pudieran vivir. A los seis años de edad,  Abel fue trasladado a Israel. ¡Qué soledad tuvo que pasar Abel, siendo tan niño, sin ninguna culpa!.  En la Guerra Civil, mis hermanos y  yo, también tuvimos que huir, como tantos niños españoles, perseguidos por la citada Guerra Civil pero y unos pudieron volver a nuestra casa y otros, se quedaron en Rusia.  En cambio Abel “en Israel tuvo que luchar como soldado y como Policía Isaraelí, durante catorce años. No se sentía en un mundo justo y marchó a Europa. En Irlanda le pareció ser un antiguo pastor israelí y allí pasó una temporada feliz.
Apareció por Huesca, donde encontró restos judíos y cementerios debajo de la Ermita de San Jorge  y por Barrio nuevo. Recibió la sensación de que estando sentado en un escalón de Casa Rodrigo, del Coso Bajo, le dio la impresión de que iba a recibir del Espíritu Santo, una casa, porque su fe inmensa, le hacía pensar en tal alegría, que no le llegó. ¿Dónde estará ahora?. Abel no pudo resistir la lucha entre judíos y musulmanes y marchó por el Mundo, pero ahora tampoco encontró una vivienda entre los cristianos.
En sus numerosos años de convivencia, sufrieron los maltratos del racismo y también a ellos se les ha acusado de racismo, cuando en Zaragoza, martirizaron a Santo Dominguito de Val. Por toda Europa circularon los judíos, pero a España,  ya acudían los judíos antes de la muerte de Cristo. Sólo hay que recordar que los judíos vivían en Palestina,  al lado de los fenicios, que traficaban, ordinariamente, con la Península Ibérica. Llamaron a los judíos  españoles, sefarditas y llegó España a ser el País más poblado de judíos por todo el Mundo. Simón Wiesenthal en la “Operación Nuevo Mundo”, escribe que los Barrios judíos o Aljamas, en España, estaban en eterno contacto. Se ve como “Los Reyes de Castilla y Aragón les otorgaron autonomía a los sefarditas, llamados también marranos, por razones de oposiciones económicas”.  “Los tributos percibidos de los judíos constituían la única fuente de ingresos segura y constante de las arcas reales”. Además influyó  Colón en varios “nuevos cristianos” y en el judío Isaac Abrabanel. Además fue el que financió los gastos del viaje al  descubrimiento de América, pero no fueron los dineros de la Corona.
En Julio de 1492, fueron los reyes Católicos los que expulsaron a los judíos,  que no se convirtieran al Cristianismo.
Después de pensar en la Creación del hombre, se da uno cuenta de que el hombre no fue un hombre perfecto, sin que su creación fue la inauguración del desarrollo humano, a través de los siglos. Esta reflexión es la que nos hace estudiar el camino de la Evolución.
Estos días he conocido en Huesca a un señor optimista y alegre, que tal vez perteneciera a aquellos judíos que se convirtieron o tal vez simularan una conversión del judaísmo al cristianismo. ¿Qué me conduce a este pensamiento?. Un motivo es su apellido que ha quedado en Aragón, en un número escaso, pero que es sencillamente judío.
Pero, dado su apellido judío, se da un contraste entre dicho apellido y su escudo infanzón, consistente en un escudo, que representa un castillo y dos flores de lis. Este caso es un recuerdo entre su condición  judaica, que socialmente tenía que retirar de su apellido, el que estaba hablando conmigo, incorporándose un escudo de hijodalgo o infanzón.
Este señor aragonés viajó a Florencia, como lo hicieron durante muchos años, los aragoneses y los catalanes. Estaba lleno de optimismo, porque llevaba dentro de sí mismo, sangre sefardita, que le comunicaba un optimismo, que tras su lucha secular, les ha hecho conquistar un estado israelita. Es por un lado una aventura humana, que hace despreciar las luchas por el poder dentro de la vida o tal vez por la vida, entre los poderes, que ha tenido al Mundo siempre luchando. Cerca de mi pueblo de Siétamo, en Alquézar vivió un judío, que como el protagonista de esta comentario, se hizo Infanzón para abandonar la fe judía. El noble apellido Cavero de Aragón, está en un cuadro,en que lo representan, también como judío.
Otros pueblos, como el gitano, hacen su vida, pero no luchan por levantar su cultura, hacia la libertad autoritaria.   
El hombre optimista, oscense y tal vez de origen judío, es de suponer que viajaría a Florencia por activar su vocación comercial, igual que en otros tiempos los judíos correrían por aquellas tierras de Aragón, Cataluña e Italia. Llegó el oscense al centro comercial de un señor , que al decirle su apellido, se entusiasmó y gritando, llamó a su padre, diciéndole: ¡aquí está un comerciante español con nuestro apellido!. Aquellos comerciantes de Florencia eran de origen español y de raza o religión judía, con su apellido igual al del señor de Huesca. Esta circunstancia demostró que aquellos judíos, entonces italianos, fuero judíos expulsados de España. Entonces los judíos italianos le mostraron los productos de seda que vendían en Florenca y lo llevaron a una finca con más de mil hectáreas de moreras. Enseguida comenzó su vocación comercial, ofreciéndole productos de seda para venderlos en España. Eran auténticos judíos que transformaban la seda obtenida por los gusanos, en elegantes ropas de auténtica seda y de ella tejen y venden tejidos finísimos.
El oscense que parece ser era también de raza judía, siguió diciendo: las espadas de acero, las sacan del hierro, igual que de los hilos de la seda, sacan los tejidos de la misma materia. Y a continuación dijo: los agricultores obtienen el trigo y éste lo muelen,  para sacar la harina, con la que amasan el trigo.
Me dijo que su apellido lo poseían en Aragón unas treinta y seis personas, quedando uno en Valencia y dos en Madrid. Añade que en Barbastro y en Monzón queda alguno con su apellido judío.
Reconoce que tiene unos noventa empleados en sus lugares de trabajo, pero se emociona al hablar de un hijo y de una hija, a los que quiere con un gran amor, pues en ellos ve la sucesión de los trabajadores, hijos de Dios o de Jehová.  
En el Siglo de Oro de la Literatura Española, había numerosos santos y escritores, que habían pasado su religión del judaísmo al catolicismo. Una fue la santa Edith Stein, que fue monja carmelita, judía y mártir muerta en Auschwitz, en 1942.Era una intelectual que había  escrito muchos libros sobre los derechos de la mujer. Después de leer la vida de Santa Teresa de Jesús, se convirtió al catolicismo.

En el año actual, el  tal vez, judío oscense, con trabajo de su industria y la educación de su hijo y de su hija, da vueltas a su cerebro, y no sabe a  qué religión pertenece. A principios del año de 1999, en el “Motu proprio”,  Juan Pablo II, expresó un comentario, que seguramente, sería suscrito por cualquier ciudadano europeo, que pertenezca a otro credo,  que no sea el católico. Se expresa así: ”Crezca, pues Europa. Crezca como Europa del espíritu, en la línea de su mejor historia…Para edificar la nueva Europa sobre bases sólidas, no basta ciertamente apoyarse en los meros intereses económicos, que, si unas veces aglutinan , otras dividen, es necesario hacer hincapié sobre los valores auténticos, que tienen su fundamento en la ley moral universal, inscrita en el corazón de cada hombre”.

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