domingo, 21 de febrero de 2021

Cien años de edad, ha alcanzado Teresa Bescós.

 


Autoretrato de Silvio Kosti.


A los cien años de edad ha fallecido mi prima segunda Teresa Bescós, hija de Silvio Kosti  (Manuel Almudévar Bescós), escritor oscense, gran amigo cruz de Joaquín Costa y alcalde de nuestra capital, Huesca, en los años de 1928; a su hermana María Cruz Bescós la recuerdan muchos oscenses, pues no quiso casarse, viviendo casi siempre en Huesca, dedicándose a escribir y en ocasiones criticando al Ayuntamiento, cuando quería talar unos grandes plátanos que todavía se conservan, frente a casa de Villamayor, bajando a la estación, en tanto que María Teresa se casó con el que más tarde sería el general Alamán. Cuando este murió, vivió con su hija soltera, también llamada María Teresa, que ejerció su profesión de Abogado en centros políticos europeos y la cuidó inmejorablemente, pero murió ya hace unos cinco años. Su hijo Javier, estaba casado con Sofía,que también murió ya hace unos cinco años.Después de llevar a su madre a Madrid, hará unos seis años, encargándose su viuda de hacerlo vivir, lo que por desgracia no logró conseguir con su querido esposo, y sin embargo con ella lo ha logrado de un modo extraordinario, pues ha alcanzado esa edad  a la que tan pocos llegan. 
Y uno no puede menos que acordarse del epigrama número veinte, escrito por su padre Silvio Kosti y publicado en Madrid en 1.920, hace ya casi cien años. Lo titula “Agua fuerte” y  en  él  narra el entierro en Castilsabás, de la tía de mi abuelo Manuel Almudévar y  del mismo Silvio Kosti a saber  María Teresa Almudévar, nacida en 1.815 y casada con Vallés de Castilsabás y escribe: “El Poeta asiste al funeral de su noble tía y señora del Castil de Sabás”. Va nombrando los distintos asistentes al entierro como  “el noble tío mayorazgo del vecino lugar, un gentil caballero curioso, silencioso y desdentado. Sumidas en la vaga penumbra de una capilla lateral, las primas lindísimas de la  Casa del Maestre, agitan sin cesar los abánicos……… A veces, llevan a sus ojos…el pañuelo impregnado en la fragancia de los membrillos. En el atrio, la noble tía y señora del Castil de Sabás, madre de los pobres, providencia de los Siete Lugares del antiguo Abadenco, yace un ataúd”.
Después suben al Campo Santo del pueblo “ y un viento suave mensajero de la divina primavera, hincha en oleadas verdes el lago inmenso de olivares que ciñe el tozal pedregoso, y trae en sus alas la honda luz del litúrgico salmo: Ego sum  resurreccio et vita, que cerdit in Me, non morietur in aeternum”.
No han enterrado a Teresa en ningún pueblo, sino en Madrid, pero con la sencillez que a ella le agradaba durante su vida y a los que vivieron con ella, ganándose el amor de todas las personas que con ella trabajaban.
En tanto vivió en Huesca, recorrió los pueblos de sus antepasados, a saber Santa Cilia de Panzano y Bastaras, donde viven los Bescós en la casa de donde venía su padre y Quinzano, de donde venía su madre, hija de Juan Lino Lasierra.
Acuérdate Teresa de tus descendientes, tus nietos y biznietos y de tus amigos los altoaragoneses. 

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