sábado, 27 de febrero de 2021

Un cuento chino.-

 


 

Cuando se perdió Cuba, según me contaba mi padre, lloraban las mujeres de mi pueblo, mientras que algunos combatientes como el padre de Juana Coscujuella, autora de A Lueca, volvían cuando ya nadie los esperaba.

“¿Qué pasa en Cuba?”se preguntaban los peninsulares y lo hacían con tanta frecuencia que se quedó esa pregunta como un tópico, que aún se utiliza.

Los tiempos han cambiado y en lugar de preguntarnos: “¿Qué pasa en Cuba?” nos interrogamos entre nosotros y a nosotros mismos:¿qué pasa en Melilla y en Ceuta?.Como yo no soy capaz de responderme a mí mismo, menos lo seré de responder a los demás.

Trataré de buscar respuestas, pero es difícil hallarlas sin remontarse al pasado; y a un pasado muy remoto se refiere Borges cuando escribe que el Emperador Shih Huang Ti ordenó la construcción de la Gran Muralla China, única obra humana que puede ser fotografiada desde la luna. El escritor argentino comenta: ”Cercar un huerto o jardín es común, no cercar un imperio”.

España tiene dos “huertos” en Africa: Ceuta y Melilla que, según dicen los historiadores, ya formaban parte en el siglo III de una provincia de la España romana. Después de avatares seculares, he leído que Ceuta pasó a poder de España en 1415 y Melilla en 1497. Yo entonces no estaba allí y no entro a discutir fechas, pero de todas formas considero que desde entonces ha habido tiempo suficiente para poner paredes a los huertos. No lo consideraron oportuno nuestros gobernantes y ahora hay dieciocho mil moros en Melilla.

Alguien podrá decir que eso de levantar murallas es un cuento chino, pero Hassan II no lo considera así, porque ha levantado en el Sahara un muro de arena para contener a los saharauis; tampoco a los ingleses les suena a chino, ya que también han vallado el “huerto” de Gibraltar, que yo he visitado. Poco gasto tuvieron que hacer, pues el mar casi aísla al Peñón.

Formando parte de un grupo de excursionistas visité Gibraltar. A una argentina, no sé si por lo de las Malvinas, no la dejaron ni entrar. Nos subieron a un microbús, cuyo conductor nos hablaba en inglés y nos pasearon por la colonia, donde todos los carteles estaban escritos  también en inglés, menos uno plantado en la zona donde los monos hacen su vida y que rezaba en castellano:”Prohibido dar comida a los monos”.

Los ingleses, para negarnos la soberanía, dicen que los votos de los gibraltareños deben decidir su futuro. Estamos en democracia y los votos de los moros en Ceuta y Melilla aumentan. Por otro lado, resulta curioso que esos moros piden carnet de identidad español, lo que puede inducir a pensar que quieren ser españoles, lo que haría difícil una unión a Marruecos.

¿Quién me informaría? me pregunté ante tales dilemas. Recordé que a Sender le contó un bereber muchos secretos, pero yo pensé otro camino y me fui a ver a la mora de Chaves. Los viejos de Panzano la veían o más bien las veían, lo que indica que hay varias.

Estaba yo frente a la entrada de la morada de la mora, me arrodillé mirando al Oriente e imité en las formas el rezo de los moros; si me hubiese visto alguno inclinando mi frente hasta la tierra hubiera pensado que estaba loco, pero invocaba la protección del Señor para que me pudiera comunicar con la mora.

No sé si mi actitud orante como un moro, unido tal vez a algún rasgo árabe, aspecto que Sender atribuye a mi abuelo en una de sus obras, hizo salir a la mora.

Estaba yo un tanto embarazado, pensando si a una persona sobreviviente de pasados siglos le diría algo el problema de Ceuta y de Melilla.¡Ya lo creo que le dijo!.Cuando se lo pregunté, me habló de esta manera: ”Los moros éramos los dueños de esta tierra, pero los cristianos nos obligaron a emprender una “ marcha negra” hasta las costas de Africa. Yo, siguiendo los viejos sortilegios, me convertí en estatua de piedra, para no ser expulsada y esperar el regreso de los míos,  espero una nueva “marcha verde” que me vuelva a la vida”.

Le volví a preguntar que como se haría tal acontecimiento y continuó: ”Los árabes lo tenían muy bien planeado; los grandes jeques de Arabia ya han comprado gran parte de la Costa del Sol y han levantado mezquitas. Sólo les falta pueblo y ese pueblo está en Ceuta y en Melilla. Pidieron el documento de identidad español y comenzaron a dárselo, pero el tonto de Dudú se adelantó a pedir la unión con Marruecos. Si no se interfiere el Dudú, dentro de poco tiempo hubieran sido españoles millares de moros que, en nueva "marcha verde”, hubieran pasado a Málaga con todos los derechos y los jeques, sintiéndose nuevos Tariks, les hubieran dado trabajo”.

Yo estaba nervioso y un sudor frío corría por mi frente; no sabiendo que hacer, le di los buenos días en árabe:”Nora Xaida” y eché a correr hacia Bastaras. La mora allí se quedó, esperando que llegue la Re-reconquista de sus agarenos.

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