jueves, 6 de agosto de 2020

Andador por los Montes y sentado en una Residencia.


He encontrado en un mirador de la Residencia de Ancianos del pueblo de Chimillas, desde el que se observa con claridad meridiana la Sierra de Gratal,  un hombre maduro, al que he saludado. Me ha contestado con esa alegría del que a veces querría hablar y no puede, porque no encuentra a quien dirigir su palabra o no es capaz de hacerlo, porque su presencia le impone respeto. Le he preguntado si le gustaba la visión de la que gozaba desde tal punto y me dijo que sí, que aquello le llenaba, porque él era Guarda de Monte jubilado y su visión le recordaba, los tiempos en que vigilaba aquellos montes y los recorría. Le pregunté que donde había ejercido tal misión y esforzándose en recordar el nombre de aquel pueblo, cuyos bosques, cuidándolos y vigilándolos, él no podía responderme del nombre de aquel pueblo de la Montaña del Alto Aragón; pero señalaba su frente con el dedo índice,  y al mismo tiempo me decía: ¡es qué sabe,  me falla la memoria!.
Estaba el anciano Guarda Forestal, sentado delante de una cristalera, a través de cuyos cristales, contemplaba, la Sierra desde el pico de Gratal hasta el pico de Guara a su derecha. Con su imaginación contemplaba aquellos montes que le recordaban el Pirineo de Benasque, que al fin recordó su nombre.
Recorriendo aquellos locales tan clásicos, ornamentados en sus pasillos de ánforas y de vajillas romanas, me daba cuenta del paralelismo que existía entre aquellos hombres y mujeres ancianos y los ornamentos más antiguos, que colgaban por las paredes de los pasillos. ¡Aquel edificio parecía un Bar inmenso, donde no se siente ni el calor en verano ni el frío en el invierno!.
Pero, sin embargo, la vejez sigue apoderándose de nuestros cuerpos y de nuestros espíritus. Así me lo decía el Guardia Forestal de Benasque, que los árboles nacen muy pequeños y viven creciendo muchos años, pero al fin, se apodera de ellos una vejez, que los conduce a que los abrasen en el fuego y a los hombres a pasar su vejez mirando los montes, que han recorrido durante toda su vida.

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